jueves, 29 de abril de 2010

Arcos viables y arcos inviables

Después de escribir la entrada de ayer, seguí mirando algunas cartas de transformación del arco Sol/Urano en varios astrólogos de renombre y me topé con el caso especialísimo de Demetrio Santos. Nacido en Argañín de Sayago, Zamora (6W13, 41N26), el 8 de marzo de 1924, a las 12 GMT, con un margen de error estimado por él mismo en media hora.

Demetrio Santos

¿Tiene sentido calcular una carta de transformación del arco Sol/Urano cuando el margen de error en la hora de nacimiento asciende a media hora? Puede que sí o puede que no, depende de cada caso. En media hora el Sol se mueve aproximadamente un minuto y cuarto de arco y Urano apenas unos pocos segundos de arco. Nos interesa saber cuanto puede variar el arco entre el Sol y Urano en media hora. En la mayoría de los casos, estos pequeños desplazamientos no causarán errores importantes.

Lo decisivo aquí es a qué distancia se encuentra el Sol de Urano, midiendo siempre el arco por la parte que no cruza el punto de comienzo del zodíaco (0 de Aries). Esto último es importante. Si Urano está a 25 de Piscis y el Sol a 5 de Aries podemos decir indistintamente que el arco entre ambos es de 10 grados o que es de 350 grados, según lo midamos por la distancia más corta o por la más larga. Pero para hallar el primer armónico en el cual los dos planetas hacen conjunción exacta no debemos escoger la distancia más corta ni tampoco la más larga, sino aquella que no pasa por el grado cero de Aries. En nuestro ejemplo, el arco que nos interesa es el de 350 grados, porque podemos avanzar esa cantidad de grados desde la posición del Sol hasta la de Urano sin pasar por el cero de Aries, pero no podemos llegar desde la posición de Urano hasta la del Sol avanzando sólo diez grados sin pasar por el cero de Aries.

Cuando el arco entre el Sol y Urano es de 350 grados, el primer armónico en el cual hacen conjunción es el 1,02857. Si hay un margen de error de media hora, el arco puede variar algo, en torno a un minuto y cuarto de arco, y la carta sufrirá alguna deformación, pero, por lo general, cuando el armónico es tan bajo como éste, los planetas (Luna incluida) no se desviarán nunca más que unos pocos minutos de arco. Así que en este caso podemos calcular tranquilamente la carta armónica. Eso sí, debemos tener en cuenta que el Ascendente y las demás cúspides de las casas pueden estar desplazados ocho grados o más, pero podemos confiar en que las posiciones de los planetas serán correctas, minuto arriba o abajo.

Carta natal geocéntrica de Demetrio Santos.

Veamos ahora qué sucede con la carta de Demetrio Santos. Su Sol natal está a 17º 39' 35" de Piscis y su Urano natal está a 17º 30' 35" de Piscis. El arco Sol/Urano es, por tanto, de 0º 09' 00", que en decimal es 0,15. Diviendo 360 por 0,15 obtenemos 2400. La carta de transformación del arco Sol/Urano de Demetrio Santos es, según esto, el armónico 2400. Pero esto sería si hubiera nacido a las 12 en punto. Media hora antes el arco Sol/Urano era 0º 07' 49", lo que nos conduce al armónico 2763,3262. Y a las 12 y media era de 0º 10' 09", por lo que deberíamos usar el armónico 2128,0788. Hay varios cientos de armónicos de diferencia entre unas cartas y otras, lo que hace completamente inútil el cálculo de la transformación del arco. Sin embargo, los programas lo calculan y no nos avisan de esto, porque asumen sin más que la hora natal introducida es totalmente exacta. Así que debemos estar vigilantes para distinguir entre todas las cartas de transformación de arcos que calculan los programas cuáles son reales y cuáles no.

Por cierto, calculando la transformación del arco Sol/Urano de Demetrio Santos con el Solar Fire para las 12 en punto, el programa utiliza el armónico 2404,367 y no el 2400 que hemos calculado a mano. Esta diferencia se debe a que el programa trabaja con una precisión superior a la de segundos de arco, con la que tuvimos que contentarnos para el cálculo manual. No es viable, por consiguiente, el cálculo manual de armónicos tan altos, ni aun en el caso de que la hora natal se conozca con absoluta precisión.

En todo caso, ya el armónico 1 de Demetrio Santos contiene con certeza la conjunción Sol/Urano cerca del MedioCielo, por lo que tampoco es necesario ir a buscar más lejos la "justificación" de su afición por la astrología.


miércoles, 28 de abril de 2010

Transformaciones de arcos en acción



No puedo presumir de tener una amplia experiencia con las cartas de transformaciones de arcos de los Williamsen, pero, aunque he mirado muy pocas, he encontrado ya algunas lo bastante expresivas como para no considerarlas completamente inútiles. En particular, me da la impresión de que tienen más peso aquellas cartas de transformación de arcos cuyos planetas se sitúan en lugares importantes de la carta natal. La carta de transformación del arco Venus/Marte de Lady Diana Spencer, por ejemplo, deja a estos dos planetas sobre el MC natal, opuestos a Saturno en el FC. Esto sugiere que sus relaciones erótico-sentimentales inevitablemente llegan a ser de dominio público (MC) y también que pueden ser utilizadas como un medio de promoción social. Saturno en el FC indica que estos asuntos tienden a terminar mal. Recordemos que ésta es la misma posición que ocupaba Saturno en el armónico de la edad + 1 de Carlos de Gales para el día de su boda con Diana.

Lady Diana Spencer
Transformación del arco Venus/Marte


Por poner un ejemplo personal, mi carta de transformación del arco Sol/Urano deja a ambos en el grado que ocupaba Júpiter en mi carta natal y, al mismo tiempo, a Júpiter lo desplaza hasta la conjunción con mi Sol natal. Si leísteis hasta el final el artículo que recomendé en la entrada anterior acerca de los Mitos científicos sobre la validez de la astrología, recordaréis que A. Viñuela descubrió la astrología cuando Urano transitaba sobre su Júpiter natal. Urano es, en efecto, una de las principales puertas de entrada a la astrología, entre otras muchas cosas. La carta de transformación del arco Sol/Urano es de esperar que tenga algo que decir sobre la inclinación -o falta de ella- hacia el estudio o la práctica de la astrología, sobre las posibilidades de que la astrología llegue a convertirse en algo vital (Sol), en un elemento que forme parte de la imagen de nosotros mismos que irradiamos hacia nuestro entorno, en un factor de prestigio o de honor o en algo que consuma buena parte de nuestras energías. Cuando Júpiter entra también en el juego, esto indica que los asuntos implicados por los planetas con los que contacta (o por la casa que ocupa) formarán parte de las cosas que nos hacen felices. Por eso mismo se tiende a la hiperactividad en esas esferas. Son terrenos en los que nos movemos con alegría y confianza, lo cual es algo que suele conducir al éxito con relativa facilidad.

La carta de transformación del arco Sol/Urano de John Addey, creador de la teoría armónica en astrología, deja a esos dos planetas en conjunción con su Ascendente natal. Y exactamente lo mismo ocurre con Morin de Villefranche, a quien algunos tienen por el mayor astrólogo de todos los tiempos.

Si queremos examinar una sinastría, además de las técnicas habituales, podemos también ver qué aspectos hacen los planetas de una de estas cartas de arcos armónicos con los puntos sensibles de la carta natal de otra persona. Dependiendo del tipo de relación y del sexo del nativo escogeremos unos planetas u otros. Los arcos Sol/Luna, Sol/Venus y Marte/Venus son -presumiblemente- los más relevantes en las relaciones de pareja; en el caso de un hombre heterosexual, el arco Luna/Venus puede describir su ideal de femineidad; y en el caso de una mujer heterosexual, sería importante el arco Sol/Marte para descubrir su prototipo de virilidad.

Si se dispone de un programa como el Solar Fire o el Kepler de David Cochrane, inspeccionar cartas de transformaciones de arcos es sumamente fácil. Basta con escoger el par de planetas o de planeta y ángulo de entre los que se ofrecen en el oportuno menú. Sin embargo, estos programas siguen la práctica -a mi entender poco recomendable- de domificar estas cartas por el sistema de casas iguales a partir del ascendente armónico. Esto impide, entre otras cosas, detectar las superposiciones de planetas armónicos sobre los ángulos de la carta natal que he mencionado más arriba. Para solventar este problema, podemos recurrir a una carta doble con la natal en la parte interna y la carta armónica en la externa, pero en ese caso perderemos la visión de los aspectos de la carta armónica.

Se debe tener especial cuidado cuando las horas de nacimiento no se conocen con mucha precisión, porque en ese caso algunas o muchas de las cartas obtenidas serán completamente erróneas. Si el margen de error en la hora de nacimiento no es muy grande, no tendremos demasiados problemas, siempre que no escojamos factores de movimiento rápido, como el Ascendente, el MedioCielo o la Luna. Cuanto más lentos sean los planetas escogidos, más fiable será el resultado. Por otra parte, cuanto más pequeño sea el arco entre dos planetas mayor será la magnitud de los errores acumulados, porque el armónico resultante será más alto. En efecto, si dos planetas o factores de la carta natal se encuentran separados por, digamos, medio grado de arco, su transformación de arco se cumplirá en el armónico 720, de modo que cualquier imprecisión de la carta natal se multiplicará por 720. Si uno de esos planetas fuese la Luna y el margen de error en la hora de nacimiento fuera de media hora, la Luna podría aparecer desplazada más de 180 grados de su verdadero lugar. Y si fuese el ascendente... mejor ni hablar. Este problema es analizado con más detalle en la entrada sobre la aberración armónica de febrero del 2010.



domingo, 25 de abril de 2010

Astrología y ciencia

En una especie de blog de A. Viñuela, o glob -como prefiere llamarlo su autor- se ha publicado esta misma semana un jugoso texto sobre los tópicos que los adversarios de la astrología suelen esgrimir contra ésta en nombre del sentido común y de la ciencia. Podéis leerlo pulsando sobre el siguiente enlace:

Mitos científicos sobre la validez de la astrología

Como veréis, remite también a una introducción a la astrología. Aunque no concuerdo del todo con el autor (discrepo, por ejemplo, en la cuestión de las eras astrológicas, cuya ingenua aceptación contradice lo que el propio autor escribe unas líneas más arriba), creo que su artículo contiene ideas y datos de interés más que suficientes como para recomendarlo. Tanto más cuanto que el autor presume de una sólida formación científica.


jueves, 22 de abril de 2010

Transformaciones de arcos


Las cartas armónicas de transformación de arcos fueron introducidas por James S. Williamsen y Ruth E. Williamsen en su obra conjunta Astrologers Guide to the Harmonics (1977). La idea básica que conduce a la construcción de estas cartas es muy similar a la que más tarde llevaría a John E. Greig a formular su concepto de armónico planetario, tal como lo expone en Astrology and planetary harmonics (1979). Como ya hemos visto en las entradas anteriores, Greig utiliza una carta armónica adicional para cada planeta, cuyo número armónico se calcula dividiendo 360 por la longitud eclíptica del planeta en grados absolutos. Se podría decir que las cartas armónicas de transformación de arcos de los Williamsen son "armónicos planetarios de dos planetas a la vez". Se calculan dividiendo 360 por el arco comprendido entre dos planetas cualesquiera de la carta natal. A la inversa, podríamos también decir que los armónicos planetarios de Greig son cartas armónicas de transformación del arco comprendido entre el punto vernal y algún planeta de la carta natal.

Ambos conceptos están tan íntimamente relacionados que fácilmente podemos reducir uno cualquiera de ellos al otro y simplificar las cosas prescindiendo del que menos nos guste. Sería posible, incluso, prescindir de ambos a la vez, porque hay otro concepto más amplio que los incluye como simples casos particulares de una serie mayor. Me refiero a la noción de ciclo armónico. El ciclo armónico de un planeta se calcula por la misma fórmula que su respectivo armónico planetario. El ciclo armónico de dos planetas se calcula por la misma fórmula que su respectiva carta armónica de transformación del arco. Pero cuando se trata de ciclos, el valor obtenido a partir de esas fórmulas es únicamente el primero de la serie de todos los múltiplos de ese valor. Los demás valores de la serie se van utilizando sucesivamente según un ritmo uniforme que se despliega en el tiempo de la vida del nativo.

Usaremos un ejemplo sencillo, para que se entienda mejor lo que acabo de decir. Supongamos que en una carta natal encontramos a Júpiter a 0º de Leo. En grados absolutos, 0º de Leo se expresa como 120º. El armónico planetario de este Júpiter se calcula dividiendo 360 por 120, que da como resultado 3. Greig usará el armónico 3 como carta armónica planetaria de Júpiter.

Supongamos ahora que en la misma carta el Sol está a 0º de Tauro, que en grados absolutos es 30º. El arco comprendido entre Júpiter y el Sol es la diferencia en grados absolutos entre ambos, es decir, 120 - 30 = 90. La carta armónica de transformación del arco Sol/Júpiter se obtiene dividiendo 360 por el valor de ese arco (90). Por tanto, 360 / 90 = 4. Los Williamsen (o Willianson, como se les llama a veces en algunas referencias) usarán el armónico 4 como carta de transformación del arco Sol/Júpiter. En el armónico 4 el Sol estará a 0º de Leo (30 * 4 = 120) y Júpiter también estará a 0º de Leo (120 * 4 = 480; 480 - 360 = 120). El arco Sol/Júpiter en el interior del armónico 4 vale 0 (120 - 120 = 0). Por tanto, un arco natal de 90 grados se ha transformado en uno de 0 grados. De aquí procede la denominación de "carta de transformación del arco". De lo que se trata, pues, es de buscar la primera carta armónica en la cual dos planetas cualesquiera de la carta natal forman una conjunción. Esa carta armónica será interpretada como un cuadro descriptivo de la forma en que la persona se las arregla para integrar la energía de los dos planetas. El grado en el que los dos planetas hacen esta conjunción armónica tiene un valor semejante al del punto medio entre esos dos planetas. En este ejemplo se da la rara circunstancia de que ese grado es el mismo que ya ocupaba Júpiter en la carta natal, pero esto no es lo habitual. Sin embargo, esa coincidencia nos viene bien para percatarnos de otra cosa.

Hemos visto que el armónico planetario de Júpiter es el 3 y que su posición en el armónico 4 es la misma que ocupaba en la carta natal. Obsérvese que la carta natal es el armónico 1. Por tanto, hay 3 armónicos de diferencia entre las dos cartas que contienen a Júpiter en la misma posición. No podía ser de otra forma, porque el ciclo armónico de Júpiter, como también hemos dicho, tiene el mismo valor que su armónico planetario, es decir, mide 3 armónicos. Así pues, sumando 3 armónicos a la carta natal obtenemos la carta correspondiente a la primera revolución armónica de Júpiter (armónico 4). Sumando a éste último otros 3, tendremos la carta correspondiente a la segunda revolución armónica de Júpiter (armónico 7), y así sucesivamente.

Ahora bien, el armónico planetario de Júpiter es el 3, pero su primera revolución armónica se da en el armónico 4. No son, por tanto, la misma carta. La posición de Júpiter en el armónico 3 es 0º de Aries y en el armónico 4 es 0º de Leo. Pero ya he repetido varias veces en este blog que hay dos maneras distintas de enfocar los armónicos de la edad. Una de ellas se origina en el armónico 0 y la otra en el armónico 1. En el armónico 0 Júpiter -al igual que cualquier otro planeta- está siempre a 0º de Aries. En su propio armónico planetario, Júpiter -al igual que cualquier otro planeta- está también siempre a 0 de Aries. Esto es porque todo armónico planetario es, al mismo tiempo, la primera revolución armónica de ese planeta en el sistema de armónicos de la edad de origen 0. Como el ciclo armónico de Júpiter es 3, Júpiter estará a 0 de Aries en el armónico 3 y en todos sus múltiplos (3, 6, 9, 12, 15, etc.). Pero si partimos del armónico 1, los armónicos en los que Júpiter volverá a ocupar el grado 0º de Leo se obtienen sumando 1 a cada valor de la serie anterior (4, 7, 10, 13, 16, etc.)

Algo semejante sucede con las transformaciones de arcos. En nuestro ejemplo, el armónico 4 es el primero que pone al Sol y a Júpiter en conjunción. Pero también todos los múltiplos de 4 contendrán esa misma conjunción, aunque normalmente se producirá cada vez en un grado diferente. Así, por ejemplo, en el armónico 8 la conjunción Sol/Júpiter se dará a 0º de Sagitario. La serie de armónicos que contienen esta conjunción es 4, 8, 12, 16, 20, etc. ¿Qué sucede si sumamos 1 a cada valor de esta serie? Sucede que obtenemos cartas armónicas en las cuales el arco entre el Sol y Júpiter es el mismo que tenían en la carta natal. Todo esto se debe a que el ciclo armónico de Sol/Júpiter mide cuatro armónicos.

En consecuencia, podemos ampliar los armónicos planetarios de Greig con otros obtenidos por la suma de una unidad y podemos también ampliar las transformaciones de arcos de Williamsen con otras obtenidas por la adición de una unidad.

Para simplificar las cosas he usado posiciones planetarias que sólo requieren el uso de armónicos enteros, pero lo más frecuente es que sea necesario usar armónicos fraccionarios. Los principales programas de cálculos astrológicos que incluyen la opción de las transformaciones de arcos de Williamsen (Solar Fire, Kepler, etc.) utilizan la fórmula indicada más arriba (360 / arco) que da lugar, casi siempre, a un armónico fraccionario. Sin embargo, dado que la teoría armónica primitiva prohibía el uso de los armónicos fraccionarios, al principio se usaron como cartas de transformación de arcos únicamente aquellos armónicos enteros que dejaban a los dos planetas implicados lo más cerca posible. La limitación a los armónicos enteros, que constriñó igualmente los primeros tanteos con armónicos de la edad, fue la principal causa de que no se percibiera la relación de las técnicas de Williamsen y Greig con los ciclos armónicos.

© Julián García Vara, abril, 2010


domingo, 18 de abril de 2010

Armónicos planetarios en acción



Así como he defendido que los armónicos de la edad + 1 dan más y mejores resultados que los armónicos de la edad sin el incremento de una unidad, digo también -aunque con menos firmeza, porque he hecho menos comprobaciones- que la primera revolución armónica de un planeta (de su posición en el armónico 1) nos da más información sobre los asuntos asociados a ese planeta que el correspondiente armónico planetario según la fórmula de Greig.

Es natural que así sea, porque los armónicos planetarios de Greig son las primeras revoluciones armónicas dentro del sistema de armónicos de la edad sin incremento (las que repiten la posición del planeta en el armónico cero). Y las primeras revoluciones armónicas propiamente dichas (las que repiten la posición del planeta en el armónico uno) serían los equivalentes a los armónicos planetarios de Greig, trasladados al sistema de armónicos de la edad + 1.

Tomemos, por ejemplo, el caso de Alan Turing, a quien ya hemos dedicado varios artículos en este blog. Chris Mitchell, en su comentario al armónico 5 de Alan Turing, escribe:

"Alan era un hombre tímido y tartamudeaba al hablar, de modo que a veces tenía dificultades para comunicar sus acciones (Mercurio opuesto a Marte)."

Alan Turing

La expresión "comunicar sus acciones" resulta un poco extraña. Uno esperaría encontrar, más bien, algo como "comunicar sus pensamientos" o "comunicar sus sentimientos". Da la impresión de que la elección de estas palabras ha estado guiada -más aún, forzada- por el deseo de justificar las dificultades de expresión de Turing mediante el aspecto que une a Mercurio con Marte en su quinto armónico. "Marte" puede traducirse fácilmente por "acciones", pero no tanto por "pensamientos" o "sentimientos". Es posible que esta oposición del quinto armónico tenga algo que ver con su problema, pero, en principio, el quinto armónico no guarda una relación directa con las habilidades oratorias. Puesto que la palabra es un atributo de Mercurio, los armónicos planetarios de Mercurio o sus primeras revoluciones armónicas podrían contener alguna clave que nos ayude a comprender su tartamudez.

La longitud eclíptica geocéntrica de Mercurio en la carta natal de Alan Turing es 8º 00' 49" de Cáncer. Para calcular su armónico planetario al estilo de Greig, debemos dividir 360 por la posición de Mercurio en grados absolutos y en expresión decimal. El Astrolog32 nos da la opción de mostrar directamente los datos en el formato que necesitamos para llevar a cabo esta operación. Para ello sólo tenemos que desplegar el menú Settings, escoger Chart Settings y marcar dentro de Display Format la tercera opción: Longitude 360 decimal degrees. Después de hacer esto, veremos que la posición de Mercurio queda como 98,0135558. Entonces dividimos 360 por ese valor y obtenemos 3,672961. Nos vamos de nuevo al menú Setting y escogemos esta vez Calculation Setting y en la casilla Harmonic Chart Factor escribimos el resultado de nuestra operación. (No olvide que para que todo funcione correctamente debemos usar un punto en lugar de una coma para separar la parte entera de la decimal en el número del armónico: 3.672961). Después nos vamos otra vez a Chart Settings para restablecer el formato de grados y minutos de un signo, marcando la primera opción Longitude zodiac position. Y eso es todo. Ya debemos tener a la vista el armónico planetario de Mercurio de Alan Turing, según la fórmula de Greig, que es el que se muestra abajo.

Alan Turing. Armónico 3,672961


Encontramos a Mercurio en conjunción con la Luna y sin aspectos problemáticos. La carta contiene algunas oposiciones, como la de Saturno a Urano y la de Marte a Venus/Plutón. Como Mercurio es "el dueño" de toda la carta, todo lo que hay en ella le concierne de algún modo. La oposición de Saturno y Urano enlaza a dos planetas que estaban ya en trígono en la carta natal (armónico 1), lo cual sugiere que la dialéctica entre lo viejo y lo nuevo, las tendencias conservadoras y las innovadoras, que en su interior se armonizan fácilmente, se transforma en una tensión difícil de superar cuando se ve precisado a comunicarse. Urano es un planeta bastante impaciente, mientras que Saturno siempre necesita "tomarse su tiempo" para madurar sus decisiones. El conflicto entre estos dos planetas, traducido al terreno del pensamiento y el habla que "gobierna" Mercurio, representa una tensión entre la necesidad de decir inmediatamente lo que se piensa sin cortapisas ni demoras y la de ponderar minuciosamente las palabras para no decir lo que no conviene o no es oportuno. El tartamudeo, por supuesto, puede adoptar muchas formas distintas y obedecer a razones diferentes, pero su apariencia general es la de un impulso a hablar que es frenado antes de completarse y que no se resigna a la frustración total y pugna una y otra vez contra otro impulso de sentido contrario que parece preferir callar. Esto es Urano atrapado en la jaula de Saturno. Este Urano está, además, en Tauro, el signo de la compulsión a la repetición, por lo que sus impulsos se renovarán obstinada y hasta rítmicamente; pero está también en la casa 12, sector de las inhibiciones y los complejos.

Veamos ahora qué sucede si consultamos la carta de la primera revolución armónica de Mercurio geocéntrico en el sistema de armónicos de la edad + 1. Lo único que tenemos que hacer para hallar el número del armónico que le corresponde es sumar 1 a la carta anterior:

3,672961 + 1 = 4,672961

Con sólo cambiar el 3 por un 4 en la casilla de Harmonic Chart Factor obtenemos esta otra carta:

Alan Turing. Armónico 4,672961


Aquí tenemos al propio Mercurio enfrentado por oposición a una estrecha conjunción de Saturno con Marte que le aflige desde la casa 8. Urano interviene también en la configuración, enlazándose por trígono a Mercurio y por sextiles a Saturno y Marte. La oposición de Saturno a Mercurio puede representar una obstrucción al libre curso del pensamiento y de la expresión, debido a fuertes inhibiciones, temores, escrúpulos morales, sentimientos de culpa y a la permanente sensación de que uno va a ser juzgado severamente por sus palabras. El discurso puede ser lento, monótono, calculado o simplemente abortado. Pero la presencia del trígono de Urano a Mercurio le brinda el apoyo necesario para no dejarse abrumar por los recelos de Saturno y atreverse a expresarse incluso con urgencia. El resultado es muy parecido al del análisis que hicimos de la carta anterior, porque allí Urano se enfrentaba a Saturno en el contexto de una "carta de Mercurio" y aquí Mercurio se enfrenta a Saturno apoyado por Urano en el mismo contexto. Pero si hacemos abstracción del contexto y nos fijamos principalmente en Mercurio, la primera carta no sugiere problema alguno relacionado con el habla, mientras que en la segunda esa posibilidad salta inmediatamente a la vista, por la oposición de Mercurio con los dos tradicionales "maléficos".

En cualquier caso, las dos cartas contienen mucho más de lo que aquí he comentado muy someramente. Confío, no obstante, en que sirvan como ilustración tanto del método de cálculo como de la potencia o utilidad de este recurso para profundizar en áreas específicas de la interpretación.


viernes, 16 de abril de 2010

Armónicos planetarios



Ya he hablado de los armónicos planetarios de Greig en la entrada titulada Cadencias microcósmicas del pasado 16 de marzo y también he incluido un texto suyo sobre el tema en la página de Astrodigitalia ( Armónicos planetarios según John E. Greig). Allí nos resume Greig la cuestión en los siguientes términos:
"De alguna manera surgió la idea de que no había razón por la que no debiera considerar una posición planetaria como indicadora de un armónico particular con el que el planeta "vibraría" en el círculo zodiacal. Así, un planeta a 22° de Leo "vibraba" con el armónico relacionado con la posición de 22° de Leo en ese círculo. Parece lógico que dividir los 360° del círculo por esta posición en longitud absoluta produciría el armónico de 22° de Leo y un planeta en esta posición estaría, por tanto, en "vibración" con ese armónico."

Un planeta a 22º de Leo, por cierto, estaría a dos grados del aspecto de biquintil con el punto vernal septentrional o cero de Aries. Los biquintiles pertenecen a la serie del 5 y, por tanto, se transforman en conjunciones en el armónico 5. Pero si dividimos 360 por los 144 grados de que consta un biquintil obtenemos como resultado 2,5. En efecto, el armónico fraccionario 2,5 es el primer armónico donde dos planetas en biquintil forman una conjunción. El armónico 5 sólo es el segundo y, después de él, todos los demás múltiplos de 2,5 contendrán la misma conjunción, suponiendo que el biquintil fuera exacto.

Supongamos, entonces, que alguien naciera con Mercurio a 24º 00' de Leo (144 en grados absolutos). Lo que nos dice Greig es que todo planeta situado 144 grados después del origen del zodíaco vibra con el armónico 2,5. Pero nos dice todavía algo más. Puesto que el armónico 2,5 es el que vibra específicamente con tal planeta (Mercurio, en nuestro ejemplo), éste planeta se convierte en dueño de ese armónico, de tal manera que todos los demás planetas del armónico 2,5 se subordinan a él y funcionan como matices de la energía de ese planeta.

Nosotros podríamos añadir -ya que Greig no lo menciona- que también debería suceder algo semejante con todos los armónicos múltiplos de este primero, a saber: el 5, el 7,5, el 10, el 12,5, etc. En todos ellos, al igual que en el 2,5, la posición ocupada por Mercurio será 0º de Aries. Pero Greig nos oculta este dato y vuelve a dibujar a Mercurio en 24º de Leo también en el armónico 2,5. No nos da ninguna explicación de por qué hace esto. Greig ideó sus armónicos planetarios como cartas auxiliares que ayuden a profundizar en la comprensión de los detalles del funcionamiento de la energía específica de cada planeta. Se comprende, pues, que no debió gustarle mucho encontrar que la posición de todos y cada uno de los planetas de cualquier carta en su propio armónico planetario es siempre la misma, sea cual sea el planeta y esté donde esté en la carta natal; siempre es 0º de Aries. Esto no parece convenir a su propósito de trazar cartas fuertemente marcadas por una idiosincrasia única relacionada con cada planeta. En el armónico planetario de Mercurio, por ejemplo, es natural atribuir la máxima importancia al lugar ocupado por el propio Mercurio; en el de Venus al de Venus, y así sucesivamente. Pero si ese lugar es siempre el mismo, sea cual sea el planeta o sea cual sea la carta de partida, todos estos armónicos planetarios estarían contando básicamente la misma historia, que es todo lo contrario de lo que él buscaba. Su solución: "dejemos al planeta donde estaba".

Pero si lo pensamos bien, veremos que en la carta natal (armónico 1) el planeta estaba "en cualquier parte del zodíaco", mientras que en su armónico planetario está nada menos que en el mismísimo Punto Vernal, la cúspide del signo de Aries y el comienzo del zodíaco. ¿Hay algún lugar en todo el zodíaco que otorgue más protagonismo a un planeta que ese? Recordemos que 0º de Aries y 0º de Libra no son simplemente puntos donde comienzan signos, sino que son, por decirlo así, los Nodos del Sol (los puntos en que la órbita aparente del Sol se cruza con el Ecuador Celeste). Por tanto, manteniendo al planeta en el lugar que realmente le corresponde ocupar en su propia carta armónica (el 0º de Aries) no se disminuye ni su importancia ni su significado. Otra cosa es que no se deba perder de vista la posición de Mercurio en la carta natal a la hora de integrar toda la información sobre este planeta.

Al aplicar la técnica de los armónicos de la edad a casos como el de los premios Nobel de Marie Curie o las bodas de Carlos de Gales tuvimos necesidad de averiguar la duración del ciclo armónico de algunos planetas. Para ello, dividimos 360 por la longitud del planeta en grados absolutos. Un armónico planetario se obtiene, según Greig, dividiendo 360 por la longitud del planeta en grados absolutos. Es exactamente la misma fórmula; por consiguiente, el valor de un armónico planetario equivale a la longitud del ciclo armónico del mismo planeta.

Así, por ejemplo, el ciclo armónico de un planeta a 0º de Cáncer (90 grados absolutos) es 4 (360/90). En el armónico 4 y en todos los múltiplos de 4 ese planeta estará a 0º de Aries (4, 8, 12, 16, etc.). Sumando 1 a cualquier armónico de la serie anterior obtendremos el valor de un nuevo armónico en el que el planeta ocupará la misma posición que en la carta natal (armónico 1). Esta segunda serie de armónicos corresponde a las sucesivas revoluciones armónicas del planeta (5, 9, 13, 17, etc.). Podemos entonces concebir un armónico planetario de Greig como la primera revolución armónica de un planeta dado en una serie que comienza en el armónico cero. ¿Qué significa esto?

Ya vimos que hay dos maneras de enfocar los armónicos de la edad. Una de ellas toma directamente la edad de una persona como número del armónico que le corresponde en un momento determinado. Como la edad de un recién nacido es cero, en este sistema hay que partir del armónico cero. En el armónico cero, todos los planetas están a cero de Aries. Cada planeta volverá a estar a cero de Aries en su propio armónico planetario, el cual es, al mismo tiempo, su primera revolución armónica dentro de este sistema.

La otra manera de usar los armónicos de la edad es partiendo del armónico 1 (que es la carta natal) y añadiendo un armónico por cada año de vida. En este sistema, la primera revolución armónica se produce, lógicamente, en el primer armónico mayor que 1 en el que el planeta vuelve a ocupar la misma posición que tenía en la carta natal. Este armónico se obtiene dividiendo 360 por la longitud del planeta en grados absolutos y sumando 1 al resultado. O, lo que es lo mismo, sumando 1 a su armónico planetario de Greig. Creo que esta revolución armónica tiene tanto derecho al rango de armónico planetario como la que se origina en el armónico cero.

Visto de esta manera, los armónicos planetarios de Greig son una mezcla de dos revoluciones armónicas primitivas, pues su procedimiento equivale a tomar la posición del planeta de referencia de su primera revolución armónica de origen 1 y el resto de las posiciones planetarias de la revolución armónica de origen 0.

Pero según lo dicho, todas las revoluciones armónicas, no sólo las primeras, tienen igual derecho al título de armónicos planetarios. Sin embargo, es de esperar que la primera tenga raíces más profundas, debido a que es la que se experimenta antes en el tiempo según la secuencia de los armónicos de la edad y a que las experiencias más tempranas, como demuestra la psicología evolutiva, son las que producen una impresión más fuerte y duradera. Y también porque pueden jugar un papel análogo al de los números primos en las series de armónicos; todos los armónicos que son múltiplos de algún número primo remiten a éste como fuente última de su significado.

Lo que yo he añadido a los armónicos planetarios de Greig es, pues, lo siguiente:

(1) No sólo vale como armónico planetario el resultado de dividir 360 por la longitud en grados absolutos de un planeta dado, sino también todos los múltiplos de este valor, aun cuando posiblemente el primero de la serie sea el más relevante.

(2) También valen como armónicos planetarios todos los que resultan de sumar 1 a cualquiera de los mencionados en el apartado anterior (serie de revoluciones armónicas de la posición natal). También en este caso podemos presumir que la primera revolución sea la más determinante.

(3) Para el cálculo de los armónicos planetarios, al igual que para el de ciclos armónicos con el que están indisolublemente ligados, son válidas no sólo las longitudes geocéntricas de los planetas sino también las longitudes heliocéntricas.

(4) Todo lo anterior es válido no sólo en relación con los habituales ciclos zodiacales levógiros, sino también con los menos usados ciclos armónicos dextrógiros.

Estas aseveraciones, no obstante, son, más que nada, conclusiones teóricas, todavía muy insuficientemente comprobadas en la práctica. Se ofrecen como una guía para experimentar.

Al final de la entrada anterior mostré un ejemplo poco desarrollado de primera revolución armónica dextrógira de Venus heliocéntrico del reverendo Jim Jones, tratada como armónico planetario de ese Venus. En una próxima entrada veremos otro ejemplo más sencillo, pero con más detenimiento.


© 2010, Julián García Vara



lunes, 12 de abril de 2010

La fatal seducción de Venus



El pasado verano se estrenó en USA la pelicula Orphan (La huérfana) de Jaume Collet-Serra, que trata de una niña llamada Esther, aparentemente dulce y sensible, con notables aptitudes para la pintura y la música, retraída y diferente a los otros niños que conviven con ella en un orfanato a la espera de ser adoptados. Un matrimonio que acaba de perder a una hija antes siquiera de que llegara a nacer busca consuelo en la adopción de esta niña tan encantadora, la cual, finalmente, resulta ser una hábil manipuladora de sentimientos y una asesina en serie extremadamente cruel.



En lenguaje astrológico podríamos decir que por debajo de un Venus claramente manifiesto se oculta alguna configuración complicada de planetas "duros" y aspectos "difíciles". Esther es un personaje de ficción, sin carta natal conocida, pero de Isabelle Fuhrman -que es quien la interpreta- sí sabemos que nació el 25 de febrero de 1997. En esa fecha el Sol estaba en Piscis, en orbe de conjunción con Venus, y la Luna estaba en Libra, una combinación encantadora de sensibilidad, belleza y armonía. Pero también había una oposición de Saturno con Marte, superpuesta al eje de los nodos y formando parte de una configuración en la que intervienen Plutón y Urano. Este cuadro es bastante más duro e inquietante que la imagen sugerida por las luminarias. No hace falta decir que Isabelle Fuhrman no es Esther, pero algo de su personaje debe tener cuando fue escogida para encarnarlo entre otras muchas candidatas.

Como tantas veces se ha repetido, la realidad supera con creces a la ficción; en efecto, tenemos un personaje real que, a decir de T. Patrick Davis, usó su Venus para persuadir a cerca de un millar de personas a quitarse voluntariamente la vida mediante la ingestión de una bebida envenenada. Pat Davis, en el contexto de una serie de ejemplos sobre progresiones heliocéntricas de Venus incluidos en su libro Revolutionizing Astrology with Heliocentric, nos lo explica con las siguientes palabras:

REVERENDO JIM JONES: LIDER DE SECTA
Nacido el 13 de mayo de 1931 en Lynn, Indiana (40N03-84W36) a las 10:00 p.m. CST de acuerdo con su certificado de nacimiento. Su carta ha sido rectificada a las 9:53 p.m.*
[*Aunque la autora consigna 84W36 como longitud geográfica de Lynn, el dato correcto es 84W56. En realidad, parece que Jones tampoco nació en Lynn, sino en Crete, una localidad cercana desde la cual su familia se trasladó a Lynn durante la infancia de Jim Jones. Las coordenadas de Crete, Indiana, son 84º 51’ 42” W, 40º 02’ 36” N. (Nota mía)]


Carta "geoheliocéntrica" de Jim Jonesdibujada por la mano de T. Patrick Davis, según su particular estilo.
Cada planeta aparece dos veces, una en su posición geocéntrica y otra en su posición heliocéntrica. Los planetas heliocéntricos se distinguen por un punto en trazo grueso. El Sol y la Luna se muestran sólo una vez, en su posición geocéntrica. La pareja Tierra/Luna heliocéntrica es omitida.
Este es otro caso que muestra la progresión de Venus heliocéntrico al Sol; los resultados fueron completamente distintos que en los ejemplos anteriores – pero aun así, la correspondencia del aspecto con la situación puede apreciarse cuando se examina la historia.
El 18 de noviembre de 1978 en Jonestown, Guyana, en torno a las 5:15 p.m. AST, el reverendo Jim Jones echaba una mirada sobre los cuerpos de sus casi novecientos seguidores que se habían suicidado en masa con cianuro a instancias suyas. A continuación se disparó en la cabeza.
Aunque estaba fuertemente drogado al comienzo de la espeluznante escena que conmocionó al mundo, fue lo suficientemente consciente de que él podía usar su considerable poder de persuasión sobre las dóciles almas de quienes le habían entregado sus fortunas y le habían seguido fuera de los Estados Unidos no mucho antes a fin de establecer una colonia religiosa.




Se debe observar que en la carta de Jones, el Sol está en el signo de Tauro regido por Venus; el Sol está en su propia casa natural, la quinta; el Sol es regente de Leo, que se encuentra en la cúspide de la octava casa.
Era un descubrimiento asombroso, totalmente inesperado, encontrar que este acontecimiento completamente increíble había coincidido con la progresión de Venus heliocéntrica sobre su Sol. Venus se había trasladado desde su posición natal en la segunda casa hasta los 22º 05’ de Tauro: una conjunción con su Sol a 22º 24’ de Tauro. Aparte de ésta, la única progresión que afectaba a su Sol era la del propio Sol que se había desplazado hasta la semicuadratura. Jones tenía cuarenta y siete años y medio de edad.
Como puede verse en los ejemplos anteriores, el significado de esta importante progresión, Venus-a-Sol, no es definitivamente una provocación al suicidio – lejos de eso. Esta coincidencia con tal evento debe atribuirse a otros factores en su carta y su disposición – fuertemente paranoica en ese tiempo. Ciertamente, el aspecto no ayuda a describir la excepcional posición de poder que recientemente había alcanzado sobre las mentes, los recursos y las vidas de sus seguidores. Él los gobernaba como un señor feudal.
El principio del placer de Venus y sus atractivas cualidades se unían con el afán de poder y de notoriedad que se asocian con el Sol. Se informó que Jones había disfrutado este drama al comprobar el inmenso poder que tenía sobre sus seguidores. Se regodeaba con que su impacto sobre estas personas fuera tan grande que estuvieran dispuestas, incluso dirigiéndose ansiosamente al lugar donde se preparaba y distribuía la bebida con mezcla de cianuro, a tomarla y ponerla en la boca de sus hijos y luego en la propia.
Es evidente que sus seguidores fueron cegados por las emanaciones de su esencialmente hermosa influencia. Utilizó esto para empujarlos a verle como Dios (Sol) y reiteradamente manifestó su gran amor (Venus) hacia todos ellos. Con monótonas entonaciones, les aseguró una y otra vez que irían todos juntos al cielo y vivirían en el paraíso. Estos son hechos conocidos; constituyen también una vívida demostración de la efectividad de Venus heliocéntrico aspectando al Sol como una fuerza magnética.
¿Podría una carta mostrar de alguna forma la inclinación de una persona a persuadir a cerca de novecientas almas para que cometan suicidio? No lo creo. Otros nacieron hacia el mismo tiempo que Jones; su contribución a la historia de la locura humana es única - ¡afortunadamente!
Hay una estructura de fuerzas en su carta que merece ser comentada. Empecemos con Mercurio y Neptuno geocéntricos. Ambos están en intensificadas posiciones estacionario-directas y en un trígono estrecho el uno con el otro. Las implicaciones de esta configuración son generosamente acentuadas por Mercurio heliocéntrico en la casa 12 (el hogar natural de Neptuno) en Sagitario. Este Mercurio en casa 12 teje una red por varios rincones de la carta y conecta con muchas otras posiciones planetarias. Con esta disposición de energías, uno puede fácilmente creerse inspirado por la divinidad. Este tipo de convicciones han provocado demasiados acontecimientos que han traído más sufrimiento que felicidad a lo largo de la historia. Esto puede conllevar terroríficas consecuencias.
La sensibilidad de este Mercurio heliocéntrico en casa 12 se muestra a través de los tránsitos del día de los hechos. Mercurio heliocéntrico natal, a 18º 00’ de Sagitario, estaba siendo transitado por Neptuno geocéntrico y heliocéntrico a 17º y 18º de Sagitario y por Mercurio geocéntrico a 18º de Sagitario.
Con toda la configuración de fuerzas de Mercurio-Neptuno desafiada a encontrar soluciones a problemas mientras bajo la influencia de Mercurio-Neptuno se consumen drogas, no hay forma de predecir qué tipo de solución debería de repente parecer ser la respuesta correcta.
ALGUNAS DE LAS PROGRESIONES PARA EL 18 DE NOVIEMBRE DE 1978.
MC 12º 33’ Sagitario
Luna 15º 43’ Capricornio
Ascendente 28º 48’ Acuario
helio Venus 22º 05’ Tauro
geo Venus 19º 05’ Géminis
Sol 7º 54’ Cáncer
geo Mercurio 8º 58’ Cáncer
helio Mercurio 12º 26’ Cáncer
geo Marte 11º 03’ Virgo
helio Marte 14º 57’ Libra


(T. Patrick Davis, Revolutionizing Astrology with Heliocentric, pp.68 y ss.)



Además de cuanto expone Pat Davis, había otros tránsitos que ella no menciona, como el del nodo norte de la Luna pasando por el grado de Marte heliocéntrico natal, el de Saturno heliocéntrico transitando en cerrada oposición a Venus heliocéntrico natal y en conjunción a Neptuno, o el de Marte geocéntrico sobre la cúspide de la casa 12. Por armónicos de la edad + 1, Marte cruzaba la cúspide de la casa 8.

Pero, aparte de todo eso, podemos preguntarnos qué papel jugó exactamente Venus heliocéntrico en el desencadenamiento de la tragedia. Algunos pensarán que la coincidencia con la progresión de Venus es anecdótica y que los verdaderos operadores astrológicos deben ser otros. Pero también es posible que haya algo en el Venus heliocéntrico de Jim Jones que lo haga particularmente peligroso y capaz de manifestaciones muy distintas a las que este planeta nos tiene acostumbrados. ¿Cómo podemos saberlo?

Los armónicos nos brindan recursos para profundizar en el estudio de planetas específicos mediante cartas completas que se refieren principalmente a ellos. Los más destacables son los armónicos planetarios de Greig y las primeras revoluciones armónicas. De los primeros ya he hablado en una entrada anterior y de las segundas espero hacerlo en una próxima, pero por hoy y para no alargar esto con detalles técnicos, me limitaré a mostrar una de estas cartas armónicas, que se refieren específicamente al Venus heliocéntrico de Jim Jones.



Primera revolución armónica dextrógira
de Venus heliocéntrico de Jim Jones.


La carta mostrada arriba puede considerarse un modulador de la energía de Venus heliocéntrico, que absorbe dentro de sí la configuración total de la carta y la adhiere como uno de los patrones de estilo bajo los cuales puede manifestarse. Hallamos a Plutón, Saturno y Neptuno conjuntos entre sí y al Ascendente, todos ellos en oposición a Tierra/Luna y en cuadratura con Urano y con Júpiter. Venus, Marte y Mercurio enlazan con la Gran Cruz mediante sextiles y trígonos, de modo que ningún planeta queda al margen de la trama.

Esta carta puede describir a una persona cuyo principal objeto de amor es él mismo (énfasis en el Ascendente), que ama o busca amor por motivos económicos o con afán de posesión (Venus en casa 2), con gran capacidad de manipulación (Plutón/Saturno/Neptuno-Tierra/Luna) y tendencias autodestructivas (Plutón/Saturno/Ascendente). Los aspectos tensos que dominan esta "carta de Venus" pueden indicar un estado interior altamente conflictivo y problemático, intenciones ocultas y ambiciones escondidas bajo una aparente dulzura. Sé que es fácil decir todo esto cuando ya se conoce el caso, pero aunque no lo conociéramos no me resulta fácil imaginar muchas cartas tan duras como ésta.

© 2010, Julián García Vara


viernes, 9 de abril de 2010

Cartas "geoheliocéntricas"



Dentro del todavía reducido grupo de astrólogos que han logrado superar las reticencias que inspira la idea de trabajar con cartas astrales heliocéntricas, podemos distinguir una variedad de enfoques que van desde el "purismo" aparentemente más racional y precavido hasta el más salvaje de los "mestizajes". La primera postura aísla cuidadosamente los sistemas geocéntrico y heliocéntrico, tratando de evitar que la carta heliocéntrica sufra cualquier tipo de "contaminación" de elementos que son propios de la carta geocéntrica. La segunda postura, por el contrario, mezcla indiscriminadamente los planetas de ambas cartas, sean natales o en tránsito, y no tiene reparos en trasladar hasta el Sol el horizonte del lugar de nacimiento junto con el sistema de casas que lleva adherido.

T. Patrick Davis evolucionó desde una postura purista inicial hasta una fusión de las dos cartas en un mismo gráfico, con las posiciones de los planetas duplicadas y los aspectos cruzados. Tan pronto como se convenció de que un planeta en tránsito heliocéntrico puede afectar tanto a un planeta radical heliocéntrico como a uno geocéntrico y viceversa, no vio ya razón para mantener las cartas separadas. Por extraño que parezca, un planeta heliocéntrico transitando por el grado del MC o del Ascendente se hace notar tanto como uno geocéntrico, o incluso más.

Como las cúspides de las casas dependen del meridiano y del horizonte del lugar de nacimiento, el cual es normalmente algún punto de la superficie de la Tierra, no parece que tenga sentido dibujar las casas en una carta que registra la configuración de los planetas vistos desde el Sol. Por esta razón, las cartas heliocéntricas que podemos obtener en Astrodienst no llevan dibujadas las casas. Pero sí llevan dibujado un zodíaco, ya sea tropical o sideral, a elección del usuario. ¿Tiene sentido esto? El zodíaco tropical se define a partir de las relaciones entre el Ecuador Celeste y la Eclíptica, que son respectivamente una proyección del ecuador terrestre y la aparente órbita del Sol en torno a la Tierra, es decir, geocéntrica. Por tanto, una carta heliocéntrica "pura" debería prescindir también del zodíaco tropical, cuya naturaleza es cien por cien geocéntrica. Un zodíaco sideral sería, en este caso, más apropiado, en el supuesto de que realmente exista algún zodíaco sideral astrológicamente operativo. Pero como esto es más que discutible (véanse las razones de ello en mi artículo ¿Existe la Era de Acuario?) resulta que una carta heliocéntrica "pura" no debería contener nada más que los planetas y sus aspectos, sin signos ni casas.



Nadie usa, sin embargo, que yo sepa, cartas heliocéntricas hasta tal punto inmaculadas. Lo que solemos llamar "cartas heliocéntricas" son en realidad -se tenga o no conciencia de ello- un híbrido entre el sistema heliocéntrico y el geocéntrico. Situamos el Sol en el centro (salvo T. Patrick Davis, que lo coloca en su posición geocéntrica dentro de la carta heliocéntrica y, a cambio, prescinde de la Tierra), pero al incluir el zodíaco tropical -que es el que se suele usar en las cartas heliocéntricas- estamos tomando la órbita de la Tierra y la inclinación de su eje como referencia para fijar el escenario que dará sentido astrológico a las posiciones heliocéntricas de los planetas y a sus tránsitos. Y si además -como hace, por ejemplo, el programa Astrolog- mantenemos las cúspides de las casas, lo que queda como "carta heliocéntrica" es más bien una visita de cortesía que los planetas heliocéntricos hacen a la carta geocéntrica, recorriendo sus signos y casas, pero conservando "su acento extranjero".

Puesto que este tipo de cartas, llamadas "heliocéntricas" sin demasiados remilgos, están de hecho constituidas por una mezcla de elementos geocéntricos y heliocéntricos, no debería sorprender tanto que los aspectos cruzados entre planetas de ambas cartas resulten significativos, ya sea en la interpretación de un tema natal o en la consideración de tránsitos, progresiones, revoluciones y direcciones. Porque, a fin de cuentas, lo que estamos cruzando son posiciones tropicales con posiciones tropicales. Dos zodíacos cuyos centros están separados entre sí por valor de un radio de la órbita de la Tierra, pero que en todo lo demás son gemelos idénticos o, si se quiere, siameses.


lunes, 5 de abril de 2010

Las bodas de Carlos de Gales

El príncipe Carlos de Gales nació en Londres el 14 de noviembre de 1948, a las 21:14 GMT, según una nota de prensa aparecida en el Times. Algunos astrólogos han ensayado rectificaciones de su hora de nacimiento, pero, por lo general, se limitan a adelantarla unos pocos segundos. Así, por ejemplo, Carlos Alberto Carrillo propone las 21:13:46 ( véase su trabajo Rectificación de la hora del Principe Carlos con Tránsitos al instante y Direcciones Primarias Cosmobiocentricas.) y Juan Estadella en su libro Técnicas avanzadas en astrología predictiva (Barcelona, 2004) habla de una rectificación de 23 segundos. Carrillo estima en 16 segundos el margen de error de su rectificación, pero como sólo ha modificado la hora de partida en 14 segundos, se ve que no hemos avanzado mucho.

En todo caso, no parece que la hora publicada se aleje sensiblemente de la verdadera, de manera que podemos utilizarla para calcular sus cartas armónicas, asumiendo que las cúspides de las casas no sufrirán alteraciones demasiado drásticas por unos pocos segundos de diferencia.


El príncipe Carlos se casó con Diana Spencer el 29 de Julio de 1981. Su edad exacta era 32,7033 años. A esta cifra hemos de sumar una unidad para calcular su armónico de la edad + 1 correspodiente al suceso. En el armónico 33,7033 encontramos a la Luna ubicada en el mismo grado de la cúspide de la casa séptima (5 de Acuario), que es la que tradicionalmente se asocia con el matrimonio.




armónico 33,7033 de Carlos de Gales

Vemos también a Saturno en el grado de la cúspide de la casa 4. Si se tratara de una carta horaria o eleccional podríamos deducir de esta posición que el asunto no terminaría bien, porque la casa 4 nos habla del final de las cosas y su cúspide no solamente está ocupada por Saturno sino en cuadratura con Plutón. Pero como no se trata de una carta de ese tipo, no debemos esperar que nos indique otra cosa que la situación en la que se encontraba Carlos en esa fecha. La conjunción de Saturno a la cúspide de la 4 es, al mismo tiempo, una oposición a la cúspide de la 10, y la cuadratura de Plutón afecta por igual a ambas cúspides. Estos aspectos pueden representar un cierto disgusto en su entorno familiar, que no veía con muy buenos ojos la elección de Carlos. Por otra parte, puesto que su matrimonio "nació" con esa carta armónica, no es equivocado del todo usarla como si se tratara de una carta horaria o eleccional.

Carlos se separó de Diana oficialmente el 9 de diciembre de 1992 y el divorcio se hizo efectivo el 28 de agosto de 1996, un año antes de la muerte de Diana. El camino estaba despejado para su nueva boda con Camilla Parker; sin embargo, esperó más de ocho años antes de decidirse a dar este nuevo paso, el 9 de abril del 2005. En esta segunda boda, la edad de Carlos era 56,3999 años. Sumando 1 obtenemos el armónico que le corresponde, el 57,3999.


armónico 57,3999 de Carlos de Gales

De nuevo nos encontramos a la Luna muy cerca del grado de la cúspide de la casa 7, y aún hubiera estado un poco más cerca de no haberse retrasado algo la boda por la inesperada coincidencia de la fecha inicialmente prevista con los funerales del Papa Juan Pablo II.



Si estuviéramos mirando tránsitos, no deberíamos dar demasiada importancia al paso de la Luna por la cúspide de la casa 7, porque es un tránsito que se repite todos los meses. Pero como estamos mirando direcciones armónicas, necesitamos conocer la posición de la Luna en la carta natal para saber a qué velocidad se desplaza en este sistema de direcciones y con qué frecuencia cruza la cúspide de la casa 7. En el nacimiento de Carlos, encontramos que la Luna estaba a 0º 25' 52" de Tauro, que en grados absolutos es 30º 25' 52". Esta posición en grados absolutos es también la magnitud de su desplazamiento anual, el cual, como vemos, asciende a muy poco más de un signo completo por año. Por tanto, empleará poco menos de 12 años en dar una vuelta completa a la carta y también en pasar dos veces consecutivas por una misma cúspide.

En efecto, vemos que la diferencia de edad entre las dos bodas es de algo menos de 24 años, lo que significa que en el tiempo comprendido entre ambas la Luna solamente pasó por la cúspide de la casa 7 en una oportunidad, cuando Carlos contaba 44 años y todavía no había obtenido el divorcio. En total, hasta el día de hoy, la Luna "armónica" de Carlos ha cruzado cinco veces la cúspide de su casa 7. En las dos primeras tenía 8 y 20 años de edad, respectivamente, siendo aún muy joven para casarse. En la tercera se casó con Diana. En la cuarta, aún no había obtenido el divorcio. En la quinta se casó con Camilla.

Ésta no es, sin embargo, una receta extrapolable a otras cartas. Sin necesidad de comprobarlo, podemos estar seguros de que no todo el mundo se casa cuando su Luna "armónica" cruza la cúspide de su casa 7. Los ciclos armónicos se viven de un modo muy personal y único que, en parte, depende del juego de influencias recíprocas de todos los factores internos de cada carta y en parte, simplemente, de otros factores que están más allá de lo que cualquier esquema astrológico es capaz de abarcar.

En el caso de Carlos, tal vez el hecho de que su Luna natal estaba en trígono con Saturno y en sextil con Urano tenga algo que ver con la vinculación que parece existir en su vida entre la Luna y el matrimonio, toda vez que Saturno y Urano son considerados los regentes de Acuario y que éste signo aloja no sólo la cúspide de la 7 sino la totalidad de la casa.

En la entrada anterior de este blog vimos cómo dos pasadas consecutivas de Plutón "armónico" por el MC de Marie Curie coincidieron con la obtención de sus dos premios Nobel. Ahora vemos cómo dos pasadas de la Luna "armónica" de Carlos de Gales por su Descendente coinciden con la celebración de sus dos bodas. Ninguno de estos casos hubiera podido detectarse si sólo hubiéramos mirado armónicos de la edad domificados con el sistema de casas iguales a partir del ascendente armónico, que -por desgracia- es el más utilizado. Los mencionados contactos de Plutón al MC y de la Luna al Descendente sólo existen si mantenemos inalteradas las cúspides de las casas de la carta natal (armónico 1).

No es muy corriente que un mismo tipo de acontecimiento especialmente importante se repita dos veces en la vida de una misma persona, y menos todavía que en ambos casos vayan acompañados de una misma condición astrológica que los refleja adecuadamente, de acuerdo con el sistema de traducción de signos celestes que la tradición nos ha legado y la moderna investigación ha enriquecido. Con ayuda de los armónicos podemos llevar estos análisis mucho más lejos de lo que hasta hace muy poco era posible. Y apenas estamos empezando.


© 2010, Julián García Vara