domingo, 16 de octubre de 2011

Armónicos en el círculo de los aspectos (1)





El libro de John Addey Harmonics in Astrology (1976) figura entre los diez más importantes escritos sobre astrología en el siglo XX en la lista confeccionada por The Astrological Journal. A pesar de los 35 años transcurridos desde su primera edición en inglés, todavía ninguna editorial se ha decidido a publicar una versión en español de este trabajo tan decisivo. Por esta razón, en el entorno de habla hispana Addey es poco conocido y casi siempre sólo a través de resúmenes o referencias indirectas. Tampoco disponemos de ninguna traducción impresa de los trabajos sobre armónicos de James y Ruth Williamsen, David Hamblin, Michael Harding, Charles Harvey, Charles y Lois Hannan, John E. Greig y Robert Hand.


Para paliar en alguna medida esta notable deficiencia de textos en español sobre los armónicos en astrología ya abordé anteriormente en este blog la traducción de una selección de capítulos de la obra de David Hamblin Harmonic Charts. A New Dimension in Astrology, así como también la de diversos artículos de divulgación de Zip Dobyns, Mark Pottenger y Chris Mitchell. 


Ahora tendremos la oportunidad de confrontar directamente algunos de los textos todavía inéditos en castellano que nos legó el maestro y principal pionero, John Addey, en la obra citada más arriba. Aunque la relación entre los armónicos y los aspectos es tan estrecha que es prácticamente imposible ocuparse de los primeros sin implicar a los segundos, hay, no obstante, dos capítulos de Harmonics in Astrology que se centran específicamente en estudiar a fondo esa relación. En la primera mitad del capítulo 9, "Harmonics in the Aspect Circle", cuya traducción se incluye en esta misma entrada, presenta Addey, según sus propias palabras, "una breve introducción a la teoría de los armónicos aplicada a los aspectos", seguida de una serie de consideraciones generales sobre ciertas dificultades metodológicas del análisis estadístico de los armónicos. En la segunda mitad del capítulo 9, que ofrecemos en una entrada posterior, expone Addey su célebre investigación sobre la relación entre la longevidad y los aspectos separativos de ciertos planetas de la carta natal y cierra el capítulo con una conclusión de carácter general. Después abandona el tema, para enlazar de nuevo con él en el capítulo 14, "New Light on Aspects", donde, entre otras cosas, expone detalladamente su teoría de los "orbes de los aspectos" y presenta sus interesantes observaciones sobre las natividades de las personas ciegas. Por el momento, mis intenciones no van más allá de la traducción de estos dos capítulos, a menos que alguna editorial me encargara la tarea de verter al castellano el libro completo.




John Addey
Armónicos en astrología.


Capítulo 9. 
ARMÓNICOS EN EL CÍRCULO DE LOS ASPECTOS
(Primera parte)


Probablemente ninguna otra parte de este trabajo presente dificultades tan grandes, tanto para el lector como para el autor, como este capítulo que trata la cuestión de los armónicos en el círculo de los aspectos. Hay varias razones para esto, y las razones que deberían suponer una dificultad para el estudiante de las enseñanzas de la astrología tradicional no son las mismas que representarán una dificultad para el autor que debe afrontar un conjunto diferente de problemas - problemas que, por cierto, se agravan por una falta de información.

Desde el punto de vista del lector que ha sido educado en términos de los conceptos predominantes, la mayor dificultad es probable que sea sustituir sus ideas habituales acerca de a qué se asemejan los aspectos, tal como los describen los libros de texto, por aquello a lo que en realidad se parecen. De acuerdo con los libros de texto, los aspectos son cosas que brotan aquí o allá en el círculo de los aspectos; tradicionalmente hay doce puntos principales a intervalos de 30º en el círculo que se dice que están 'en aspecto'. Y otros cuatro a intervalos de 90º a partir de la semi-cuadratura de 45º. Estos 16 aspectos, junto con algunos otros que un astrólogo puede raramente incluir, se contemplan como si fueran las relaciones angulares en el círculo que ponen a dos planetas en una relación significativa. Un cierto orbe muy variable, por no decir indeterminado, se permite a ambos lados del punto de aspecto exacto. Cuando dos planetas quedan fuera de los orbes de aspecto, la relación entre ellos se considera relegada a una especie de limbo.

La imagen en la mente del astrólogo se asemeja a la fig. 39 que muestra "burbujas" en el círculo correspondientes a los puntos de aspecto normalmente usados.



El grado de intensidad y orbe asociado con cada uno se indica aproximadamente. Esta imagen es un conglomerado de anomalías e incertidumbres. No se trata sólo de que se ha efectuado una elección completamente irracional en favor de ciertos números para dividir el círculo (doce y ocho), o que nunca ha sido definido de un modo inteligible lo que constituye un 'orbe' y no puede, tal como están las cosas, ser definido, excepto sobre una base arbitraria. Lo que hace definitivamente absurdo todo este esquema es la idea de que dos planetas pueden dejar de mantener una relación significativa.

En realidad los mismos principios que se aplican a los círculos diurno y zodiacal son de aplicación al círculo de los aspectos. En el círculo diurno el simbolismo de un cierto número, digamos cuatro ó 120, cuando es puesto en juego se expresa a través de cuatro puntos ó 120 puntos a intervalos regulares alrededor del círculo. La fuerza astrológica en actividad se representa por una serie regular de ondas medidas desde el Ascendente o, según el factor involucrado, desde el M.C. o algún otro punto en el círculo diurno en el que se cruzan los grandes círculos de la esfera mundana. En el caso de las posiciones planetarias en la eclíptica el simbolismo de los diferentes números se expresa de modo parecido a través de los armónicos medidos, evidentemente, desde los puntos equinocciales o solsticiales (y/o desde algún otro punto o puntos todavía no establecidos*). En ambos casos los armónicos expresan la alternancia de fases positivas  y negativas de una relación entre un cuerpo en movimiento y otro punto significativo tal como la intersección del horizonte y la eclíptica (Ascendente-Descendente) o la eclíptica y el ecuador celeste (0º Aries-Libra).
* Véase el capítulo 19.
En este sentido la distinción que hemos hecho en varios lugares de este libro entre emplazamientos zodiacales, emplazamientos mundanos y relaciones de aspecto es una distinción falsa. En el más amplio sentido, los emplazamientos zodiacales no son más que aspectos a un punto en el círculo eclíptico (tal como 0º Aries) y los emplazamientos mundanos no son más que aspectos a puntos (tales como el Ascendente) en el círculo diurno. Puesto que este hecho siempre ha sido admitido, la famosa controversia entre los zodiacos tropical y sideral debería haberse enfocado de otra manera. Se debería haber planteado como la cuestión de qué puntos existen en el círculo eclíptico potencialmente capaces de generar efectos armónicos. Esto se trata en el capítulo 19

En el caso del círculo de los aspectos, simplemente tratamos con puntos positivos y negativos de relación entre un planeta y otro de acuerdo con el simbolismo de los diferentes números. El concepto de formas de ondas absolutamente regulares alrededor del círculo continúa siendo el mismo. Los puntos de aspecto no emergen aquí y allá; si el simbolismo de un número determinado se aplica a una cierta clase de natividad y si reunimos una abundante colección de tales cartas y dibujamos la distribución de un planeta en relación con otro se puede ver que el ritmo regular de la forma de onda relevante se extiende por todo el círculo. Por ejemplo, si el armónico 4 es operativo en la relación entre dos planetas, se encontrará que la distribución del planeta de movimiento más rápido en relación con el más lento es como se muestra en la fig. 40a; si lo es el armónico 12, entonces será como en 40b.



Pero el lector dirá que tal estado de cosas implica necesariamente que el aspecto de cuadratura -que se afirma que se deriva del armónico 4- debería tener siempre un orbe de unos 22½º (ver fig. 40a). Esto es totalmente contrario a nuestra experiencia.

En efecto, el armónico 4, por sí mismo en términos de aspectos tiene un orbe de 22½º, y no otro. La explicación de esta aparente contradicción con nuestra experiencia es que los armónicos mayores casi nunca funcionan de forma aislada y en la práctica están casi siempre acompañados por cierto número, y a menudo un número considerable, de sus sub-armónicos.

Por ejemplo, si añadimos al armónico 4 solamente sus dos primeros sub-armónicos (el 8 y el 12) y asumimos que todos ellos están en fase positiva en relación a los puntos 'X' en la figura 41, podemos ver que la intensidad del aspecto de cuadratura está ahora aumentada y su orbe se ha reducido (y se reduciría aún más si añadiéramos más armónicos). 


Ahora bien, cada armónico permanece constantemente en actividad en todo el círculo de los aspectos, y si hay partes del círculo donde la combinación de armónicos eleva los picos de fuerza más intensos y otros donde las fuerzas operativas parecen extinguirse, esto es solamente porque en algunos puntos los armónicos están actuando todos al unísono y en otros se contrarrestan unos a otros.

Esta es simplemente la única razón por la cual los llamados aspectos mayores (la conjunción sobre todo, pero también la oposición, el trígono y la cuadratura) son considerados como "mayores", porque al ser divisiones primarias del círculo contienen la mayoría de los sub-armónicos y porque son los lugares del círculo donde es más probable que estos sub-armónicos coincidan y se refuercen mutuamente.

Ahora podemos considerar qué son realmente los orbes y cómo deben ser definidos. Es difícil evitar de hecho la adopción de un sistema doble, esto es, una cuidadosa definición teórica por una parte y una definición para propósitos prácticos de interpretación de la carta por otra parte. Estrictamente hablando, no puede haber una definición genérica de un orbe, simplemente podemos decir que para algún armónico el orbe de "influencia" positiva o negativa será de un cuarto de la longitud del armónico (Véase fig. 41). No podemos ir más allá de esto, porque para cada combinación de armónicos el orbe será diferente. Incluso esta simple definición asume que estamos tratando con armónicos que están en fase a 0º ("influencia" positiva) ó 180º ("influencia" negativa), como en la fig. 42, pero esto no parece ser siempre el caso.


Por el contrario, parece que a veces los nodos de la onda caen en el punto de aspecto, de modo que el aspecto aplicativo o separativo representa el máximo valor positivo o negativo. Véase fig. 43.


Hay que reconocer que considerar los orbes de esta forma, aunque puede ser útil para recordar, no es muy satisfactorio para la persona que se sienta a interpretar una carta. A nivel práctico debe aceptarse un elemento de arbitrariedad para proporcionar alguna regla de trabajo y lo mejor que se puede hacer en tales circunstancias es asegurarse de que la regla sea lo más conforme posible con la naturaleza armónica de los aspectos. Por tanto en el capítulo 14 he intentado formular un principio de trabajo que cubra el problema de los orbes para todos los aspectos, y remito allí al lector para el punto de vista que probablemente encontrará más esclarecedor en la práctica.

Hasta aquí hemos presentado una breve introducción a la teoría de los armónicos aplicada a los aspectos. Cuando nos enfrentamos con la cuestión de la demostración de estos principios a partir de los estudios que realmente se han hecho, nos tropezamos con una dificultad muy grande que ha limitado la mayor parte de las investigaciones preliminares. Nos referimos, por supuesto, a las aparentes irregularidades de los movimientos planetarios. Sus periodos de retrogradación producen por sí mismos armónicos muy fuertes si se les estudia en relación con los patrones de aspecto del mismo modo que hemos examinado los patrones de distribución del Sol en la eclíptica. Este hecho es todavía pasado por alto a menudo por quienes hacen estudios estadísticos de aspectos.

Para tomar un ejemplo sencillo, consideraremos el caso de los aspectos entre el Sol y Marte. Si consultamos las efemérides enseguida veremos que la conjunción entre el Sol y Marte es un aspecto mucho más frecuente que la oposición. Cada dos años, más o menos, el Sol y Marte permanecen en oposición dentro de un orbe de 5º por unos ocho días; cada dos años permanecen en conjunción dentro de un orbe de 5º por unos 38 días. Por tanto las conjunciones son unas 4 veces y media más frecuentes que las oposiciones. La razón es fácil de ver. La situación se ilustra en la fig. 44.




Cuando la Tierra y Marte están en línea a un mismo lado del Sol, se da una oposición aparente. Como la Tierra está cerca de Marte y se mueve más deprisa que este planeta, lo adelanta rápidamente y Marte parece moverse hacia atrás. De esta manera, el periodo en el que están cerca de una línea recta con el Sol es muy breve. Cuando la Tierra y Marte están en lados opuestos del Sol, se encuentran muy lejos el uno del otro y giran en torno al Sol en la misma dirección como dos luchadores buscando una oportunidad. En consecuencia esta relación es más duradera.

Por tanto, si registramos un gran número de relaciones angulares aleatorias entre el Sol y Marte durante un periodo de tiempo, habrá muchas más conjunciones que oposiciones y el primer armónico en el círculo de los aspectos alcanzará una amplitud en torno al 60%. Esto significa que la frecuencia de las conjunciones es un 60% mayor que la frecuencia media de todas las relaciones angulares tomadas en conjunto; la frecuencia de la oposición es un 60% menos. Este efecto sobre el primer armónico es mucho más pequeño en las relaciones geocéntricas del Sol y Júpiter y más pequeño aún en la relación del Sol y Saturno. Aun así el ciclo de aspectos Sol-Saturno mostrará un primer armónico de un 10% de amplitud aproximadamente.

En el caso de los aspectos del Sol con los planetas interiores Mercurio y Venus ya no hay un círculo completo de relaciones, sino una especie de efecto de péndulo. Vistos desde la Tierra, Mercurio y Venus aparecen primero a un lado del Sol y después al otro. En estos dos casos la conjunción es breve en comparación con la duración de sus posiciones cuando están cerca de sus máximas elongaciones respecto del Sol. El patrón de distribución en relación al Sol se forma como se muestra en la fig. 45.


Si esto parece un poco complicado cuando los planetas se consideran en aspecto con el Sol, cuyo movimiento aparente es casi regular, fácilmente se verá que cuando se consideran los diferentes planetas con sus distintas velocidades y estaciones relacionados entre sí, todo tipo de patrones armónicos surgirán entre ellos, especialmente cuando los datos de nacimiento a los que se refieren estén tomados de un periodo de tiempo relativamente corto, digamos dos o tres décadas.

No se ha hecho ningún estudio adecuado de los patrones de aspecto producidos por las relaciones de varios planetas; este es esencialmente un trabajo para una computadora. Mientras no hayamos programado una computadora que nos dé los armónicos de las interrelaciones de los planetas para periodos particulares, no podremos hacer muchos progresos en este campo. Es fácil ver que no se puede considerar significativa la ocurrencia de unas cuatro veces más conjunciones que oposiciones entre el Sol y Marte en una determinada muestra de nacimientos (los factores astronómicos por sí solos producirían una discrepancia semejante en una muestra aleatoria que abarcara un par de décadas), pero no es tan fácil saber exactamente qué patrones armónicos deberían esperarse en otros casos. Quizás lo mejor que podemos hacer es restringirnos a los aspectos entre uno de los planetas y el Sol (con lo cual evitamos al menos el factor de retrogradación en uno de los dos cuerpos) y prestar especial atención a los armónicos de onda corta, puesto que es poco probable que éstos produzcan esos patrones por los movimientos orbitales involucrados.

Continúa en Armónicos en el círculo de los aspectos (2)

Otros textos de Addey sobre el mismo tema:

Nueva luz sobre los aspectos (1)
Nueva luz sobre los aspectos (2)


© 1976, John Addey, por el texto original en inglés.
© 2011, Julián García Vara, por la traducción


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