jueves, 23 de febrero de 2012

Nuevas ideas sobre revoluciones, tránsitos y otros métodos de prognosis



Tanto si se aspira a formular predicciones como si se prefiere comprender el desarrollo de las potencialidades de una persona, es esencial el conocimiento de los conceptos básicos sobre los que se asientan las técnicas usadas en astrología para investigar los procesos de cambio. Aunque existe una gran variedad de técnicas, la mayoría de ellas se guían por unos pocos principios comunes. Reteniendo estos principios en lugar de una lista desordenada de procedimientos podremos adaptar las herramientas de prognosis a nuestras necesidades específicas con mayor libertad y eficiencia.

Articulación de revoluciones y tránsitos

El punto del zodiaco ocupado por el Sol en el momento del nacimiento de una persona es su posición radical o natal. Lo que quiera que signifique este Sol radical según el signo y la casa que ocupa y sus aspectos con los demás planetas se aplica a toda la vida de la persona. Después del nacimiento, el Sol continúa su deambular por el zodiaco, pasando de un signo a otro, y en su camino va formando nuevos aspectos, tanto con los demás planetas en movimiento como con los lugares que los planetas ocupaban en la carta natal. Estos nuevos aspectos que tanto el Sol como los demás planetas en movimiento van formando con los planetas natales se conocen con el nombre de tránsitos, porque son transitorios, a diferencia de los aspectos radicales o natales que son permanentes. Los aspectos natales no tienen por qué ser exactos para que se admita su existencia y actividad, sino que es suficiente con que el ángulo formado por dos planetas no se aleje del punto de aspecto exacto más allá de un cierto número de grados. Este margen de variación es lo que se conoce como el orbe del aspecto; la magnitud de estos orbes puede variar en función del tipo de aspecto, de los planetas que participan y de si el aspecto se está formando (en cuyo caso se le llama aspecto aplicativo) o se está deshaciendo (en cuyo caso se denomina aspecto separativo). En el caso de los aspectos que se forman por tránsitos, los orbes permiten definir el periodo durante el cual permanecerán activos. La mayoría de los astrólogos considera que los tránsitos son débiles cuando el planeta en movimiento apenas acaba de traspasar el umbral del orbe de un aspecto a un planeta radical; después los efectos del tránsito se van haciendo progresivamente más intensos a medida que la distancia al punto de aspecto exacto disminuye, hasta alcanzar su punto álgido cuando el aspecto es exacto (en cuyo caso se denomina aspecto partil). Una vez traspasado ese punto del aspecto exacto, se inicia la fase separativa y se supone que la actividad del tránsito decae paulatinamente hasta desaparecer.

Cuando el Sol en tránsito completa una vuelta a través de todo el zodiaco alcanza de nuevo su propia posición radical, formando una conjunción con el Sol natal. El instante en que esta conjunción del Sol en tránsito sobre su propia posición radical es totalmente exacta se utiliza para levantar una nueva carta astral completa que recibe el nombre de "revolución solar". Después, el Sol continúa otra vez su camino a través del zodiaco y va haciendo todos los aspectos posibles con todos los planetas o puntos sensibles de la carta natal en el curso de un año.

Aunque, tal como la he presentado aquí, una revolución solar no es más que un caso especial de tránsito, lo cierto es que recibe un tratamiento muy diferente al de los otros tránsitos por parte de los astrólogos que las utilizan. Una revolución solar es concebida como una carta independiente que se superpone a la carta natal y la acompaña durante un año, hasta que una nueva revolución solar la sustituya por otra. No se entiende, pues, que empiece a funcionar cuando el Sol en tránsito alcanza el umbral del orbe de una conjunción con el Sol natal (algo que sucede unos días antes del cumpleaños), como se hace con cualquier otro tránsito, sino que no entra en vigor hasta que la conjunción es exacta. Tampoco pierde rápidamente influencia al entrar el Sol en tránsito en la fase separativa del aspecto, ni se disuelve al abandonar la zona comprendida entre los límites de su orbe (lo cual tiene lugar pocos días después del cumpleaños), sino que permanece activa por todo un año completo.

Puesto que una revolución solar es, como hemos dicho, un caso especial de tránsito, podemos preguntarnos si no resultaría eficaz dar también a otros tránsitos un tratamiento semejante al que se otorga a las revoluciones solares. En realidad esto se ha hecho ya con otros tránsitos del Sol sobre su propia posición radical, especialmente con la oposición y las cuadraturas, pero también con todos los demás aspectos múltiplos de 30 grados. La carta levantada para el momento en que el Sol en tránsito se sitúa en exacta oposición a su emplazamiento radical puede describirse como una "demi-revolución solar" y se le asigna una vigencia de seis meses, es decir, hasta la siguiente revolución solar. La carta levantada para uno de los momentos en que el Sol en tránsito se sitúa en cuadratura exacta a su propia posición radical se puede denominar "cuarti-revolución solar" y se le asigna una vigencia de tres meses, es decir, hasta la siguiente demi-revolución solar o revolución solar, según se trate de la cuadratura inferior o de la superior.*
* Sobre este tema puede consultarse el libro de Silvina Simonovich, Técnicas de predicción. Astrología del devenir, Buenos Aires, 2004. Las expresiones "revolución demi-solar" y "revolución cuarti-solar" que se emplean en este libro no son muy afortunadas, porque "revolución demi-solar" significa literalmente "una revolución completa de la mitad del Sol", pero obviamente no se trata de eso, sino de la mitad de una revolución del Sol completo. 
La legitimidad de este proceder queda reforzada por la razón de que una oposición del Sol en tránsito a su posición radical es, al mismo tiempo, directamente una revolución solar en el armónico 2, y una cuadratura es, al mismo tiempo, directamente una revolución solar en el armónico 4. Y lo mismo sucederá con cualquier otro aspecto en relación con el armónico que le corresponda. Si esto funciona con el Sol, puede funcionar perfectamente con cualquier otro planeta o incluso con combinaciones de dos planetas diferentes.

A la inversa, podemos también preguntarnos si no se derivaría alguna ventaja o información útil al aplicar directamente a las revoluciones criterios similares a los que se usan normalmente en el tratamiento de los tránsitos. En la práctica, esto se traduciría en mirar una carta de revolución solar (o cualquier otra variante de revolución) no como el comienzo sino como el centro de su correspondiente periodo de vigencia. Aunque no tengo noticias de que ningún astrólogo utilice así las cartas de revoluciones, sí que he escuchado en boca de más de uno la observación de que las manifestaciones propias de una determinada revolución solar son ya claramente distinguibles en la vida de la persona desde algún tiempo antes del cumpleaños que, en teoría, las pondría en marcha, y mi propia experiencia confirma esa misma impresión.

Parece que cualquier tránsito puede ser abordado como si de una revolución se tratara y cualquier revolución puede comportarse como si se tratara de un tránsito. Esta doble capacidad de manifestación de los movimientos planetarios recuerda, en cierto modo, la dualidad onda-partícula que gobierna el comportamiento de la luz. Puede observarse tanto en la relación entre tránsitos y revoluciones como en la relación entre aspectos y signos. Si tomamos el Sol radical como referencia, el Sol en tránsito formará con él un aspecto de la serie del 12 cada vez que avance 30 grados. En el interior del armónico 12 cada uno de estos aspectos aparecerá como una conjunción y, por tanto, como una revolución solar. Considerado como tránsito, cada aspecto tendrá una fase de formación gradual (aplicación) una cumbre (aspecto partil) y una fase de disolución gradual (separación) y todo el proceso puede representarse gráficamente en forma de onda mediante una campana de Gauss. Pero si levantamos una carta para cada vez que el Sol avanza 30 grados (como si se tratara de una revolución) habremos dividido el tiempo del año en doce partes distintas, con límites definidos, de tal manera que la transición de cada una de estas partes a la siguiente será abrupta y no gradual, exactamente igual que si se tratara de los signos del zodiaco.


Modalidades continuas y discretas de diversas técnicas de prognosis

Desde otro punto de vista, podemos comparar el movimiento continuo de los planetas en tránsito con una película, mientras que los estados del cielo detenidos en una carta de revolución se parecerían más a una fotografía o a un fotograma aislado de la misma película. Una serie de revoluciones sucesivas divide el flujo continuo del tiempo en un número discreto de partes, efectuando, por así decir, cortes a intervalos regulares en la línea del tiempo. Siguiendo este criterio, podemos distinguir en cada técnica de prognosis dos modalidades: discreta y continua. 

Los tránsitos y las revoluciones naturales podemos englobarlos conjuntamente en la categoría de progresiones de manifestación instantánea, es decir, de aquellos movimientos de los planetas posteriores al nacimiento que se relacionan directamente con sucesos que ocurren en la vida de la persona aproximadamente al mismo tiempo que ellos forman ciertos ángulos significativos con respecto a la carta natal. La modalidad discreta de las progresiones de manifestación instantánea son las cartas de revolución; la modalidad continua son los tránsitos.

Las progresiones secundarias y terciarias son, por el contrario, progresiones de manifestación diferida, porque sus "efectos" o sucesos relacionados tienen lugar mucho tiempo después del momento en que se forman los aspectos en el cielo.

En el caso de las progresiones secundarias, la modalidad discreta consiste en la serie de cartas calculadas a intervalos de 24 horas a partir del momento del nacimiento, con una vigencia de un año para cada una. La modalidad continua cubre todo el tiempo comprendido entre dos cartas discretas consecutivas, aplicándose cada momento del día a la parte proporcional del año correspondiente.

En las progresiones terciarias (o direcciones terciarias I) la modalidad discreta es la misma serie de cartas que se usan para las progresiones secundarias discretas, pero con una vigencia de un mes lunar trópico para cada una. La modalidad continua cubre todo el tiempo comprendido entre dos cartas discretas consecutivas, aplicándose cada momento del día a la parte proporcional del mes lunar trópico correspondiente.

En las progresiones terciarias II (o direcciones terciarias II o terciarias minor) la modalidad discreta es la serie de revoluciones lunares contadas desde el nacimiento, con una vigencia de un año para cada una. La modalidad continua cubre todo el tiempo comprendido entre dos cartas discretas consecutivas, aplicándose cada momento del mes lunar trópico a la parte proporcional del año correspondiente.

En los armónicos de la edad, la modalidad discreta son los armónicos enteros, con vigencia de un año, y la modalidad continua son los armónicos fraccionarios comprendidos entre dos armónicos enteros consecutivos y aplicados a la parte proporcional del año correspondiente.

Estas distinciones, como sucede casi siempre que el intelecto trata de delimitar y separar las cosas en categorías definidas, no dejan de tener un elemento de artificialidad. Entre lo discreto y lo continuo no media un abismo insalvable, porque, a fin de cuentas, una película está hecha a partir de fotogramas. Una revolución solar es, en efecto, una carta "congelada" o inmovilizada por todo un año, mientras que el Sol en tránsito se mueve de manera continua por todo el zodiaco en el mismo periodo. Pero si admitimos cartas fijas para la mitad del tiempo de una revolución, para un tercio, un cuarto, un quinto, etcétera, llegará un momento en que tengamos un número de cartas de revolución tan alto que si las hacemos pasar una tras otra rápidamente delante de nuestros ojos nos parecerá estar viendo los tránsitos. Cada vez que avanzamos hacia un armónico más alto y, en consecuencia, aumentamos la frecuencia de las revoluciones, se nos hace accesible una capa más fina de la situación.

© 2012, Julian García Vara

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