Los métodos para predecir o analizar sucesos con ayuda de la astrología se construyen a partir de varios principios generales que pueden ser aplicados de diversas maneras, dando así lugar a las diferentes técnicas existentes. Uno de estos principios es la resonancia de ciclos, cuyas aplicaciones principales han sido ya analizadas en el artículo Sistemas de progresión. Nuestro túnel del tiempo, en este mismo blog. Básicamente se incluyen bajo este epígrafe todas las técnicas que proyectan un ciclo astronómico menor sobre el tiempo de duración de otro mayor de manera progresiva y proporcional. Las correspondencias entre día-mes, mes-año y día-año destacan entre las más utilizadas, pero, en teoría, cualquier par de ciclos podría entrar en resonancia. Así, por ejemplo, Jesús Navarro ha experimentado con los ciclos de Plutón, Neptuno, Saturno, los nodos lunares y algunos otros, basándose no sólo en los periodos propios de estos planetas sino también en divisiones armónicas de estos periodos *
* Jesús Navarro Artigas, Las progresiones anuales, lunares y fraccionales, obra editada y distribuida por el propio autor. El programa Armon de Miguel García incluye varias opciones de progresiones fraccionales.
Incluso ciclos armónicos puros pueden entrar en resonancia con ciclos astronómicos y ya he apuntado en otro lugar ( Armónicos radicales ) que ese es el fundamento último del funcionamiento de un rosario de técnicas aparentemente desvinculadas, tales como las profecciones, los atacires, las direcciones simbólicas, la Proluna de Cristoff, el punto de la vida de Frankland, el punto de la edad de Huber, el C-60 de Santos y los armónicos de la edad de Addey, entre otras. Todas ellas pueden englobarse bajo la denominación general de direcciones armónicas, como casos particulares del principio ampliado de resonancia de ciclos, según la fórmula:
un ciclo armónico simple o compuesto = un ciclo astronómico simple o compuesto
Un segundo principio general que ha guiado el diseño de una gran parte de técnicas astrológicas de predicción es el ya explicado en el artículo Nuevas ideas sobre revoluciones, tránsitos y otros métodos de prognosis (Cadencias microcósmicas, 23 de febrero de 2012), según el cual todo desarrollo lineal de ciclos o configuraciones astronómicas o armónicas a través del tiempo puede estudiarse bien de manera continua o bien en series discretas de momentos privilegiados, según ciertos ritmos regulares. Ambas formas se articulan de tal manera que los despliegues continuos enlazan entre sí las diversas instancias de cartas discretas. La carta natal es, al mismo tiempo, el primer elemento de casi todas las series de cartas discretas.
De ambos principios se desprende la sorprendente conclusión de que las configuraciones planetarias de un momento dado sobre el cielo de cualquier lugar pueden reflejarse no solamente en lo que sucede o nace en ese tiempo y en ese lugar sino también en lo que sucede en ciertos momentos posteriores que pueden estar muy alejados del instante original en el que la configuración era realmente visible. Esto es evidente en las progresiones secundarias, las cuales relacionan, por ejemplo, las posiciones de los planetas en el vigésimo día de la vida de una persona con los acontecimientos experimentados por esta misma persona en el vigésimo año de su vida. Hay una minoría de astrólogos para los cuales esta "acción retardada" de los planetas resulta inconcebible y, por ello, rechazan los métodos proporcionales de prognosis y se adhieren exclusivamente a los tránsitos, que es la única técnica de "efectos inmediatos". Sin embargo, no debemos olvidar que los tránsitos no ponen directamente en relación las configuraciones planetarias de un momento dado sobre el cielo de un lugar con lo que sucede en ese lugar y en ese mismo tiempo, sino que la relación se establece entre esas configuraciones planetarias y los lugares ocupados por los planetas en el momento del nacimiento, es decir, en un instante que queda más alejado del tiempo del suceso que las fechas intermedias usadas en los métodos proporcionales. ¿Cómo podrían las posiciones de los planetas en tránsito "excitar" al cielo de nacimiento si el estado de ese cielo no se hubiera conservado de algún modo y prolongado hasta el tiempo de un suceso posterior? Y si el cielo de nacimiento puede prolongarse o dilatarse en el tiempo de este modo ¿por qué otros cielos más o menos próximos al del nacimiento no podrían beneficiarse de la misma propiedad? Si se llevara al extremo la suposición de que la "acción de los planetas" sólo puede ser instantánea, las cartas natales sólo servirían para describir las particularidades del acto mismo de nacer de cada uno. Después de eso se desvanecerían en la nada y no tendrían ningún valor para describir ni el carácter, ni el comportamiento ni las experiencias vividas por cualquier individuo adulto.
La reversibilidad del tiempo astrológico
Hay todavía un tercer principio de construcción de técnicas de prognosis, utilizado sobre todo por astrólogos anglosajones, que representa un desafío aún mayor para el sentido común que la acción diferida de los planetas. Se trata del principio de reversibilidad del tiempo astrológico, según el cual para todo momento posterior al nacimiento que tenga algún valor como referencia en cualquier técnica de prognosis hay otro momento anterior al nacimiento con ese mismo valor, de tal manera que ambos momentos son equidistantes del de nacimiento. En este principio se sustentan las llamadas técnicas inversas o prenatales. Es decir, si en las progresiones secundarias directas para la edad de 20 años miramos las posiciones que ocupaban los planetas 20 días después del nacimiento, en las progresiones secundarias inversas para esa misma edad deberemos considerar las posiciones que ocupaban los planetas 20 días antes del nacimiento. Para establecer los tránsitos inversos o prenatales para esa misma edad deberemos mirar las posiciones que ocupaban los planetas ¡20 años antes del nacimiento de la persona! Y lo mismo se aplica a las revoluciones solares y a todas las demás técnicas.
Esta práctica supone una violación del principio de la flecha del tiempo de Eddington que parece regir el mundo de la física macroscópica. En cierto modo, la flecha del tiempo es la versión científica de la concepción judeo-cristiana del tiempo histórico lineal. A un pasado ya definido de una vez para siempre le sigue un presente que camina hacia un futuro incierto. Este tiempo es irreversible y los procesos físicos que se desarrollan en él no pueden volver atrás. El agua derramada de un recipiente no "se arrepentirá" y saltará de nuevo al interior del recipiente. El vaso que cae al suelo y se rompe en mil pedazos no "reconsiderará su acción" y se reintegrará espontáneamente a su estado original. La búsqueda del tiempo perdido de Proust es una acción desesperada e inútil en el mundo de la física macroscópica.
Pero las cosas parecen ser distintas en el mundo de la física microscópica. La mecánica cuántica permite suponer que los fenómenos físicos a nivel microscópico son en su mayoría temporalmente simétricos, lo que implica que sus descripciones sólo serán verdaderas si se asume que en este plano el tiempo es reversible. El universo astrológico implícito en las técnicas inversas de prognosis parece más emparentado con las leyes de la física de partículas que con la mecánica newtoniana. Esto es una prueba más de que nuestra relación con los planetas en los términos en que es descrita por la astrología no se apoya en las leyes de la física de procesos macroscópicos, sino que está basada en algo más sutil y complejo.
Al considerar los movimientos de los planetas retrocediendo en el tiempo a partir del instante del nacimiento, la dirección de este movimiento también se verá alterada, pasando de levógira a dextrógira en el zodiaco y de dextrógira a levógira en el cielo local. Los planetas saldrán por el Oeste y se pondrán por el Este y los veremos retrógrados si estaban directos y directos si estaban retrógrados. Esta simetría temporal entre los movimientos de los planetas por técnicas directas e inversas tiene un correlato espacial relacionado con los ejes de simetría solsticiales y equinocciales. Estos ejes, en efecto, definen los antiscios y contrantiscios de los planetas, que se mueven siempre exactamente al revés que ellos: cuando los planetas están directos y, por consiguiente, siguen un movimiento levógiro en el zodiaco sus antiscios y contrantiscios estarán retrógrados y, por consiguiente en movimiento dextrógiro y viceversa. En principio, estos dos tipos de espejos no parecen guardar una relación muy estrecha, porque uno de ellos es temporal y el otro espacial, pero cuando incursionamos en el territorio de los armónicos la diferencia entre el tiempo y el espacio se diluye y los dos tipos de espejo terminan reflejando la misma imagen.
Los armónicos de la edad hacen avanzar la carta natal a razón de un armónico por año. La única forma de ir hacia atrás en el tiempo es usando armónicos negativos. Si por el procedimiento directo miramos el armónico 20 para la edad de 20 años, por el procedimiento inverso debemos mirar el armónico -20. Pero las posiciones de los planetas en los armónicos negativos coinciden exactamente con sus puntos de contrantiscio en los correspondientes armónicos positivos. Por tanto, si tenemos en cuenta los contrantiscios no tenemos necesidad de calcular ninguna otra carta complementaria inversa o prenatal. Esto, sin embargo, sólo funciona bien con los armónicos de origen 0, pero no con los de origen 1. En efecto, en los armónicos de la edad + 1 el punto de partida es la carta natal o armónico 1. Para la edad de 20 años deberemos añadir 20 armónicos y mirar, por tanto, el armónico 21. Si queremos ir hacia atrás, deberemos retroceder 20 armónicos, pero al hacer esto no llegaremos al armónico -21, sino al armónico -19, porque el primer paso adelante desde el 1 es el 2, pero el primer paso atrás no es el -2 sino el 0. En cualquier caso, esta es la forma en que el programa Solar Fire trata los dos tipos de armónicos de la edad en su modalidad inversa (Converse). No obstante, teniendo en cuenta que los contrantiscios del armónico 21 están contenidos en el armónico -21, podemos obtener de este último armónico información útil aplicable directamente a la edad de 20 años por el sistema de armónicos de la edad + 1.
Una de mis aportaciones personales a la teoría y práctica de los armónicos dinámicos son los armónicos dextrógiros, que no deben confundirse con los armónicos negativos ni van hacia atrás en el tiempo. Sólo van hacia atrás en la dirección de su movimiento. El movimiento levógiro de un planeta situado, por ejemplo, a 0 grados de Cáncer en una carta natal, le hace avanzar 90 grados por armónico y año en el zodiaco en sentido antihorario. El movimiento dextrógiro de ese mismo planeta le hace retroceder 270 grados por armónico y año en el zodiaco en sentido horario. En ambos casos, la velocidad de movimiento armónico depende del número de grados que separan la posición inicial del planeta respecto del grado cero de Aries, pero la medida de esta distancia se realiza en cada caso por un lado diferente del círculo y en sentido diferente. Las posiciones levógira y dextrógira de un planeta en movimiento armónico se cruzan en los armónicos enteros. La siguiente imagen ilustra este ejemplo:
Cada uno de los dos sentidos de movimiento va asociado a una onda de diferente longitud que genera sus propios ciclos. Así como al arrojar una piedra sobre las aguas tranquilas de un estanque se genera un tren de ondas que se expande en todas direcciones simultáneamente, también las ondas que parten del grado cero de Aries se expanden en las dos direcciones del zodiaco. Las coincidencias en los armónicos enteros contribuyen a realzar estos armónicos como cartas discretas que merecen un tratamiento especial y se superponen, además, en el tiempo a las revoluciones solares.
© 2012, Julián García Vara
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