viernes, 13 de mayo de 2011
Los planetas en el matrimonio (4) La Luna de la mujer
El segundo resultado más notable en el gráfico de conjunciones completas (primera aproximación) es el déficit de conjunciones de la Luna de la mujer con todos y cada uno de los siete planetas del hombre. Esto se cumple también con Urano, Neptuno y Plutón. Es un dato extraño y difícil de asimilar. Si desglosamos por intervalos esta información, pronto nos damos cuenta de que casi toda la responsabilidad de esta disminución de contactos recae sobre el intervalo 27, es decir, que el problema se circunscribe especialmente a aquellas conjunciones en las cuales la Luna de la mujer se sitúa antes que el planeta del hombre. El principal problema parece que radica en el contacto de la Luna de la mujer con Mercurio del hombre. Estos dos planetas son muy diferentes. La Luna representa el mundo emocional, las reacciones instintivas, la necesidad de afecto, la búsqueda de seguridad, la añoranza del pasado, la infancia, la madre, la necesidad de protección, la fantasía, el mundo interno y privado, una cierta ingenuidad y, a veces, una aparente irracionalidad. Mercurio, por el contrario, representa el mundo racional, la claridad de ideas, la expresión pública de argumentos, el juego intelectual, la curiosidad y un cierto desapego sentimental. ¿Será, tal vez, que Mercurio del hombre experimenta la proximidad de la Luna de la mujer acercándose hasta él como la amenaza de verse invadido y sumergido en un tsunami emocional que socave los cimientos de sus construcciones intelectuales? ¿Será quizás que las necesidades de afecto que la Luna de la mujer busca ver satisfechas en Mercurio del hombre se estrellan contra una pared de juegos de lógica fríos e impersonales que tal vez no entiende o no le satisfacen? Mercurio necesita argumentos para actuar en un sentido o en otro, la Luna necesita sentirse bien haciendo una cosa u otra. Pero ¿por qué el orden de los factores es importante?, es decir ¿por qué no se presenta este problema cuando Mercurio del hombre está situado antes que la Luna de la mujer?
Una posible respuesta sería la siguiente. Cuando Mercurio del hombre se sitúa después que la Luna de la mujer, el modo de pensar del hombre se aleja del modo de sentir de la mujer, pero cuando Mercurio del hombre se sitúa antes que la Luna de la mujer, el modo de pensar del hombre se acerca al modo de sentir de la mujer. En el primer caso, Mercurio del hombre puede percibir a la Luna de la mujer como un obstáculo para su progreso, para el desarrollo de ideas nuevas y el abandono de costumbres caducas. Por su parte, la Luna de la mujer puede ver a Mercurio del hombre inclinado a dejarse llevar por ideas extravagantes o, simplemente, a actuar en función de un cálculo en lugar de fluir espontáneamente; ella se emociona ante él y lo expresa con risas, lágrimas, abrazos, miradas, besos o gestos; él no responde con esos registros ni con esa intensidad, de hecho se siente molesto por esa sobreabundancia de emociones que considera exagerada y algo primitiva; además, a él le molesta todo lo que no puede comprender y el imprevisible fluctuar del comportamiento emocional de ella cae bajo ese apartado. En el segundo caso, por el contrario, el mundo emocional de la Luna de la mujer es experimentado por Mercurio del hombre como un interesante estímulo para su reflexión, ella le va indicando a él el camino, anticipando "como por instinto" los resultados que él sólo puede alcanzar tras una larga cadena de razonamientos; y ella puede encontrar emocionantes los pensamientos de él.
Por supuesto, ninguna relación entre dos personas se reduce a un contacto entre dos planetas. El hombre también tiene una Luna en su carta natal y también está Mercurio en la carta natal de la mujer. Es posible, incluso, que Mercurio de ella esté en conjunción con la Luna de él y, al mismo tiempo, Mercurio de él esté en conjunción con la Luna de ella. No se trata, por tanto, de que uno de ellos sea cerebral y el otro emocional, sino de que las cosas que a uno de ellos le hacen pensar al otro le emocionan. A Mercurio en Libra, por ejemplo, la belleza le hace pensar ("¿Qué es la Belleza?", "¿Qué rasgos distinguen a un objeto hermoso de uno feo?", "¿Es objetiva o subjetiva, absoluta o relativa?", etc.) y puede convertirse en un teórico de la Estética. A la Luna en Libra la belleza le emociona, la disfruta, la busca o la produce artísticamente, pero no se siente especialmente inclinada a pensar sobre ella; eso podría quebrar su encanto. El problema puede estar en que el área de la vida en la que uno de ellos prefiere fluir espontáneamente y sumergirse sin reparos en una corriente emocional es la misma en la que el otro prefiere tomar distancia y observar. Sin embargo, debemos advertir que ningún problema ha sido detectado cuando el contacto se da entre la Luna del hombre y Mercurio de la mujer, sea cual sea el orden de los factores. Tal vez esto se deba a que el hombre, en general, suele ser más comedido que la mujer a la hora de expresar sus emociones o, tal vez, a que la mujer no se siente tan incómoda ante las emociones del hombre y las comprende con más facilidad que él las de ella.
Otro detalle interesante es que cinco de los siete contactos de la Luna de la mujer con planetas del hombre son conjunciones enantiodrómicas. En primer lugar, la ya comentada con Mercurio; después, las de Marte y Venus; por último, a una escala menor, las del Sol y Júpiter. En todos estos casos se pueden ensayar explicaciones semejantes. Cuando se trata de Marte, puede ser el modo de actuar del hombre o su manera de autoafirmarse lo que se acerca o se aleja al modo de sentir de la mujer, según esté situado antes o después que la Luna de ésta. Con Venus, serán los gustos del hombre, su particular estética o sus modales. Y así con el resto.
Los contactos de la Luna de la mujer con Saturno del hombre quedan por debajo de lo esperado en los dos intervalos. Esto no es sorprendente en absoluto, ya que la Luna se asemeja a lo que los psicoanalistas denominan el Id o el Ello, mientras que Saturno trabaja al servicio de lo que los psicoanalistas denominan el Superego o Superyó. El Ello no tolera las frustraciones, es incapaz de aplazar la satisfacción de sus necesidades y no tiene en cuenta las de los demás. El Superyó impone normas de comportamiento, deberes hacia los demás y aplazamiento o renuncia a la satisfacción de las propias necesidades en la medida en que lo requiera la consideración hacia las necesidades de los demás.
También quedan por debajo de lo esperado en los dos intervalos los contactos de la Luna de la mujer con la propia Luna del hombre y para esto no tengo ninguna explicación a mano.
Como dije al principio, todas estas aparentes explicaciones no son más que sugerencias. Además, algunas de las oscilaciones observadas (espero que no todas) pueden ser fruto del azar y no expresión de ninguna tendencia real. Será necesario comprobar cuidadosamente como funcionan las cosas en cada caso concreto antes de pronunciarse sobre un contacto determinado.
© Julián García Vara, mayo, 2011
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