lunes, 14 de noviembre de 2011

Dinero llovido del cielo interior



Una persona que obtuvo un premio importante en la lotería el 6 de septiembre de 1995 en Nueva York nació en Long Island, NY, el 5 de febrero de 1965 a las 4h 05m (9h 05m GMT). Podemos preguntarnos si esto se refleja de alguna manera en su carta natal o en las indicaciones vigentes para la fecha del sorteo por cualquiera de las técnicas de predicción y análisis de sucesos habitualmente usadas en astrología o por alguna de las técnicas nuevas que he venido presentando en diversos artículos de este blog. Una pregunta como esta se asume con naturalidad en los foros dedicados a la discusión sobre temas específicos de astrología y, de hecho, los datos de este caso están tomados de uno de estos foros ("Sobre ganadores de lotería", Astrodestino, 6-12-2008). Sin embargo, no es una  pregunta como otra cualquiera; no se puede poner, sin más, al lado de cuestiones tales como si una enfermedad o un accidente o un acceso de ira o de entusiasmo o de amor se verá o no condicionado o reflejado por la disposición de los planetas en un momento dado en relación con una carta natal. Porque los que todavía piensan que los planetas actúan sobre nosotros a través de alguna fuerza física conocida o desconocida que, de alguna manera, tiene el poder de alterar el funcionamiento de nuestro sistema nervioso o vegetativo pueden sostener que todos esos acontecimientos o estados emocionales que he nombrado son consecuencias indirectas de los cambios físicos provocados en el organismo por los "efluvios" de los planetas, sea cual sea su naturaleza. Pero en el caso de un sorteo puro no parece muy razonable, en principio, pretender que el estado físico o emocional de todas las personas que  se juegan algo en él tenga incidencia sobre la disposición y los movimientos de unas bolitas numeradas en un bombo agitado mecánicamente en un lugar en el que ni siquiera están presentes los jugadores. Si, a pesar de todo, podemos localizar claros indicadores astrológicos de este tipo de importantes cambios en la fortuna de las personas a través de los juegos de azar, parece que de ahí se derivarían dos interesantes consecuencias. La primera es que estos juegos no serían tan de azar como su nombre indica, sino que, por decirlo así, los planetas no dejan al azar ni el mismo azar. La segunda es que nuestra conexión con los planetas no sería tan física como algunos imaginan, porque ninguna fuerza física conocida tiene el poder de discriminar entre los números impresos en las bolas de los sorteos, seleccionar las que coinciden con los números que una persona marcó en su boleto y provocar que se abran camino entre las otras en el momento oportuno.

La carta natal de la persona agraciada con el premio al que aludimos al principio es la siguiente:


Júpiter, que según el esquema de dignidades planetarias transmitido por Ptolomeo sería el regente del Ascendente, se sitúa al comienzo de la casa 5, una de las más directamente relacionadas con los juegos de azar, y en el signo de Tauro, que se asocia con la comodidad y las posesiones. El Sol y Saturno ocupan la segunda casa, relacionadas con bienes adquiridos e ingresos económicos, y Mercurio, al final de la casa primera, está en conjunción con la cúspide de la casa segunda, o puede que en el interior de la misma casa 2 si la hora declarada no fuera muy exacta. La Parte de la Fortuna, según la fórmula de Ptolomeo, queda al principio de la casa 2, pero según la fórmula de Manilius se emplaza en el mismo grado de la cúspide de la casa 11. De todas formas, algunos autores también relacionan la casa 11 con los juegos de azar.

La fecha del sorteo es el miércoles 6 de septiembre de 1995. Al parecer, aunque no he podido confirmar este extremo, los sorteos de la New York lotto de los miércoles se realizan a las 11:21 pm, que en GMT es ya el día 7, a las 4:21 a.m. Si miramos los tránsitos convencionales para la fecha del acontecimiento, vemos que la Luna se movía por la casa 2 en conjunción al Sol natal. Pero éste es un tránsito que se repite cada mes, es muy fugaz y tiene escasa importancia. Júpiter transita el grado de la cúspide de la casa 12, pero no es ahí donde esperaríamos encontrarlo en un día tan jubiloso. La casa 12 va más bien asociada a experiencias tristes y limitantes. Sin embargo, debe observarse que un planeta en la cúspide de la casa 12 hace un sextil mundano con la cúspide de la 2 y un trígono mundano con la cúspide de la 8, casas ambas relacionadas con bienes adquiridos por uno mismo (casa 2) o producidos por otros, pero en los que tenemos participación (casa 8). Aun así, la mayoría de los astrólogos consideraría más afortunado el tránsito de Júpiter por el grado ascendente que por el grado de la cúspide de la duodécima casa. Puesto que esta conjunción entre Júpiter y el Ascendente no aparece en los tránsitos geocéntricos, podemos probar con los heliocéntricos.


Primera conjunción Júpiter - Ascendente 

Si miramos los tránsitos heliocéntricos encontraremos a Júpiter en una posición algo más avanzada, a 18º 16’ de Sagitario, ya dentro del orbe admisible para una conjunción con el Ascendente a 26º 47’ del mismo signo. Pero los 8º 31’ que separan todavía a este Júpiter heliocéntrico del Ascendente, aunque en una carta natal autorizan a hablar de conjunción, suponen sin embargo una distancia demasiado grande para un tránsito. Ahora bien, los planetas medios no suelen estar muy lejos de sus correspondientes planetas físicos. ¿Podría entonces esa distancia ser salvada por un tránsito de Júpiter heliocéntrico medio?*
* Sobre planetas medios y direcciones armónicas, véase Ciclos armónicos en este mismo blog.

Segunda conjunción Júpiter - Ascendente

La fórmula general para el cálculo del armónico que incluye la posición media del planeta que define los ciclos implicados es la siguiente:

Armónico = ((edad /periodo astronómico) x ciclo armónico) + 1

En este caso, la edad en años trópicos es 30,584644. Como periodo o ciclo astronómico podemos usar 11,86 en una primera aproximación. El ciclo armónico de Júpiter heliocéntrico es 6,1469071.

     ((30,584644 / 11,86) x 6,1469071) + 1 = 16,851683

En el armónico heliocéntrico 16,851683 Júpiter queda a 26º 56’ de Sagitario, a sólo 0º 09’ del Ascendente.**
** La precisión real puede ser mayor o menor de la que aquí hemos consignado, no sólo porque pequeñas variaciones en la hora de nacimiento pueden modificar algo la posición exacta del Ascendente, sino también porque las coordenadas geográficas de Long Island son difíciles de establecer, debido a la vastedad de su territorio. Para la carta expuesta más arriba he tomado las coordenadas de http://www.mundivideo.com/coordenadas_chrome.htm

 Armónico 16,851683 heliocéntrico correspondiente a la ecuación
un ciclo armónico de Júpiter = un ciclo astronómico de Júpiter
para la fecha del sorteo

La diferencia entre la conjunción partil de Júpiter heliocéntrico medio en tránsito al Ascendente y el momento del sorteo es inferior a dos días dentro de un periodo de casi 12 años. Este grado de precisión no se alcanza prácticamente nunca con los tránsitos convencionales. El mismo aspecto realizado por Júpiter heliocéntrico físico no se cumple hasta el 23 de diciembre, es decir, con un desfase de tres meses y medio.


Tercera conjunción Júpiter - Ascendente

Cuando se produce un acontecimiento capaz de cambiar profundamente el modo de vida de una persona, casi nunca viene señalado tan sólo por un aspecto aislado, sino que suele estar presente una acumulación de indicadores en la misma dirección. Por eso precisamente un mismo aspecto produce unas veces efectos notables, mientras que otras veces pasa desapercibido. Si en lugar de comparar el ciclo armónico de Júpiter heliocéntrico con su propio ciclo astronómico lo hacemos equivaler a un año, llegamos al armónico 189,001064. En este armónico Júpiter aparece de nuevo junto al Ascendente, en conjunción, además, con Neptuno y con Mercurio. Júpiter y Neptuno estaban en oposición en la carta natal geocéntrica, entre las casas 5 y 11, ambas relacionadas con los juegos de azar; y Mercurio estaba en conjunción a la cúspide de la casa 2.

 Armónico 189,001064 heliocéntrico correspondiente a la ecuación
un ciclo armónico de Júpiter = un año
para la fecha del sorteo



Cuarta conjunción Júpiter - Ascendente

Por direcciones armónicas en clave de “un ciclo armónico de Marte heliocéntrico = 1 año” nos encontramos de nuevo con la misma conjunción de Júpiter (27º 43' de Sagitario) con Neptuno (24º 53') junto al Ascendente (26º 47'), que esta vez tiene lugar en el armónico heliocéntrico 72,187097. 

Armónico 72,18709764 heliocéntrico correspondiente a la ecuación
un ciclo armónico de Marte = un año
para la fecha del sorteo.




Quinta conjunción Júpiter - Ascendente

Como es sabido, las progresiones secundarias se basan sobre la correspondencia de un día con un año. Hay otra técnica, estrechamente vinculada con las progresiones secundarias, conocida con el nombre de 'direcciones de arco solar'. Las direcciones de arco solar mueven todos los planetas de la carta natal a la misma velocidad que se mueve el Sol progresado por secundarias. Para que cualquiera de estas dos técnicas pueda funcionar, es preciso que previamente las configuraciones planetarias que se plasman en ellas hayan estado activas en forma de tránsitos durante los primeros días de la vida. En efecto, las progresiones secundarias no son otra cosa que tránsitos de efecto largamente diferido. Paralelamente deberíamos poder afirmar que las direcciones de arco solar no son otra cosa que "tránsitos de arco solar" largamente diferidos. Sin embargo, los astrólogos no se han preocupado hasta ahora de diseñar una técnica de "tránsitos de arco solar", es decir, de desarrollar un sistema de prognosis que mueva todos los planetas de la carta natal a la misma velocidad que se mueve el Sol por tránsitos. En realidad han hecho otras cosas prácticamente equivalentes, pero usando el movimiento medio del Sol (clave de Naibod) en lugar de su movimiento verdadero y recurriendo a términos como "atacires", "profecciones" o "direcciones simbólicas" en clave de 360 grados por año. 

La idea que subyace a las direcciones de arco solar es que el Sol natal tiene la capacidad de acoplarse al Sol progresado y arrastrar consigo la carta natal completa al mismo ritmo de desplazamiento de este último. Pero si el Sol natal puede hacer eso con el Sol progresado también tiene que poder hacerlo con el Sol en tránsito, porque el Sol progresado solo es un efecto tardío de resonancia de ciclos del Sol en tránsito. 

En una carta heliocéntrica, el hueco dejado por el Sol es ocupado por la Tierra, que ocupa siempre el punto diametralmente opuesto a la posición del Sol geocéntrico y, como es lógico, se mueve exactamente a la misma velocidad. Podemos, por tanto, ensayar una técnica de "tránsitos de arco terrestre" aplicada a cartas heliocéntricas. El resultado de mover todos los planetas de la carta natal heliocéntrica al mismo ritmo que lo hace la Tierra por tránsitos en la fecha del sorteo de nuestro caso se muestra en el gráfico siguiente:


Júpiter queda ahora a 26º 18' de Sagitario, en el mismo grado que el Ascendente. Como la Tierra completa una vuelta al zodiaco en un año, el paso de Júpiter por el Ascendente por este procedimiento tendrá lugar un día cada año, pero con seguridad en ningún otro año habrá coincidido con la conjunción de Júpiter al Ascendente por su movimiento medio, que ocurre una vez cada 11,86 años. Tanto en esta última como en la que se produce por la ecuación "un ciclo armónico de Júpiter = un año" el planeta clave que tiñe con su influencia la totalidad de las direcciones es el propio Júpiter, de forma que las conjunciones de Júpiter en clave de Júpiter están elevadas al cuadrado.

Las cinco conjunciones de Júpiter al Ascendente que hemos localizado se dan todas ellas en el sistema heliocéntrico o, más bien, en lo que en otro lugar he denominado el sistema geoheliocéntrico, es decir, en esa extraña mezcla de planetas heliocéntricos con cúspides de casas geocéntricas o topocéntricas que, por más que cueste entenderlo, funciona con tanta precisión. Al menos dos de ellas podrían ser exactas en el mismo día del sorteo variando ligeramente las coordenadas geográficas y/o la hora de nacimiento. La primera de las cinco, que es la más alejada del punto exacto de conjunción y, por tanto, la más débil, es la única que podríamos calificar de "conjunción material", en el sentido de que, aunque sea desde un punto de vista heliocéntrico, el cuerpo físico del planeta Júpiter se localizaba realmente en el grado indicado de Sagitario, en términos de un zodiaco tropical expandido, en la fecha del sorteo. Todas las demás son conjunciones "virtuales", "formales" o "simbólicas", en el sentido de que el grado ocupado por Júpiter en cada caso no se corresponde con su posición física en el zodiaco. Sin embargo, estos "lugares vacíos" asociados con Júpiter a través de ecuaciones armónicas, abstracciones matemáticas o movimientos simbólicos, resultan, a la postre, mucho más determinantes que su ubicación material, porque se ajustan con una precisión infinitamente mayor a la fecha real del acontecimiento. 

La posición de Júpiter en las cuatro últimas conjunciones depende siempre, de un modo u otro, de la que ocupaba en la carta natal, es decir, de su ubicación material en el momento del nacimiento de la persona. Pero justo en ese momento parece tener lugar una especie de "desdoblamiento" de Júpiter, el cual, por un lado, continúa moviéndose en el cielo natural de acuerdo con sus elementos orbitales, pero, por otro lado, se interna en un microcosmos específico de la persona dentro del cual parece preferir un tipo de movimiento más regular definido a partir de sus ciclos armónicos. Lo asombroso es que estos "movimientos de Júpiter en el cielo interno de la persona" parecen tener suficiente poder como para modificar o atraer ciertas condiciones de lo que llamamos "el mundo externo". ¿Cómo es posible algo así? 

Salvo que prefiramos atribuir todo a la casualidad y no reconocer ningún tipo de relación entre las conjunciones observadas y el acontecimiento de cambio de fortuna material que se correlaciona con ellas en el tiempo según las fórmulas explicadas, casos como éste reclaman una revisión en profundidad de algunos supuestos más o menos ingenuos que forman parte de nuestra cotidiana concepción del mundo. Si lo que ocurre "dentro de mí" puede condicionar lo que sucede "fuera de mí" sin mi aparente intervención ¿será que en realidad todo sucede dentro de mí? Algo así fue sugerido por Leibniz cuando definió las almas como "mónadas que no tienen ventanas", universos completos cerrados en sí mismos que no pueden entrar en contacto con nada exterior, pero que reproducen en su interior los movimientos de las otras mónadas por un proceso de armonía preestablecida.

© 2011, Julián García Vara.

domingo, 13 de noviembre de 2011

Ciclos armónicos



La noción de 'Ciclo Armónico' ha sido ya introducida por mí en este blog de Cadencias microcósmicas en la entrada que publiqué el 22 de abril de 2010 con el título Transformaciones de arcos. Ya en ese artículo mostré que tanto los armónicos planetarios de Greig como las transformaciones de arcos de Williamsen se pueden subsumir en una categoría superior que hace superfluas esas denominaciones específicas y abarca un rango mayor de posibilidades. Esa categoría no es otra que la de ciclo armónico.

Para entender cabalmente esta noción debemos tratar de pensar en los armónicos de una forma diferente a la que los pocos textos que se han ocupado hasta ahora de este tema nos tienen acostumbrados. Lo habitual es introducir la idea de "carta armónica" desde un punto de vista estático y discreto, que sería conveniente sustituir por un punto de vista dinámico y continuo.

En el modelo estático de los armónicos se sobrentiende que los planetas permanecen quietos a lo largo de una sucesión de cartas armónicas, ocupando siempre el mismo lugar del cielo, aunque ese lugar cambie de denominación en cada una de las cartas armónicas. Así, por ejemplo, el lugar ocupado por un planeta situado en el zodiaco 20 grados después del punto vernal se llama "20 de Aries" en el armónico 1, pero ese mismo lugar se llama "10 de Tauro" en el armónico 2. Eso no significa que el planeta haya tenido que desplazarse 20 grados desde su posición en el primer armónico para alcanzar su nueva posición en el segundo armónico; lo que sucede es que hemos cambiado el sistema de medir su posición. En cada armónico usamos una escala de medida diferente para definir una posición planetaria que es siempre la misma.

El modelo discreto de los armónicos los ordena en una sucesión de números enteros positivos. Cada armónico propiamente dicho es el resultado de dividir los 360 grados del círculo por un número entero. El resultado de esta operación es, al mismo tiempo, la medida en grados de un aspecto asociado a ese armónico. El número entero utilizado para definir y calcular cada armónico es, al mismo tiempo, el número de "grados pequeñitos" que vamos a incluir en el espacio de un "grado normal" para redefinir las posiciones de los planetas en la nueva escala de medida; y es, también, el número de "zodiacos pequeñitos" que vamos a incluir en el espacio de un "zodiaco normal".

Pero todo esto, a fin de cuentas, sólo es una ficción útil para poder formarnos una imagen de lo que estamos haciendo cuando trabajamos con cartas armónicas. Los mismos procedimientos de cálculo pueden mantenerse inalterados mientras, por otra parte, sustituimos la ficción derivada del modelo estático y discreto por otra ficción más útil derivada de un modelo dinámico y continuo.

En el modelo dinámico de los armónicos la sucesión de posiciones planetarias a lo largo de una serie ascendente de cartas armónicas se concibe como si se tratara de un desplazamiento real sobre un único zodiaco que no varía de tamaño de unos armónicos a otros. Si combinamos este modelo dinámico con el enfoque de progreso discreto a través de una sucesión de armónicos, el resultado será que los planetas avanzarán a saltos. En el ejemplo dado más arriba, tendríamos un planeta dando saltos de 20 grados para avanzar desde un armónico cualquiera hasta cada uno de los siguientes. Otro planeta situado, por ejemplo, a 10 grados de Acuario avanzaría a grandes zancadas de 310 grados por armónico. Esto no parece demasiado natural; en cualquier caso, no es así como se desplazan los planetas en tránsito.

El modelo de sucesión continua a través de una secuencia de armónicos cubre gradualmente todo el espacio intermedio entre las distintas posiciones de un planeta en una serie de armónicos enteros consecutivos. Para ello debe dar cabida a los números fraccionarios como divisores válidos del círculo en el proceso de cálculo de armónicos. De este modo, podemos pensar en el progreso de los planetas a través de los armónicos como en un desplazamiento fluido, continuo y natural a través de un "zodiaco normal". A su vez, esta forma de pensar en los armónicos abre el camino a la noción de Ciclo Armónico de un planeta como el número de armónicos que separa dos pasos sucesivos del planeta por un mismo grado del zodiaco o de cualquier otro círculo de referencia. 


¿Cómo se determina el valor exacto del ciclo armónico de un planeta?

Lo único que necesitamos saber es cuántos grados por armónico recorre ese planeta. Esto se descubre con mucha facilidad. Todo lo que tenemos que hacer es expresar la posición inicial del planeta en grados absolutos medidos desde cero de Aries. La cantidad de grados contenida en esa posición inicial absoluta es igual a lo que podríamos llamar la unidad de desplazamiento armónico de ese planeta. El valor del ciclo armónico de un planeta es igual a 360 dividido por su unidad de desplazamiento armónico.

Así, por ejemplo, si en una carta natal tenemos el Sol a 23º 45' de Virgo determinaremos así su ciclo armónico:
  • Expresamos 23º 45' de Virgo en grados absolutos. Para ello contamos los grados que hay desde cero de Aries hasta 23º 45' de Virgo, que son cinco signos de 30 grados cada uno más 23º 45'. En total, 173º 45' (ó 173,75 en expresión decimal). Podemos decir que, en esta carta, la unidad de desplazamiento armónico del Sol es 173º 45'.
  • Dividimos 360º por la unidad de desplazamiento armónico. 360 / 173,75 = 2,0719424. El ciclo armónico del Sol en esta carta es, pues, 2,0719424
¿Por qué son importantes los ciclos armónicos? 
  1. Los ciclos armónicos son importantes porque tienen la maravillosa propiedad de poder entrar en resonancia con ciclos astronómicos. Esto permite utilizarlos como cronómetros para determinar momentos específicos en que ciertos aspectos entre planetas u otros puntos sensibles de la carta natal pueden entrar en actividad. Los armónicos adquieren, así, una dimensión temporal.
  2. Los ciclos armónicos no sólo tienen la capacidad de desplegarse secuencialmente a través del tiempo (acción diacrónica) sino que también pueden manifestarse concentrados en un momento único (acción sincrónica) como osciladores o patrones de vibración.
  3. Los ciclos armónicos son importantes porque permiten unificar una serie de técnicas astrológicas de interpretación, predicción y análisis de sucesos, aparentemente distintas y desconectadas, bajo un único concepto que las engloba a todas como simples variaciones de un principio común.
  4. Los ciclos armónicos son importantes porque nos descubren nuevas posibilidades de profundización en la interpretación de las cartas astrales, nuevas técnicas de predicción y de análisis de sucesos y nuevos recursos para el estudio detallado de las relaciones humanas a través de la sinastría.
  5. Los ciclos armónicos son importantes porque demuestran que una carta radical no es una entidad estática, inalterable y pasiva, sino algo vivo, activo, dinámico, flexible, en continua vibración y evolución. No es "un sello" o "una impronta", como se dice a veces, sino la continuación de un impulso inicial que se despliega rítmicamente en múltiples direcciones a lo largo de la vida del nativo y aún más allá. Es un conjunto de "biorritmos" determinados a partir de todos los puntos sensibles de una carta natal que constituyen un auténtico microcosmos con sus propios movimientos cíclicos.
¿Por qué hay medir los ciclos armónicos desde el grado cero de Aries?

La experiencia demuestra que los ciclos armónicos medidos desde el grado cero de Aries en el zodiaco tropical son eficaces. Esto no excluye la posibilidad de que existan conjuntos adicionales de ciclos armónicos operativos medidos a partir de algún otro punto. De hecho, todo ciclo armónico se define siempre a partir del arco comprendido entre dos puntos; uno de esos puntos puede ser el grado cero de Aries y el otro un planeta, pero también puede tratarse de dos planetas o del Ascendente y un planeta o de cualquier otra combinación entre dos puntos sensibles de una carta natal.

¿Cómo se despliega en el tiempo un ciclo armónico?

Los ciclos armónicos se despliegan en el tiempo entrando en resonancia con ciclos astronómicos. Esto significa que, en principio, podemos poner en correspondencia cualquier ciclo armónico con cualquier ciclo astronómico, por ejemplo, el ciclo armónico de Júpiter en una carta natal con el propio ciclo astronómico de revolución de Júpiter en torno al Sol de 11,86 años. Esto provocará que Júpiter se mueva en el interior de su propia carta armónica a una velocidad muy parecida a la que se moverá por tránsitos en el cielo, porque las dos instancias de Júpiter (física y armónica) tendrán que recorrer el mismo espacio en el mismo tiempo y partiendo del mismo punto de partida. La diferencia es que el planeta real variará su velocidad en función de la distancia a la Tierra y alternará periodos de movimiento directo con periodos de retrogradación, mientras que el planeta armónico se moverá siempre directo y a una velocidad constante, como si siguiera una órbita perfectamente circular en cuyo centro exacto se situara la Tierra. 

Se observará que en una ecuación como la que acabo de sugerir (un ciclo armónico de Júpiter = un ciclo astronómico de Júpiter) se genera una dualidad entre un planeta "verdadero" y un planeta "medio" semejante a la que existe entre el nodo "verdadero" (true) y el nodo "medio" o entre Lilith "verdadera" y Lilith "media". Y, en efecto, esto es así, con la salvedad de que nuestro Júpiter "medio" toma como punto de partida de su movimiento su posición "verdadera" en el radix. Pero no debemos dejarnos seducir por las palabras y entender que si uno de estos puntos o planetas es calificado de "verdadero" eso significa que el otro debe ser "falso" o, por lo menos, "menos verdadero", una mera aproximación a la posición "verdadera" que sería la única real, digna de entera confianza y preferible en todo caso. Varios astrólogos han manifestado que obtienen mejores resultados con el nodo medio o con Lilith media que con sus equivalentes "verdaderos" y yo debo sumarme ahora a ellos al afirmar que he obtenido algunos resultados mucho más precisos en el tiempo, coherentes en su significado y espectaculares en la intensidad del efecto usando esta variante de Júpiter armónico de movimiento medio en lugar de su posición verdadera, tal como viene registrada en las efemérides para las mismas fechas y espero poder mostrar en breve algún ejemplo de esto.

No obstante, no he experimentado mucho con ecuaciones entre ciclos armónicos de planetas y sus respectivos ciclos astronómicos. La mayor parte de mi experiencia se ha centrado en las ecuaciones:
  • un ciclo armónico planetario = un año (periodo de traslación de la Tierra)
  • un ciclo armónico de 0 Aries = un año.
  • un ciclo armónico planetario = un día (periodo de rotación de la Tierra)
  • un ciclo armónico de 0 Aries = un día.
Por "ciclo armónico de 0 Aries" entiendo aquí básicamente los armónicos de la edad. El grado cero de Aries es "el nodo norte del Sol", en el sentido de que representa el punto donde se cruzan dos círculos máximos: el Ecuador Celeste y la Eclíptica. Puede ser tratado, por tanto, de la misma manera que los nodos de la Luna o cualquier otro punto sensible de la carta. Se han desarrollado varias técnicas sobre la base de desplazar el punto 0 de Aries a través del zodiaco a diferentes ritmos durante toda la vida del nativo (El Punto de la Edad de Frankland, la espiral evolutiva de 0 Aries de Sinesio Ródenas, los ciclos de vida del punto Aries de Hannan, etc). Ahora bien, si defendemos la conveniencia de medir los ciclos armónicos desde el grado cero de Aries, se nos presenta un problema cuando el punto a medir desde ahí es el propio grado cero de Aries. La unidad de desplazamiento armónico sería 0, pero dividir 360 por 0 produce un error. Una solución a este problema consiste en considerar dos instancias sucesivas del punto vernal como los extremos del arco a definir, de tal manera que a la primera le adjudiquemos valor 0 (comienzo de ciclo) y a la segunda valor 360 (final de ciclo). Visto así, la unidad de desplazamiento armónico será 360 y el ciclo armónico de 0 Aries será 1 (360 / 360). Nada más natural que poner este ciclo armónico en correspondencia con el año trópico, porque este último consiste precisamente en el tiempo transcurrido entre dos pasos sucesivos del Sol por el grado cero de Aries. Dado que este ciclo armónico tiene valor 1, la ecuación "un ciclo armónico de 0 Aries = un año" se puede abreviar como "un armónico = un año", que es la idea básica sobre la cual se montaron los armónicos de la edad. Por consiguiente, los armónicos de la edad sólo son un caso particular de ciclo armónico.


Por otra parte, como dijimos más arriba, la fórmula para calcular los armónicos planetarios de Greig es exactamente la misma que se utiliza para calcular un ciclo armónico planetario. Y la fórmula de Williamsen para calcular una transformación del arco entre dos planetas es exactamente la misma que se utiliza para calcular un ciclo armónico de dos planetas. Por consiguiente, los armónicos planetarios y las transformaciones de arcos sólo son casos particulares de ciclos armónicos.


Resonancias de ciclos simples y compuestas.


Las resonancias de ciclos no solamente se producen entre dos ciclos simples, sino también entre un ciclo simple y otro compuesto o entre dos ciclos compuestos. Podemos, por tanto, explorar distintas combinaciones tanto de ciclos astronómicos entre sí como de ciclos armónicos con ciclos astronómicos. Algunas de estas posibles combinaciones están incorporadas desde hace mucho tiempo al instrumental de que se vale un astrólogo para aventurar un pronóstico, analizar un hecho o rectificar una hora de nacimiento. Así, por ejemplo, podemos citar:
  • Una rotación de la Tierra en torno a su eje = Una revolución de la Tierra en torno al Sol. Esta es la conocida ecuación de un día = un año sobre la que trabaja la técnica de las progresiones secundarias.
  • Una rotación de la Tierra en torno a su eje = Una revolución de la Luna en torno a la Tierra. Es decir, un día = un mes lunar trópico. Sobre esta ecuación descansa la técnica denominada direcciones terciarias.
  • Una revolución de la Luna en torno a la Tierra = Una revolución de la Tierra en torno al Sol. O un mes trópico = un año trópico, correspondencia que define las llamadas direcciones terciarias menores.
  • Un ciclo armónico planetario = 360 años. Sobre esta ecuación descansa -aunque nadie parece haberse dado cuenta- la antigua técnica de desplazar un planeta a razón de un grado por año, modernamente conocida como direcciones simbólicas. Puesto que el ciclo armónico de un planeta es el número de armónicos que necesita atravesar para recorrer los 360 grados del círculo zodiacal, si lo ponemos en correspondencia con un ciclo compuesto de 360 años el planeta recorrerá un grado por año. De la misma manera, si lo ponemos en correspondencia con un ciclo de 12 años, el planeta recorrerá todo el círculo en ese mismo tiempo, moviéndose a razón de un signo por año. A esta última correspondencia se la conoce con el nombre de profecciones, pero no son otra cosa que direcciones simbólicas de clave 12. Otro nombre antiguo para ciertas variantes de las direcciones simbólicas es el de atacires. Aunque yo mismo he propuesto en otro lugar denominar Direcciones simbólicas de clave armónica a todas aquellas que mueven los planetas según una clave anual equivalente al resultado de dividir los 360 grados del círculo por cualquier número entero, lo cierto es que todas estas denominaciones ("direcciones simbólicas", "profecciones", "atacires") resultan en realidad superfluas y podrían etiquetarse bajo una denominación común que hiciese evidente su profundo parentesco o identidad última y contribuyese a hacer más transparente el concepto sobre el que se basan estos procedimientos. Una opción interesante es denominarlas genéricamente "Direcciones armónicas" y especificar a continuación la ecuación que corresponda. Podemos, por tanto, definir las direcciones armónicas como el resultado de poner en correspondencia un ciclo armónico (simple o compuesto) con un ciclo astronómico (simple o compuesto).
© 2011, Julián García Vara.


jueves, 3 de noviembre de 2011

La potencia de los armónicos aplicados a hechos reales



El caso de Aron Ralston a la luz de nuevas técnicas de prognosis.

He dado en la entrada anterior ( El abrazo de la montaña ) los datos natales de Aron Ralston y los del momento en que una gran roca se desprendió de una montaña y aprisionó su antebrazo hasta que unos cinco días más tarde tomó la resolución de amputárselo con una navaja desgastada para liberarse.

Si miramos los tránsitos para el momento del accidente, encontramos a Marte en 2º 55' de Acuario, formando una oposición muy cerrada con Saturno natal de Ralston (2º 41' de Leo, orbe 0º 14'). Este aspecto parece concordar bastante bien con la naturaleza del suceso, porque Marte suele intervenir en todo tipo de accidentes y Saturno guarda relación analógica con las rocas y se asocia genéricamente con experiencias dolorosas o desdichadas. Además, Saturno en tránsito (25º 36' de Géminis) también está en conjunción con Marte natal (2º 03' de Cáncer) aunque dentro de un orbe mucho más amplio (6º 27'). Marte también transita en oposición a la Luna (orbe 3º 45'). Es posible que estos aspectos combinados basten para dar cuenta del suceso en términos astrológicos, pero dado el dramatismo que adquirió el asunto y la forma en que cambió radicalmente la vida de Ralston a partir de entonces, todo eso puede parecer insuficiente. Después de todo, Marte transita en conjunción, cuadratura u oposición a Saturno radical una vez cada seis meses, más o menos, en la vida de cualquier persona, y la mayoría de la gente sale ilesa del trance, como también salió ileso Aron Ralston de tránsitos semejantes en años anteriores. Si esta vez fue diferente es muy posible que estuviera actuando algo más.

El armónico de la edad + 1 superpuesto a la carta natal nos muestra el siguiente panorama:

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Marte se sitúa aquí unos tres grados y medio antes del Ascendente natal, pero como la hora de nacimiento disponible es sólo aproximada es perfectamente posible que la distancia entre este Marte y el Ascendente natal sea mucho más pequeña. El cuerpo físico del nativo, que en este caso sufrió una agresión accidental (Marte) está representado por el grado ascendente, de modo que podemos aventurar la hipótesis de que el verdadero Ascendente está situado en el grado 13 de Cáncer, lo que nos obligaría a retrasar la hora de nacimiento unos quince minutos. De esta forma, el tránsito de Marte mencionado más arriba quedaría también mucho más cerca de la cúspide de la casa 8 (crisis, pérdidas).

En la astrología tradicional, las manos y los brazos están asociados al planeta Mercurio. Aron Ralston tiene una conjunción de Mercurio con Plutón en su carta natal. Plutón representa, entre otras cosas, el lastre que hay que abandonar, destrucción o pérdida y también regeneración. La pérdida de una mano o de un brazo es algo que puede ocurrir cuando estos dos planetas se conectan en un tema natal, pero, por supuesto, esto es algo altamente improbable. Paul Wittgenstein, por ejemplo, un famoso pianista que perdió su brazo derecho durante la Primera Guerra Mundial, tenía una configuración que enlazaba a Mercurio, Plutón y Saturno por aspectos muy cerrados. En la carta de armónicos de la edad + 1 para la fecha del accidente de Ralston Mercurio y Plutón se encuentran formando una oposición, uno de cuyos extremos cruza por el medio de la conjunción natal de Plutón con Mercurio. Además, Plutón se sitúa en la carta armónica en el grado de oposición exacta con Mercurio natal (16 de Aries / 16 de Libra). Aquí también participa Saturno, que desde el grado 16 de Sagitario de la carta armónica forma una alianza con Plutón y tiene vía libre hacia Mercurio. El hecho de que los aspectos que forma Saturno con Plutón "armónico" y Mercurio natal sean un trígono y un sextil respectivamente no convierte a estos contactos en bendiciones sino que, al contrario, permiten a Saturno actuar sin resistencia.

También Urano (sucesos repentinos que nos cogen por sorpresa) se sitúa en el grado de oposición a la Luna natal (6 de Acuario / 6 de Leo) desde la casa 8 (pérdidas, crisis).

Con ayuda de los armónicos de la edad las cosas empiezan a estar un poco más claras, pero todavía hay otras formas en las que los armónicos pueden arrojar alguna luz que nos permita comprender mejor la cualidad específica de ese instante. Podemos, por ejemplo, calcular una carta de transformación de arcos a partir de la posición ocupada por el Sol en la carta natal por un lado y en la de tránsitos por el otro. Esto transformará esas dos cartas en otras dos que tendrán en común la posición exacta del Sol y que desplegarán al resto de los planetas dentro de zodiacos de longitud equivalente al arco entre los dos soles. De manera semejante a como sucede en una transformación de arcos aplicada a la sinastría, hacer esto entre una carta natal y una de tránsitos nos da como resultado "la longitud de onda" en la que la carta natal y la del instante del suceso se pueden acoplar en una misma frecuencia. 

Haciendo esto por la fórmula 1 (véase Arcos de Venus complementarios) obtenemos la siguiente carta doble:

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El Sol natal de Aron Ralston y el Sol del momento del incidente se acoplan en el grado 13 de Géminis, muy cerca de la cúspide de la casa 12 natal y ambos en oposición exacta con Marte del cielo del momento, desplazado aquí hasta el grado 13 de Sagitario. Esta doble oposición de Marte con ambos soles cruza por el medio de la conjunción natal entre Saturno y la Luna, que aquí se ha desplazado también a Sagitario, dejando a la Luna en el mismo grado 16 de Sagitario ocupado por Saturno en la carta del armónico de la edad + 1. 

La situación en la que quedó Ralston por cinco días fue literalmente de aprisionamiento y privación de libertad de movimientos, que son características que definen a la casa 12. Urano se sitúa de nuevo en la casa 8, tal como hiciera en la carta del armónico de la edad + 1. Se forma también aquí en la carta de tránsitos una inquietante conjunción de Plutón con Saturno, de orbe más bien amplio (7º 45'), pero que tiene mucho que decir si consideramos su desarrollo durante los días siguientes. En efecto, esta conjunción necesitó cinco días para hacerse partil (exacta en la transformación de arcos Sol/Sol), aproximadamente el mismo tiempo que tardó Ralston en tomar la decisión de cortar su propio brazo para liberarse y sobrevivir. La capacidad de supervivencia en condiciones extremadamente difíciles viene indicada por la combinación de Plutón con Saturno mejor que por cualquier otra. Estos dos planetas juntos representan la capacidad de afrontar el dolor, la soledad, las situaciones límite y la adopción de decisiones radicales. A medida que se iban aproximando entre sí el cuadro de Ralston se fue haciendo más y más difícil y cuando los dos se situaron en el mismo grado (por este sistema), el 1 de mayo de 2003, la situación era ya tan desesperada que sólo quedaba "cortar por lo sano" de una vez por todas o abandonarse a la muerte.

Esta carta de transformación de arco nos ofrece algunas razones más para pensar que el verdadero Ascendente puede estar en el grado 13 de Cáncer. Una es que Marte ocupa aquí otra vez un grado 13, y también los soles, que formarían con ese Ascendente hipotético aspectos de quincuncio y semisextil respectivamente. Otra es que por el sistema de casas iguales la cúspide de la 12 quedaría en el grado 13 de Géminis, el mismo ocupado por los soles. Y una tercera es que con un Ascendente a 13 de Cáncer el punto del Infortunio quedaría también a 13 de Géminis, acoplándose así a los dos soles en tránsito. Recordemos que el punto o parte del Infortunio se obtiene desplazando el arco entre Saturno y Marte en la carta natal de tal manera que Saturno coincida con el Ascendente; el lugar ocupado por Marte como consecuencia de esta maniobra es el que recibe comúnmente el nombre de Parte del Infortunio. Este punto es, por tanto, se le llame como se le quiera llamar, de la naturaleza de Marte en un contexto de Saturno. Al situarse a 13 de Géminis quedaría en conjunción con el Sol y en oposición con Marte, con lo cual, por decirlo así, más que llover sobre mojado "arde sobre quemado".

Ahora bien, entre estas partes arábigas, como también se las conoce, y las cartas de transformación de arcos hay una íntima relación a la que ya he aludido antes en otros artículos de este blog. El punto del Infortunio, por ejemplo, no es otra cosa que el grado del zodiaco que está con el Ascendente en la misma relación que Marte con Saturno. Esa relación consiste en que les separa el mismo arco. Por consiguiente, calculando la transformación del arco Saturno/Marte obtendremos una carta en la cual estarán en conjunción exacta tanto Saturno con Marte como el Ascendente con el punto del Infortunio. Cualquier tránsito convencional sobre la Parte del Infortunio se verá como un tránsito sobre el Ascendente en el interior de la carta de transformación de arco Saturno/Marte. Podemos esperar, por todo ello, que el armónico que define esa carta, aplicado sobre el cielo de un momento dado, nos podrá dar alguna información sobre posibles "infortunios" que amenazan a la persona en ese momento.

La carta de transformación del arco Saturno/Marte natal de Aron Ralston calculado por la fórmula 1 (por el lado que no cruza el cero de Aries, que en este caso es el más corto) se muestra en el interior de la siguiente carta doble, que corresponde al armónico 11,75382. En el círculo externo se muestra el cielo del momento del accidente en ese mismo armónico.

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Tenemos aquí a Saturno en tránsito en el grado 16 de Capricornio, en oposición al grado ascendente inicial a 16 de Cáncer. Esto sugiere que es posible que, después de todo, el Ascendente esté a 16 grados y no a 13. No obstante, observamos que Urano transita aquí de nuevo en Acuario hacia el final de la casa 7, pero estaría en el mismo grado de la cúspide de la casa 8 si el verdadero Ascendente estuviera a 13º de Cáncer. Saturno a 16 de Capricornio transita en cuadratura a Mercurio natal en 16 de Libra, de modo que este tránsito puede representar el peligro que se cierne sobre su brazo en ese momento. No es necesario que el Ascendente esté a 16 grados, porque ya hay un punto sensible de la carta, precisamente el que representa a la zona del cuerpo afectada, ocupando un grado 16.

Si calculamos la misma transformación de arco por la fórmula 2 (por el lado que cruza el cero de Aries, que en este caso es el arco más largo y se corresponde con el armónico 1,09299) obtenemos esta otra carta doble:

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Aquí tenemos a Plutón transitando en oposición al Ascendente y a Marte natal, pero desde el grado 13 de Capricornio, no desde el 16. Como en la carta natal no hay ningún planeta a 13 grados de ningún signo, podemos considerar como altamente probable que todos estos diferentes tipos de tránsitos que hemos observado que se acumulaban sobre el grado 13 de diferentes signos sean, en realidad, tránsitos sobre el verdadero Ascendente natal, que estaría entonces a 13 de Cáncer.

Es imposible investigar todas las cartas de transformación de arcos que están simultáneamente activas en un momento determinado, porque se cuentan por centenares. En cada caso deberán seleccionarse aquellas que guarden mayor relación con el tema investigado o que tengan un alcance más general. Creo que el arco Sol natal / Sol en tránsito presenta siempre una perspectiva general interesante. Pero los arcos basados en combinaciones de los planetas natales con los planetas en tránsito más lentos tienen la ventaja de que son más estables, es decir, evolucionan más lentamente a lo largo del tiempo, de manera que permanecen más tiempo incidiendo sobre los mismos puntos de la carta natal, pudiendo, por eso mismo, provocar efectos acumulativos más importantes. 

En la carta de transformación del arco Plutón natal / Plutón en tránsito para Ralston en el día de su accidente, calculada por la fórmula 2, encontramos a Saturno a 16 grados de Cáncer, otro indicio de que el Ascendente podría estar realmente en ese grado. Pero para este caso vale la misma observación que hicimos respecto del Saturno hallado a 16 de Capricornio: está en cuadratura con Mercurio natal a 16 de Libra.

Otra carta de desarrollo tan lento como la anterior, la de la transformación del arco Neptuno natal / Neptuno en tránsito, calculada igualmente por la fórmula 2, nos muestra a Saturno a 13 de Cáncer, lo que nos devuelve al escenario anterior de que ese es el grado con más probabilidades de ser el ocupado realmente por el Ascendente.

No hace falta decir que todas estas técnicas basadas en armónicos ni invalidan ni suplantan a las otras técnicas tradicionales o de uso más común: las direcciones primarias, las progresiones secundarias, las direcciones terciarias, las revoluciones solares y lunares, los tránsitos convencionales y, en fin, todas las demás. No sólo no las invalidan, sino que pueden combinarse eficazmente con todas ellas y aumentar así la potencia de cada una. Aquí estoy haciendo más hincapié en ellas porque son menos conocidas y porque representan, hoy por hoy, la vanguardia en la investigación de nuevos métodos de análisis y de prognosis y en la profundización de los viejos. Tan es así que ni siquiera existe todavía un software adecuado para trabajar con ellas. Pero cuanto más las uso, tanto más me convenzo de su utilidad. No creo en absoluto que puedan ser reducidas a la categoría de entretenimiento superfluo o adorno extravagante, sino que entiendo que encierran claves importantes para la comprensión de las cartas natales, las sinastrías y los análisis de sucesos que no están disponibles desde las otras técnicas y suponen, por tanto, un avance y un crecimiento de la Astrología como tal en potencia, alcance y credibilidad.

© Julián García Vara, 2011.