viernes, 16 de abril de 2010

Armónicos planetarios



Ya he hablado de los armónicos planetarios de Greig en la entrada titulada Cadencias microcósmicas del pasado 16 de marzo y también he incluido un texto suyo sobre el tema en la página de Astrodigitalia ( Armónicos planetarios según John E. Greig). Allí nos resume Greig la cuestión en los siguientes términos:
"De alguna manera surgió la idea de que no había razón por la que no debiera considerar una posición planetaria como indicadora de un armónico particular con el que el planeta "vibraría" en el círculo zodiacal. Así, un planeta a 22° de Leo "vibraba" con el armónico relacionado con la posición de 22° de Leo en ese círculo. Parece lógico que dividir los 360° del círculo por esta posición en longitud absoluta produciría el armónico de 22° de Leo y un planeta en esta posición estaría, por tanto, en "vibración" con ese armónico."

Un planeta a 22º de Leo, por cierto, estaría a dos grados del aspecto de biquintil con el punto vernal septentrional o cero de Aries. Los biquintiles pertenecen a la serie del 5 y, por tanto, se transforman en conjunciones en el armónico 5. Pero si dividimos 360 por los 144 grados de que consta un biquintil obtenemos como resultado 2,5. En efecto, el armónico fraccionario 2,5 es el primer armónico donde dos planetas en biquintil forman una conjunción. El armónico 5 sólo es el segundo y, después de él, todos los demás múltiplos de 2,5 contendrán la misma conjunción, suponiendo que el biquintil fuera exacto.

Supongamos, entonces, que alguien naciera con Mercurio a 24º 00' de Leo (144 en grados absolutos). Lo que nos dice Greig es que todo planeta situado 144 grados después del origen del zodíaco vibra con el armónico 2,5. Pero nos dice todavía algo más. Puesto que el armónico 2,5 es el que vibra específicamente con tal planeta (Mercurio, en nuestro ejemplo), éste planeta se convierte en dueño de ese armónico, de tal manera que todos los demás planetas del armónico 2,5 se subordinan a él y funcionan como matices de la energía de ese planeta.

Nosotros podríamos añadir -ya que Greig no lo menciona- que también debería suceder algo semejante con todos los armónicos múltiplos de este primero, a saber: el 5, el 7,5, el 10, el 12,5, etc. En todos ellos, al igual que en el 2,5, la posición ocupada por Mercurio será 0º de Aries. Pero Greig nos oculta este dato y vuelve a dibujar a Mercurio en 24º de Leo también en el armónico 2,5. No nos da ninguna explicación de por qué hace esto. Greig ideó sus armónicos planetarios como cartas auxiliares que ayuden a profundizar en la comprensión de los detalles del funcionamiento de la energía específica de cada planeta. Se comprende, pues, que no debió gustarle mucho encontrar que la posición de todos y cada uno de los planetas de cualquier carta en su propio armónico planetario es siempre la misma, sea cual sea el planeta y esté donde esté en la carta natal; siempre es 0º de Aries. Esto no parece convenir a su propósito de trazar cartas fuertemente marcadas por una idiosincrasia única relacionada con cada planeta. En el armónico planetario de Mercurio, por ejemplo, es natural atribuir la máxima importancia al lugar ocupado por el propio Mercurio; en el de Venus al de Venus, y así sucesivamente. Pero si ese lugar es siempre el mismo, sea cual sea el planeta o sea cual sea la carta de partida, todos estos armónicos planetarios estarían contando básicamente la misma historia, que es todo lo contrario de lo que él buscaba. Su solución: "dejemos al planeta donde estaba".

Pero si lo pensamos bien, veremos que en la carta natal (armónico 1) el planeta estaba "en cualquier parte del zodíaco", mientras que en su armónico planetario está nada menos que en el mismísimo Punto Vernal, la cúspide del signo de Aries y el comienzo del zodíaco. ¿Hay algún lugar en todo el zodíaco que otorgue más protagonismo a un planeta que ese? Recordemos que 0º de Aries y 0º de Libra no son simplemente puntos donde comienzan signos, sino que son, por decirlo así, los Nodos del Sol (los puntos en que la órbita aparente del Sol se cruza con el Ecuador Celeste). Por tanto, manteniendo al planeta en el lugar que realmente le corresponde ocupar en su propia carta armónica (el 0º de Aries) no se disminuye ni su importancia ni su significado. Otra cosa es que no se deba perder de vista la posición de Mercurio en la carta natal a la hora de integrar toda la información sobre este planeta.

Al aplicar la técnica de los armónicos de la edad a casos como el de los premios Nobel de Marie Curie o las bodas de Carlos de Gales tuvimos necesidad de averiguar la duración del ciclo armónico de algunos planetas. Para ello, dividimos 360 por la longitud del planeta en grados absolutos. Un armónico planetario se obtiene, según Greig, dividiendo 360 por la longitud del planeta en grados absolutos. Es exactamente la misma fórmula; por consiguiente, el valor de un armónico planetario equivale a la longitud del ciclo armónico del mismo planeta.

Así, por ejemplo, el ciclo armónico de un planeta a 0º de Cáncer (90 grados absolutos) es 4 (360/90). En el armónico 4 y en todos los múltiplos de 4 ese planeta estará a 0º de Aries (4, 8, 12, 16, etc.). Sumando 1 a cualquier armónico de la serie anterior obtendremos el valor de un nuevo armónico en el que el planeta ocupará la misma posición que en la carta natal (armónico 1). Esta segunda serie de armónicos corresponde a las sucesivas revoluciones armónicas del planeta (5, 9, 13, 17, etc.). Podemos entonces concebir un armónico planetario de Greig como la primera revolución armónica de un planeta dado en una serie que comienza en el armónico cero. ¿Qué significa esto?

Ya vimos que hay dos maneras de enfocar los armónicos de la edad. Una de ellas toma directamente la edad de una persona como número del armónico que le corresponde en un momento determinado. Como la edad de un recién nacido es cero, en este sistema hay que partir del armónico cero. En el armónico cero, todos los planetas están a cero de Aries. Cada planeta volverá a estar a cero de Aries en su propio armónico planetario, el cual es, al mismo tiempo, su primera revolución armónica dentro de este sistema.

La otra manera de usar los armónicos de la edad es partiendo del armónico 1 (que es la carta natal) y añadiendo un armónico por cada año de vida. En este sistema, la primera revolución armónica se produce, lógicamente, en el primer armónico mayor que 1 en el que el planeta vuelve a ocupar la misma posición que tenía en la carta natal. Este armónico se obtiene dividiendo 360 por la longitud del planeta en grados absolutos y sumando 1 al resultado. O, lo que es lo mismo, sumando 1 a su armónico planetario de Greig. Creo que esta revolución armónica tiene tanto derecho al rango de armónico planetario como la que se origina en el armónico cero.

Visto de esta manera, los armónicos planetarios de Greig son una mezcla de dos revoluciones armónicas primitivas, pues su procedimiento equivale a tomar la posición del planeta de referencia de su primera revolución armónica de origen 1 y el resto de las posiciones planetarias de la revolución armónica de origen 0.

Pero según lo dicho, todas las revoluciones armónicas, no sólo las primeras, tienen igual derecho al título de armónicos planetarios. Sin embargo, es de esperar que la primera tenga raíces más profundas, debido a que es la que se experimenta antes en el tiempo según la secuencia de los armónicos de la edad y a que las experiencias más tempranas, como demuestra la psicología evolutiva, son las que producen una impresión más fuerte y duradera. Y también porque pueden jugar un papel análogo al de los números primos en las series de armónicos; todos los armónicos que son múltiplos de algún número primo remiten a éste como fuente última de su significado.

Lo que yo he añadido a los armónicos planetarios de Greig es, pues, lo siguiente:

(1) No sólo vale como armónico planetario el resultado de dividir 360 por la longitud en grados absolutos de un planeta dado, sino también todos los múltiplos de este valor, aun cuando posiblemente el primero de la serie sea el más relevante.

(2) También valen como armónicos planetarios todos los que resultan de sumar 1 a cualquiera de los mencionados en el apartado anterior (serie de revoluciones armónicas de la posición natal). También en este caso podemos presumir que la primera revolución sea la más determinante.

(3) Para el cálculo de los armónicos planetarios, al igual que para el de ciclos armónicos con el que están indisolublemente ligados, son válidas no sólo las longitudes geocéntricas de los planetas sino también las longitudes heliocéntricas.

(4) Todo lo anterior es válido no sólo en relación con los habituales ciclos zodiacales levógiros, sino también con los menos usados ciclos armónicos dextrógiros.

Estas aseveraciones, no obstante, son, más que nada, conclusiones teóricas, todavía muy insuficientemente comprobadas en la práctica. Se ofrecen como una guía para experimentar.

Al final de la entrada anterior mostré un ejemplo poco desarrollado de primera revolución armónica dextrógira de Venus heliocéntrico del reverendo Jim Jones, tratada como armónico planetario de ese Venus. En una próxima entrada veremos otro ejemplo más sencillo, pero con más detenimiento.


© 2010, Julián García Vara



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