Antes de añadir más datos a nuestra investigación, miraremos de nuevo los resultados provisionales expuestos en la entrada anterior, para ensayar algún tipo de explicación tomando como auxilio las directrices generales de interpretación usuales en astrología. Prefiero hacer esto por separado, sin mezclarlo con el análisis estadístico propiamente dicho. Este último, como ya dijimos, no autoriza a hacer interpretaciones diferentes para conjunciones diferentes cuyas desviaciones respecto de los valores esperados son las mismas. Sólo permite una interpretación genérica, la misma para todas las desviaciones, del tipo "aumenta la probabilidad" o "disminuye la probabilidad", junto con una estimación de la magnitud cuantitativa del efecto. Pero no nos da ninguna pista de las posibles causas de las oscilaciones observadas, ni de la naturaleza cualitativa de los procesos que, presumiblemente, van asociados con cada contacto entre dos planetas, uno del hombre y otro de la mujer.
Nos adentramos, por tanto, en un terreno más especulativo y menos objetivo, con un alto riesgo de extraviarnos siguiendo ideas preconcebidas sobre la naturaleza cualitativa de los planetas, tal como la astrología la suele entender. Por tanto, cualquier explicación sugerida aquí no debe tomarse como una genuina explicación, sino tan solo como una conjetura que deberá ser puesta a prueba mediante la experiencia de casos concretos.
Inserto de nuevo los mismos gráficos ya mostrados en la entrada anterior, pero ahora agrupados de tres en tres, de forma que toda la información sea visible al mismo tiempo, tanto la de las conjunciones totales (sin considerar el orden de los factores) como la de los intervalos separados (considerando el orden de los factores).
Conjunciones cruzadas, primera perspectiva
(en cada barra un solo planeta de la mujer y siete del hombre)
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Conjunciones cruzadas, segunda perspectiva
(en cada barra un solo planeta del hombre y siete de la mujer)
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En el gráfico de conjunciones completas, desde la primera perspectiva (en cada barra un solo planeta de la mujer -identificado por un número- y siete planetas del hombre -identificados cada uno por un color) nos llamó la atención enseguida la longitud de la barra número 6, que representa los contactos de los siete planetas del hombre con Mercurio de la mujer. Cinco de los siete contactos dan valores por debajo de lo esperado (entre ellos, los cuatro contactos con mayor desviación). Esto sugiere que, en términos sociológicos, la conjunción de uno de esos planetas del hombre con Mercurio de la mujer se vive con frecuencia como un elemento disuasorio respecto de la posibilidad de consolidar una relación matrimonial entre ambos. Lo que no sabemos es si estos reparos afectan por igual al hombre y a la mujer o sólo a uno de los dos. En astrología se supone que Mercurio está relacionado con la comunicación, la palabra hablada o escrita, la inteligencia, la rapidez de reflejos o de acción, el sentido del humor y una cierta habilidad para la picaresca o el engaño. De entrada, uno esperaría que los contactos de Mercurio (tanto del hombre como de la mujer) facilitarían la comunicación entre ambos y, por tanto, deberían actuar como estimuladores de un posible compromiso matrimonial. Pero los datos estadísticos nos dan a entender que las cosas no funcionan así -al menos cuando se trata de Mercurio de la mujer.
Es posible que detrás de esto se esconda la misma telaraña de prejuicios y temores que cristalizaron en algunas conocidas perlas del refranero tales como las que recoge Anna María Fernández Poncela en su trabajo El discreto encanto del refranero: la violencia simbólica contra las mujeres y algunos hombres:
En efecto, algunos hombres se sienten inseguros o incómodos en presencia de mujeres capaces de rivalizar con ellos en inteligencia y superarles. En la época a la que pertenecen los matrimonios de nuestra muestra, las mujeres con formación académica escaseaban y los hombres, por lo general, las preferían bonitas, prudentes, hacendosas, discretas y dóciles. La mujer, por el contrario, sí que era muy capaz de admirar la inteligencia del hombre y dejarse subyugar por ella, lo cual concuerda con el dato observado de que los contactos de Mercurio del hombre con los planetas de la mujer quedan por encima de lo esperado en cinco de las siete combinaciones (exactamente al revés de lo que ocurre con Mercurio de la mujer). Lo que en la mujer se califica de charlatanería, chisme o engaño, en el hombre se ve como elocuencia, información o astucia.
Se puede objetar a esta sugerencia que, suponiendo que sea cierto (por lo menos en el contexto histórico de la muestra estudiada) que los hombres tienden a recelar de las mujeres de inteligencia brillante o a rechazar a las que hablan demasiado, esto no tiene por qué traducirse en ninguna estadística de contactos de Mercurio natal de las mujeres con planetas de los hombres, puesto que la probabilidad de que Mercurio natal de una "mujer que sabe latín" quede en conjunción con un planeta natal de cualquier hombre es, en principio, la misma que la de que suceda eso con Mercurio natal de una mujer ignorante. Es decir, de acuerdo con los datos observados, parece como si el hombre evitara a aquellas mujeres cuyos Mercurios natales hacen conjunción con ciertos planetas de él (no con todos), pero esos Mercurios natales pueden corresponder a mujeres que no encajan en ninguna de las variantes de "mujer mercurial" que hemos identificado más arriba. Para salvar esta objeción podemos proponer, al menos como posibilidad, que el planeta del hombre que contacta con Mercurio de la mujer estimula el "comportamiento mercurial" de ésta, incluso en los casos en que su inclinación natural no sea esa. Y al comportarse así en su presencia (por ejemplo, animándose a hablar más de lo que acostumbra) el hombre la percibe como "mercurial" (habladora, etc.).
Insisto en que todo esto es una simple especulación. También puede suceder que sea Mercurio de la mujer el que, actuando en la forma analítica y crítica propia del signo de Virgo, sobre el que se le atribuye regencia, rechace a los planetas del hombre que se le presentan como menos refinados (Marte, Júpiter, el Sol y Saturno) y sintonice mejor con los más receptivos (la Luna, Venus o el propio Mercurio del hombre).
¿Alguien tiene experiencia con estos contactos? Si es así, le animo a compartirla aquí por medio de los comentarios. Gracias.
© Julián García Vara, mayo, 2011
Es posible que detrás de esto se esconda la misma telaraña de prejuicios y temores que cristalizaron en algunas conocidas perlas del refranero tales como las que recoge Anna María Fernández Poncela en su trabajo El discreto encanto del refranero: la violencia simbólica contra las mujeres y algunos hombres:
Aquí podemos identificar atribuidas a la mujer en general dos características que la astrología asocia con Mercurio: son charlatanas y engañadoras. Una tercera -relacionada con el mismo planeta-, la de ser instruidas o sabias, se restringe a unas pocas mujeres de las que, al parecer, habría que guardarse."Mujer que sabe latín, ni encuentra marido, ni tiene buen fin" (México)."Mujer que sabe latín, no la quiero para mí" (España)"Antes se queda el ruiseñor sin canción que la mujer sin conversación" (España)."Ni al perro que mear ni a la mujer que hablar, nunca les ha de faltar" (España)"A la mujer ni muerta le has de creer" (España)."Rencura de perro y lágrimas de mujer: no hay que creer" (Nicaragua).
En efecto, algunos hombres se sienten inseguros o incómodos en presencia de mujeres capaces de rivalizar con ellos en inteligencia y superarles. En la época a la que pertenecen los matrimonios de nuestra muestra, las mujeres con formación académica escaseaban y los hombres, por lo general, las preferían bonitas, prudentes, hacendosas, discretas y dóciles. La mujer, por el contrario, sí que era muy capaz de admirar la inteligencia del hombre y dejarse subyugar por ella, lo cual concuerda con el dato observado de que los contactos de Mercurio del hombre con los planetas de la mujer quedan por encima de lo esperado en cinco de las siete combinaciones (exactamente al revés de lo que ocurre con Mercurio de la mujer). Lo que en la mujer se califica de charlatanería, chisme o engaño, en el hombre se ve como elocuencia, información o astucia.
Se puede objetar a esta sugerencia que, suponiendo que sea cierto (por lo menos en el contexto histórico de la muestra estudiada) que los hombres tienden a recelar de las mujeres de inteligencia brillante o a rechazar a las que hablan demasiado, esto no tiene por qué traducirse en ninguna estadística de contactos de Mercurio natal de las mujeres con planetas de los hombres, puesto que la probabilidad de que Mercurio natal de una "mujer que sabe latín" quede en conjunción con un planeta natal de cualquier hombre es, en principio, la misma que la de que suceda eso con Mercurio natal de una mujer ignorante. Es decir, de acuerdo con los datos observados, parece como si el hombre evitara a aquellas mujeres cuyos Mercurios natales hacen conjunción con ciertos planetas de él (no con todos), pero esos Mercurios natales pueden corresponder a mujeres que no encajan en ninguna de las variantes de "mujer mercurial" que hemos identificado más arriba. Para salvar esta objeción podemos proponer, al menos como posibilidad, que el planeta del hombre que contacta con Mercurio de la mujer estimula el "comportamiento mercurial" de ésta, incluso en los casos en que su inclinación natural no sea esa. Y al comportarse así en su presencia (por ejemplo, animándose a hablar más de lo que acostumbra) el hombre la percibe como "mercurial" (habladora, etc.).
Insisto en que todo esto es una simple especulación. También puede suceder que sea Mercurio de la mujer el que, actuando en la forma analítica y crítica propia del signo de Virgo, sobre el que se le atribuye regencia, rechace a los planetas del hombre que se le presentan como menos refinados (Marte, Júpiter, el Sol y Saturno) y sintonice mejor con los más receptivos (la Luna, Venus o el propio Mercurio del hombre).
¿Alguien tiene experiencia con estos contactos? Si es así, le animo a compartirla aquí por medio de los comentarios. Gracias.
© Julián García Vara, mayo, 2011
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