lunes, 2 de agosto de 2010

El quintil y el armónico 5



La forma más antigua de determinar los aspectos entre dos planetas de una carta natal consistía simplemente en contar el número de signos o de casas que los separaban. Dos planetas en el mismo signo estaban en conjunción, sin importar el número de grados que hubiera entre ellos. Dos signos de distancia suponían un sextil, tres una cuadratura, cuatro un trígono y seis una oposición. La distancia de uno o cinco signos no se consideraba aspecto; de dos planetas situados a esa distancia se decía que estaban "inconjuntos" o que "no se miraban", porque los signos que ocupaban no tenían nada en común; no eran de la misma polaridad, ni del mismo elemento ni de la misma modalidad.

En este sistema, como ya he dicho, no se tenían en cuenta los grados. Si un planeta estaba a 29 de Leo y otro a 1 de Sagitario, se les consideraba en trígono, aunque la distancia entre ambos fuera de 92 grados, que hoy en día marcamos como una cuadratura. El trígono era un aspecto favorable porque conectaba a dos planetas que ocupaban signos del mismo elemento, lo que facilitaba su entendimiento mutuo. El sextil era también favorable, pero menos, porque ponía en relación a dos planetas que ocupaban signos de elementos afines o compatibles: el fuego con el aire (ambos masculinos) y la tierra con el agua (ambos femeninos). Las cuadraturas eran desfavorables porque se daban desde signos pertenecientes a elementos de difícil integración: fuego/agua, fuego/tierra, aire/tierra o aire/agua (en cada caso, un signo masculino y otro femenino). Por qué las oposiciones, que se dan entre elementos de la misma naturaleza que los que intervienen en los sextiles, son consideradas, sin embargo, como inarmónicas es algo que Ptolomeo no aclara. En su Tetrabiblos se limita a afirmar:
Entre estos aspectos, los trígonos y sextiles son llamados armónicos porque están compuestos de signos de igual naturaleza: o bien enteramente femeninos o enteramente masculinos. Por el contrario, las cuadraturas y oposiciones no convergen porque están constituidos por signos opuestos.
(cursiva mía)
Está claro que en un sistema que contabilizaba los aspectos por signos enteros no había lugar para quintiles y biquintiles. Estos aspectos, derivados de la división del circulo en cinco partes iguales, determinan distancias angulares de 72 y 144 grados respectivamente, que no pueden expresarse en términos de signos enteros. Por eso hubo que esperar hasta el siglo XVII, cuando Kepler, que desconfiaba del valor de los signos del zodíaco, pero confiaba en los aspectos, se atrevió a dividir la eclíptica por otros números enteros diferentes del 12.

Los aspectos keplerianos, sin embargo, nunca han gozado de general aceptación. O se los ignora por completo o bien se les relega a la condición secundaria de aspectos menores. En la mayoría de los programas de cálculos astrológicos, los quintiles y biquintiles vienen desactivados por defecto y se les atribuyen inicialmente unos orbes que están por debajo de los que la teoría armónica les adjudica. Los que empezamos en esto dibujando las cartas astrales a mano muy rara vez marcábamos un quintil o un biquintil. Había tres razones para ello.

1) La dificultad de detectar estos aspectos a simple vista. En efecto, si un planeta está a 23 grados de Géminis y otro a 23 grados de Libra, enseguida vemos el aspecto, porque ocupan un mismo grado de dos signos diferentes; pero si uno está a 27 de Géminis y otro a 9 de Virgo no parece que tengan ninguna relación. Hemos de hacer el cálculo para darnos cuenta de que están a 72 grados y, por tanto, en quintil.

2) Los quintiles y biquintiles parecían vivir un poco al margen del resto de la carta: no se integraban fácilmente con los demás aspectos, no formaban parte de las configuraciones mayores más conocidas: el Gran Trígono, la Gran Cruz, la Cuadratura en T, la Cometa, etc. Por tanto, no los considerábamos esenciales para consolidar una idea de conjunto de toda la carta.

3) Los quintiles y biquintiles estaban catalogados de aspectos menores en los pocos manuales que los mencionaban. Así que nos parecía que ignorándolos no se perdía gran cosa.

Pero con la teoría armónica como trasfondo, este punto de vista puede y debe ser modificado. Si miramos, por ejemplo, los orbes que el programa Astrolog asigna "por defecto" a los diferentes aspectos, podremos comprobar que al sextil se le concede un orbe de 5 grados, mientras que a quintiles y biquintiles sólo se les concede 2 grados. Además, cómo ya he indicado más arriba, "por defecto" los sextiles están activados, mientra que quintiles y biquintiles están desactivados. Esto significa que todo usuario de este programa que no se moleste en comprobar los valores por defecto, nunca verá quintiles ni biquintiles en ninguna carta. Si se molesta en activar los quintiles y biquintiles, pero no modifica los orbes, verá menos quintiles y biquintiles de los que realmente hay y más del doble de los sextiles de los que debería ver. Digo esto porque, según la teoría armónica, el orbe de un aspecto debe depender del armónico del que se deriva. Como el quintil se deriva del armónico 5, su orbe debe ser igual a una quinta parte del que asignemos a una conjunción; ahora bien, el sextil se deriva del armónico 6; por tanto, su orbe debe ser menor que el del quintil: concretamente, una sexta parte del orbe de una conjunción.

Sé que hay astrólogos que sostienen que este trato de favor hacia el sextil no es arbitrario, sino que se basa en que realmente el sextil produce efectos más notables que el quintil. Pero es difícil creer que hayan tenido muchas oportunidades de comprobar esto si, ya de entrada, no están acostumbrados a ver cartas en las que los quintiles y biquintiles hayan sido calculados. Y si lo han sido, usando los orbes "por defecto", se habrá dado a los sextiles el doble de oportunidades de manifestarse, lo que puede producir la falsa impresión de que producen más efectos.

Aparte de esto, está la cuestión de que, en efecto, los sextiles se integran mejor que los quintiles en un sistema basado en la división de la eclíptica en doce partes iguales, con cuatro elementos, tres modalidades y dos polaridades. Veamos esto con más detenimiento.

Supongamos que tenemos una carta (de hecho una carta astronómicamente imposible, pero eso ahora es lo de menos) con las siguientes posiciones:

Sol y Saturno a 15 de Aries, Mercurio a 15 de Géminis, Plutón a 27 de Géminis, Marte a 15 de Leo, Neptuno a 9 de Virgo, Venus a 21 de Escorpio, Urano a 15 de Sagitario, la Luna a 3 de Acuario y Júpiter a 15 de Piscis. Todos los grados son exactos.

Mediante un pequeño truco, he obligado al programa Astrolog a representar una carta con estas posiciones imaginarias y le he solicitado que dibuje en rojo todos los aspectos de la serie del 12, trígonos y sextiles incluidos. Por el momento, mantengo la serie de aspectos del 5 tal y como viene en el programa, es decir, desactivada. Esto es lo que vemos:



Como hay seis planetas a 15 grados de diferentes signos, todos ellos se integran en una gran configuración común que incluye un Gran Trígono formando parte de una Cometa, así como una Cuadratura en T. Los planetas dibujados en rojo más Saturno están todos "en conversación entre sí", todos y cada uno de ellos con todos y cada uno de los demás. Sin embargo, vemos que Venus y la Luna están completamente aislados, Plutón hace una conjunción muy débil con Mercurio (12 grados de orbe) y Neptuno una oposición no muy exacta con Júpiter.

Salvo Saturno, el resto de los planetas "azules" no parecen muy sociables. En una interpretación convencional de la figura de aspectos no los tomaríamos en consideración.

Veamos ahora qué sucede si desactivamos la serie de aspectos del 12 y activamos la serie de aspectos del 5.


Como vemos, la situación se ha invertido. Ahora todos los planetas dibujados en azul (cián) más el Sol están conectados entre sí por quintiles y biquintiles, formando una configuración de Gran Quintil, más hermosa, mejor estructurada y más equilibrada que la que vimos en la serie del 12. Ahora son Júpiter, Urano y Marte los que están completamente aislados, y Mercurio en una conjunción débil. Ahora son los planetas "rojos" los que (salvo el Sol) no parecen muy sociables y los que tenderíamos a ignorar si tratáramos de interpretar esta carta basándonos en la configuración de aspectos visibles.

Mantengamos ahora ambas series activas.



Ahora podemos distinguir dos grandes configuraciones, en gran medida independientes, pero no aisladas, ya que están conectadas entre sí por la pareja Sol/Saturno, que dan la impresión de ser como el novio y la novia de una boda, cada uno de los cuales ha traído a sus propios invitados. Pero esta boda parece estar teniendo lugar en el pueblo del novio (digamos, el Sol), porque sus invitados (los demás planetas "rojos") encajan perfectamente bien en la estructura de doce partes en que se ha diseñado el local de la ceremonia (cada uno en el centro de un signo), como sintiéndose en su casa, mientras que los invitados de la novia (los planetas "azules") no acaban de saber muy bien dónde colocarse.

Lo que quiero dar a entender con esto es que la interpretación de aspectos de la serie del 12 puede ir más allá del significado de los planetas mismos y apoyarse en las relaciones que mantienen entre sí los signos que ocupan dos planetas aspectados. Por ejemplo, la cuadratura de Júpiter con Mercurio es una cuadratura de Júpiter en Piscis con Mercurio en Géminis, signos entre los cuales existe una cuadratura natural. Podemos entonces echar mano del conflicto natural entre estos dos signos para colorear y profundizar la interpretación de esta cuadratura. Pero no podemos hacer lo mismo para colorear, por ejemplo, el quintil entre Venus y la Luna, porque, aunque es verdad que cada uno de estos planetas ocupa un signo determinado (Escorpio y Acuario, en este caso), no existe, sin embargo, una relación de quintil natural entre ellos. De hecho, entre estos dos signos lo que hay es también una cuadratura natural. Por tanto, si al interpretar el quintil echamos mano de los signos ocupados, de alguna manera estaremos adulterando el aspecto y mezclándolo con un contexto hostil.

Esta es una de las razones por las que diversos astrólogos han sostenido que los quintiles "no encajan bien" en la interpretación de una carta, de modo que está bien relegarlos por detrás de los sextiles. Pero ¿qué pasaría si la boda se celebrase en el pueblo de la novia?

Nos cuesta imaginarlo, porque nunca hemos estado allí, pero podemos conjeturar algunas cosas. La novia es de un lugar en el que no acostumbran a dividir el zodiaco en doce signos, sino en cinco o en diez o algún otro múltiplo de cinco. Lo que no sabemos es cómo se llaman esos signos, qué características tienen, si se agrupan en categorías similares a los elementos, modalidades o polaridades, si tienen o no tienen regentes. Lo que sí sabemos es que son todos del mismo tamaño, se miden en la eclíptica y tienen como origen el Cero de Aries, aunque quizás ese punto se llame allí de otro modo. También dividen el cielo local en cinco casas o en algún múltiplo de cinco.

Supongamos que los signos del zodiaco en el pueblo de la novia son cinco, cada uno de 72 grados. En ese caso, las posiciones de los planetas serían las siguientes: Sol y Saturno, a 15 grados del Primer signo; Mercurio a 3 grados del Segundo signo; Plutón a 15 grados del Segundo signo; Marte a 63 grados del Segundo signo; Neptuno a 15 grados del Tercer signo; Venus a 15 grados del Cuarto signo; Urano a 39 grados del Cuarto signo; la Luna a 15 grados del Quinto signo; y Júpiter a 57 grados del Quinto signo.

Ahora los planetas que están todos a 15 grados de algún signo son los "azules", de modo que a simple vista veremos inmediatamente que están en aspecto. Por el contrario, nos resultará muy difícil identificar los aspectos de la serie del 12 entre planetas que ahora ocupan grados tales como el 3, el 15, el 39, el 57 y el 63.

Supongamos que los signos son diez, cada uno de 36 grados. Ahora las posiciones serían: Sol y Saturno a 15 grados del primer signo, Mercurio a 3 grados del Tercer signo; Plutón a 15 grados del Tercer signo; Marte a 27 grados del Cuarto signo; Neptuno a 15 grados del Quinto signo; Venus a 15 grados del Séptimo signo; Urano a 3 grados del Octavo signo; la Luna a 15 grados del Noveno signo; Júpiter a 21 grados del Décimo signo.

De nuevo aquí todos los planetas "azules" se sitúan a 15 grados de algún signo; los planetas "rojos" están en grados 3, 15, 21 y 27, por lo que tampoco nos será fácil detectar a simple vista que se encuentran formando aspectos de la serie del 12.

Los problemas de los quintiles y biquintiles para encajar en el contexto de la división en 12 se resuelven fácilmente cambiando de contexto y adoptando, por ejemplo, una división en 10. Recordemos que el 10 era el número de la Perfección en la filosofía pitagórica, razón por la que todavía hoy usamos en muchas escuelas europeas un sistema de calificación del 0 al 10. Este contexto, como es natural, debe tener sus propias características cualitativas, que impidan confusiones por solapamientos con otros contextos. Puede funcionar en una dimensión diferente. Para valorar como es debido la verdadera fuerza de un quintil tenemos que descubrir previamente uno de sus contextos propios. Es posible que el sextil funcione mejor o más intensamente que el quintil en un "mundo del 12", pero el quintil puede funcionar mucho mejor que el sextil en un "mundo del 5", (o del 10 o del 15). Aunque no pueda dar ahora muchos detalles de la diferencia entre estos mundos, tengo datos para creer que existen y que vivimos en ellos, y en una próxima entrada ofreceré una prueba estadística de esto.

Para terminar por hoy, echemos un vistazo al armónico 5 de la carta que estamos examinado.



¡Caramba! Ahora todos los planetas "azules" se han reunido, junto con el Sol, en el grado 15 de Géminis, y todos los planetas "rojos" están también a 15 grados de algún signo, reproduciendo la misma configuración de aspectos que tenían en el armónico 1, aunque girada y con Marte y el Sol permutando sus posiciones relativas. Ahora todos hablan con todos. Va a resultar que los aspectos del 12 y del 5 no viven en mundos tan separados. Claro, esto se debe a que había un par de planetas (Sol y Saturno) que participaban de las dos configuraciones. De hecho, aún puede aumentarse más la convergencia calculando el armónico del mínimo común múltiplo entre 12 y 5, es decir, el armónico 60. En efecto, en el armónico 60 todos los planetas quedan en el grado cero de Libra.



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