lunes, 22 de marzo de 2010

El Big Bang armónico


La teoría física del Big Bang propone un modelo para explicar el origen del Universo y su desarrollo posterior a partir del hecho observado de que las galaxias se alejan unas de otras en todas direcciones. Postula la existencia de un átomo primigenio de tamaño no mayor que la cabeza de un alfiler en el cual estaba concentrada de forma extremadamente homogénea, densa y caliente la totalidad de materia y energía que contiene el universo. Estas altas temperaturas provocarían una Gran Explosión que proyectaría su contenido y daría lugar por enfriamiento gradual a la aparición de la gravedad necesaria para la formación de las galaxias.

Esto guarda alguna semejanza con ciertas particularidades de los armónicos de la edad continuos. Podemos definir los armónicos de la edad continuos como un sistema de direcciones que mueve cada planeta tantos grados por año como hay desde el punto de origen del zodíaco hasta su posición en la carta natal. Así, un planeta que en la carta natal se encuentra a 12 grados de Aries, avanzará doce grados por año y un grado por mes, y otro planeta a 6 de Tauro avanzará 36 grados por año y tres grados por mes. Podemos utilizar un cuadro de coordenadas cartesianas para representar gráficamente el movimiento lineal de los planetas a través de los armónicos. En el eje de ordenadas situaremos los 360 grados del espacio zodiacal y en el eje de abcisas cualquier periodo de tiempo dividido en intervalos regulares. Este es el sistema que se sigue para representar los tránsitos en forma de efemérides gráficas, pero, a diferencia de lo que sucede con los tránsitos, el movimiento armónico de cualquier planeta toma siempre la forma de una línea recta. La recta asociada a cada planeta tendrá una inclinación tanto más acusada cuanto más adelantada sea su posición zodiacal en la carta natal. Debido a que cada línea planetaria tendrá una inclinación diferente, se cruzarán entre sí precisamente en aquellos puntos correspondientes al armónico fraccionario en el que hacen conjunción sus planetas asociados; a su vez, esos puntos armónicos se corresponden con fechas que se pueden determinar con gran precisión a partir de la ecuación armónico/año, que es la más utilizada, aunque pueden ensayarse otras.

Si prolongamos todas estas líneas rectas hacia atrás en el "espacio/tiempo armónico" veremos que todas ellas se cruzan o convergen en el grado cero de Aries y en lo que sería una carta del "armónico cero". En efecto, cualquier número multiplicado por cero es cero; de modo que si multiplicamos por cero las posiciones de los planetas en la carta natal (que es lo que hay que hacer para calcular un "armónico cero") todos quedarán a cero de Aries, como puede verse en la imagen siguiente *(no olvide pulsar sobre ella para verla ampliada):


Armónicos de la edad + 1 continuos de Alan Turing
para los tres primeros años de su vida.

El gráfico procede del programa Solar Fire, que genera estas efemérides gráficas para armónicos de la edad dentro del menú Dynamic, opción Graphic Ephemeris, selección Dynamic Type: Progressions: Age+1 Harmonic. El programa muestra, además, la fecha que corresponde a cada cruce de líneas o a cualquier punto de una línea simplemente situando sobre ese punto el puntero del ratón.

Se aprecia fácilmente en la imagen cómo el movimiento armónico continuo de los planetas desde el armónico cero hasta el armónico 1 se asemeja a una explosión como la del Big Bang. Al igual que en ese modelo, no solamente todos los planetas, sino también todas las cúspides de casas y todos los grados del zodiaco, ocupados o no (toda la "materia/energía" de la carta natal), aparecen concentrados en un punto en el armónico cero, que se constituye de ese modo en el origen del microcosmos armónico que nace con cada persona.



Disposición zodiacal de los planetas en 20 intervalos intermedios entre el armónico 0 y el armónico 1 en la carta astral de Stephen W. Hawking


El valor y el significado de este desarrollo planetario desde el armónico 0 al armónico 1 es el caballo de batalla entre los dos posibles enfoques de los armónicos de la edad. Por una parte, parece claro que si la carta natal es el armónico 1 éste es el armónico que hay que tomar como punto de partida, del mismo modo que en cualquier otro sistema de direcciones. Ahora bien, los armónicos de la edad no surgieron inicialmente en la mente de Addey como un sistema de direcciones, sino como una posibilidad de sintonía mágico-simbólica entre dos números iguales: el de la edad de una persona y el del armónico del mismo número calculado a partir de la carta de esa persona. En ambos casos, Addey sólo contemplaba números enteros. No había lugar para los armónicos continuos en la concepción de Addey. Así pues, según esta idea inicial, si tienes 30 años de edad estás en sintonía con el armónico 30, si tienes 1 año de edad estás en sintonía con el armónico 1... ¿y si todavía no cumpliste un año? Addey no tiene respuesta para esto, porque un armónico cero, concebido como número entero, nó sólo produce una carta imposible de interpretar sino también absolutamente idéntica para todo el mundo.

Las perspectivas son algo mejores para los partidarios de esta sintonía de números que inspiró el modelo primitivo de los armónicos de la edad si se deciden a romper la restricción que la teoría armónica impone de limitarse al uso de números enteros y abren así las puertas a los armónicos fraccionarios o continuos. En ese caso, sólo en el mismo instante del nacimiento se mantiene la identidad de cartas para todas las personas, porque desde el instante siguiente cada planeta se habrá desplazado algo y con velocidades diferentes en cada carta. Pero todavía sigue siendo cierto que, dentro de este modelo, durante todo el primer mes de vida de cualquier persona todos sus planetas armónicos estarán necesariamente en el signo de Aries; durante el segundo mes, entre Aries y Tauro; y así sucesivamente, siendo imposible abarcar la totalidad del zodíaco antes de alcanzar el armónico 1.

Hay, no obstante, algunos datos procedentes de la psicología evolutiva que parece que encajan bien con el esquema anterior de "zodíaco truncado" en el primer año de la vida. Durante el primer mes de vida (periodo Aries) el recién nacido no tiene clara conciencia de que exista ninguna diferencia entre él mismo y el resto del mundo; no ha emergido todavía el concepto de un yo, pero mucho menos aún el de un otro. Por eso el niño llora a cualquier hora o satisface sus necesidades sin inhibición alguna, porque ese es el fluir natural de su "yo-mundo", donde todavía no ha surgido un "otro" al que poder molestar o incomodar. El máximo representante de la filosofía alemana del idealismo subjetivo, Johann G. Fichte, llegó a afirmar: "a cualquier parte que miro, sólo me veo a mí mismo". Fichte nació con cuatro planetas en Aries en el zódiaco tropical (Luna, Urano, Saturno y Júpiter) y otros tres en Aries dracónico (Sol, Mercurio y Venus).

Musser, Conger y Kagan, en su obra conjunta Desarrollo de la personalidad en el niño, distinguen una segunda etapa que abarca hasta la octava semana de vida (periodo que incluye a Tauro) en la que "el infante se vuelve más atento visualmente al mundo que lo rodea, los ruidos que emite aumentan notablemente y se reduce la cantidad de tiempo que pasa llorando". Atención sensorial al mundo y producción de sonidos guturales son características típicas de Tauro, signo de tierra que rige la garganta. Después de esto, en una tercera etapa entre las 8 y las 12 semanas (irrupción de Géminis) se comienza a apreciar la profundidad y a percibir los objetos en tres dimensiones y el niño empieza a perder interés en las repeticiones del mismo estímulo. Ya he argumentado sobre la relación de Tauro con la repetición en la entrada sobre Tauro, Nietzsche y el eterno retorno de diciembre del 2009. Al pasar de Tauro a Géminis las repeticiones pierden interés y se está más atento a las novedades. Entre los tres y cinco meses (Cáncer/Leo) aumentan las sonrisas al oir voces humanas o ver rostros de personas (afectividad). En la fase Virgo aumenta la coordinación de los movimientos ojo-mano para alcanzar y manipular objetos (forma primitiva de la pericia manual de Virgo). En la fase Libra el niño mantiene el equilibrio sobre una silla para niños y coge un objeto oscilante; a partir de la fase Escorpio el niño entra en un estado de ansiedad ante estímulos desconocidos.

Todo esto parece apoyar la idea de que un sistema de direcciones que comenzase en el armónico cero puede resultar viable y conforme a los hechos. El armónico cero es un paradigmático punto de partida desde el que irradian todas las líneas planetarias de desarrollo armónico. Sin embargo, estas líneas no "sabrían" a dónde dirigirse si no "conocieran" desde el primer momento las posiciones de los planetas en el armónico 1. Además, es un hecho empírico (al menos, en mi propia experiencia) que un sistema de direcciones armónicas que comience con el armónico 1 da mejores y más abundantes resultados que uno que comience con el armónico 0. Consideremos, por ejemplo, las direcciones armónicas heliocéntricas de Saturno y Plutón para toda la década de los 50 a partir de la carta natal de Alan Turing.

Con ayuda de las efemérides gráficas podemos ver que las líneas de Saturno y Plutón sólo se cruzaron una vez en toda la década. De acuerdo con el sistema de armónicos de la edad + 1, el punto de cruce se sitúa hacia el comienzo de junio de 1954. Si utilizamos el armónico cero como punto de partida, entonces la conjunción de Saturno con Plutón se aplicaría al comienzo de junio de 1955. Pero Turing murió envenenado el 7 de junio de 1954, lo cual apoya firmemente al sistema de direcciones que parte del armónico 1.

Es posible, sin embargo, que funcione un sistema mixto que dé una segunda oportunidad de manifestación por armónicos de la edad a las mismas direcciones que un año antes se produjeron por armónicos de la edad + 1, de manera semejante al reflujo de un oleaje. En ese caso, los armónicos de la edad + 1 constituyen las direcciones de vanguardia que se manifiestan en primer lugar y con más ímpetu, y las otras direcciones de la edad desde el armónico cero conforman la retaguardia, que interviene con un año de retraso.



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