lunes, 14 de noviembre de 2011

Dinero llovido del cielo interior



Una persona que obtuvo un premio importante en la lotería el 6 de septiembre de 1995 en Nueva York nació en Long Island, NY, el 5 de febrero de 1965 a las 4h 05m (9h 05m GMT). Podemos preguntarnos si esto se refleja de alguna manera en su carta natal o en las indicaciones vigentes para la fecha del sorteo por cualquiera de las técnicas de predicción y análisis de sucesos habitualmente usadas en astrología o por alguna de las técnicas nuevas que he venido presentando en diversos artículos de este blog. Una pregunta como esta se asume con naturalidad en los foros dedicados a la discusión sobre temas específicos de astrología y, de hecho, los datos de este caso están tomados de uno de estos foros ("Sobre ganadores de lotería", Astrodestino, 6-12-2008). Sin embargo, no es una  pregunta como otra cualquiera; no se puede poner, sin más, al lado de cuestiones tales como si una enfermedad o un accidente o un acceso de ira o de entusiasmo o de amor se verá o no condicionado o reflejado por la disposición de los planetas en un momento dado en relación con una carta natal. Porque los que todavía piensan que los planetas actúan sobre nosotros a través de alguna fuerza física conocida o desconocida que, de alguna manera, tiene el poder de alterar el funcionamiento de nuestro sistema nervioso o vegetativo pueden sostener que todos esos acontecimientos o estados emocionales que he nombrado son consecuencias indirectas de los cambios físicos provocados en el organismo por los "efluvios" de los planetas, sea cual sea su naturaleza. Pero en el caso de un sorteo puro no parece muy razonable, en principio, pretender que el estado físico o emocional de todas las personas que  se juegan algo en él tenga incidencia sobre la disposición y los movimientos de unas bolitas numeradas en un bombo agitado mecánicamente en un lugar en el que ni siquiera están presentes los jugadores. Si, a pesar de todo, podemos localizar claros indicadores astrológicos de este tipo de importantes cambios en la fortuna de las personas a través de los juegos de azar, parece que de ahí se derivarían dos interesantes consecuencias. La primera es que estos juegos no serían tan de azar como su nombre indica, sino que, por decirlo así, los planetas no dejan al azar ni el mismo azar. La segunda es que nuestra conexión con los planetas no sería tan física como algunos imaginan, porque ninguna fuerza física conocida tiene el poder de discriminar entre los números impresos en las bolas de los sorteos, seleccionar las que coinciden con los números que una persona marcó en su boleto y provocar que se abran camino entre las otras en el momento oportuno.

La carta natal de la persona agraciada con el premio al que aludimos al principio es la siguiente:


Júpiter, que según el esquema de dignidades planetarias transmitido por Ptolomeo sería el regente del Ascendente, se sitúa al comienzo de la casa 5, una de las más directamente relacionadas con los juegos de azar, y en el signo de Tauro, que se asocia con la comodidad y las posesiones. El Sol y Saturno ocupan la segunda casa, relacionadas con bienes adquiridos e ingresos económicos, y Mercurio, al final de la casa primera, está en conjunción con la cúspide de la casa segunda, o puede que en el interior de la misma casa 2 si la hora declarada no fuera muy exacta. La Parte de la Fortuna, según la fórmula de Ptolomeo, queda al principio de la casa 2, pero según la fórmula de Manilius se emplaza en el mismo grado de la cúspide de la casa 11. De todas formas, algunos autores también relacionan la casa 11 con los juegos de azar.

La fecha del sorteo es el miércoles 6 de septiembre de 1995. Al parecer, aunque no he podido confirmar este extremo, los sorteos de la New York lotto de los miércoles se realizan a las 11:21 pm, que en GMT es ya el día 7, a las 4:21 a.m. Si miramos los tránsitos convencionales para la fecha del acontecimiento, vemos que la Luna se movía por la casa 2 en conjunción al Sol natal. Pero éste es un tránsito que se repite cada mes, es muy fugaz y tiene escasa importancia. Júpiter transita el grado de la cúspide de la casa 12, pero no es ahí donde esperaríamos encontrarlo en un día tan jubiloso. La casa 12 va más bien asociada a experiencias tristes y limitantes. Sin embargo, debe observarse que un planeta en la cúspide de la casa 12 hace un sextil mundano con la cúspide de la 2 y un trígono mundano con la cúspide de la 8, casas ambas relacionadas con bienes adquiridos por uno mismo (casa 2) o producidos por otros, pero en los que tenemos participación (casa 8). Aun así, la mayoría de los astrólogos consideraría más afortunado el tránsito de Júpiter por el grado ascendente que por el grado de la cúspide de la duodécima casa. Puesto que esta conjunción entre Júpiter y el Ascendente no aparece en los tránsitos geocéntricos, podemos probar con los heliocéntricos.


Primera conjunción Júpiter - Ascendente 

Si miramos los tránsitos heliocéntricos encontraremos a Júpiter en una posición algo más avanzada, a 18º 16’ de Sagitario, ya dentro del orbe admisible para una conjunción con el Ascendente a 26º 47’ del mismo signo. Pero los 8º 31’ que separan todavía a este Júpiter heliocéntrico del Ascendente, aunque en una carta natal autorizan a hablar de conjunción, suponen sin embargo una distancia demasiado grande para un tránsito. Ahora bien, los planetas medios no suelen estar muy lejos de sus correspondientes planetas físicos. ¿Podría entonces esa distancia ser salvada por un tránsito de Júpiter heliocéntrico medio?*
* Sobre planetas medios y direcciones armónicas, véase Ciclos armónicos en este mismo blog.

Segunda conjunción Júpiter - Ascendente

La fórmula general para el cálculo del armónico que incluye la posición media del planeta que define los ciclos implicados es la siguiente:

Armónico = ((edad /periodo astronómico) x ciclo armónico) + 1

En este caso, la edad en años trópicos es 30,584644. Como periodo o ciclo astronómico podemos usar 11,86 en una primera aproximación. El ciclo armónico de Júpiter heliocéntrico es 6,1469071.

     ((30,584644 / 11,86) x 6,1469071) + 1 = 16,851683

En el armónico heliocéntrico 16,851683 Júpiter queda a 26º 56’ de Sagitario, a sólo 0º 09’ del Ascendente.**
** La precisión real puede ser mayor o menor de la que aquí hemos consignado, no sólo porque pequeñas variaciones en la hora de nacimiento pueden modificar algo la posición exacta del Ascendente, sino también porque las coordenadas geográficas de Long Island son difíciles de establecer, debido a la vastedad de su territorio. Para la carta expuesta más arriba he tomado las coordenadas de http://www.mundivideo.com/coordenadas_chrome.htm

 Armónico 16,851683 heliocéntrico correspondiente a la ecuación
un ciclo armónico de Júpiter = un ciclo astronómico de Júpiter
para la fecha del sorteo

La diferencia entre la conjunción partil de Júpiter heliocéntrico medio en tránsito al Ascendente y el momento del sorteo es inferior a dos días dentro de un periodo de casi 12 años. Este grado de precisión no se alcanza prácticamente nunca con los tránsitos convencionales. El mismo aspecto realizado por Júpiter heliocéntrico físico no se cumple hasta el 23 de diciembre, es decir, con un desfase de tres meses y medio.


Tercera conjunción Júpiter - Ascendente

Cuando se produce un acontecimiento capaz de cambiar profundamente el modo de vida de una persona, casi nunca viene señalado tan sólo por un aspecto aislado, sino que suele estar presente una acumulación de indicadores en la misma dirección. Por eso precisamente un mismo aspecto produce unas veces efectos notables, mientras que otras veces pasa desapercibido. Si en lugar de comparar el ciclo armónico de Júpiter heliocéntrico con su propio ciclo astronómico lo hacemos equivaler a un año, llegamos al armónico 189,001064. En este armónico Júpiter aparece de nuevo junto al Ascendente, en conjunción, además, con Neptuno y con Mercurio. Júpiter y Neptuno estaban en oposición en la carta natal geocéntrica, entre las casas 5 y 11, ambas relacionadas con los juegos de azar; y Mercurio estaba en conjunción a la cúspide de la casa 2.

 Armónico 189,001064 heliocéntrico correspondiente a la ecuación
un ciclo armónico de Júpiter = un año
para la fecha del sorteo



Cuarta conjunción Júpiter - Ascendente

Por direcciones armónicas en clave de “un ciclo armónico de Marte heliocéntrico = 1 año” nos encontramos de nuevo con la misma conjunción de Júpiter (27º 43' de Sagitario) con Neptuno (24º 53') junto al Ascendente (26º 47'), que esta vez tiene lugar en el armónico heliocéntrico 72,187097. 

Armónico 72,18709764 heliocéntrico correspondiente a la ecuación
un ciclo armónico de Marte = un año
para la fecha del sorteo.




Quinta conjunción Júpiter - Ascendente

Como es sabido, las progresiones secundarias se basan sobre la correspondencia de un día con un año. Hay otra técnica, estrechamente vinculada con las progresiones secundarias, conocida con el nombre de 'direcciones de arco solar'. Las direcciones de arco solar mueven todos los planetas de la carta natal a la misma velocidad que se mueve el Sol progresado por secundarias. Para que cualquiera de estas dos técnicas pueda funcionar, es preciso que previamente las configuraciones planetarias que se plasman en ellas hayan estado activas en forma de tránsitos durante los primeros días de la vida. En efecto, las progresiones secundarias no son otra cosa que tránsitos de efecto largamente diferido. Paralelamente deberíamos poder afirmar que las direcciones de arco solar no son otra cosa que "tránsitos de arco solar" largamente diferidos. Sin embargo, los astrólogos no se han preocupado hasta ahora de diseñar una técnica de "tránsitos de arco solar", es decir, de desarrollar un sistema de prognosis que mueva todos los planetas de la carta natal a la misma velocidad que se mueve el Sol por tránsitos. En realidad han hecho otras cosas prácticamente equivalentes, pero usando el movimiento medio del Sol (clave de Naibod) en lugar de su movimiento verdadero y recurriendo a términos como "atacires", "profecciones" o "direcciones simbólicas" en clave de 360 grados por año. 

La idea que subyace a las direcciones de arco solar es que el Sol natal tiene la capacidad de acoplarse al Sol progresado y arrastrar consigo la carta natal completa al mismo ritmo de desplazamiento de este último. Pero si el Sol natal puede hacer eso con el Sol progresado también tiene que poder hacerlo con el Sol en tránsito, porque el Sol progresado solo es un efecto tardío de resonancia de ciclos del Sol en tránsito. 

En una carta heliocéntrica, el hueco dejado por el Sol es ocupado por la Tierra, que ocupa siempre el punto diametralmente opuesto a la posición del Sol geocéntrico y, como es lógico, se mueve exactamente a la misma velocidad. Podemos, por tanto, ensayar una técnica de "tránsitos de arco terrestre" aplicada a cartas heliocéntricas. El resultado de mover todos los planetas de la carta natal heliocéntrica al mismo ritmo que lo hace la Tierra por tránsitos en la fecha del sorteo de nuestro caso se muestra en el gráfico siguiente:


Júpiter queda ahora a 26º 18' de Sagitario, en el mismo grado que el Ascendente. Como la Tierra completa una vuelta al zodiaco en un año, el paso de Júpiter por el Ascendente por este procedimiento tendrá lugar un día cada año, pero con seguridad en ningún otro año habrá coincidido con la conjunción de Júpiter al Ascendente por su movimiento medio, que ocurre una vez cada 11,86 años. Tanto en esta última como en la que se produce por la ecuación "un ciclo armónico de Júpiter = un año" el planeta clave que tiñe con su influencia la totalidad de las direcciones es el propio Júpiter, de forma que las conjunciones de Júpiter en clave de Júpiter están elevadas al cuadrado.

Las cinco conjunciones de Júpiter al Ascendente que hemos localizado se dan todas ellas en el sistema heliocéntrico o, más bien, en lo que en otro lugar he denominado el sistema geoheliocéntrico, es decir, en esa extraña mezcla de planetas heliocéntricos con cúspides de casas geocéntricas o topocéntricas que, por más que cueste entenderlo, funciona con tanta precisión. Al menos dos de ellas podrían ser exactas en el mismo día del sorteo variando ligeramente las coordenadas geográficas y/o la hora de nacimiento. La primera de las cinco, que es la más alejada del punto exacto de conjunción y, por tanto, la más débil, es la única que podríamos calificar de "conjunción material", en el sentido de que, aunque sea desde un punto de vista heliocéntrico, el cuerpo físico del planeta Júpiter se localizaba realmente en el grado indicado de Sagitario, en términos de un zodiaco tropical expandido, en la fecha del sorteo. Todas las demás son conjunciones "virtuales", "formales" o "simbólicas", en el sentido de que el grado ocupado por Júpiter en cada caso no se corresponde con su posición física en el zodiaco. Sin embargo, estos "lugares vacíos" asociados con Júpiter a través de ecuaciones armónicas, abstracciones matemáticas o movimientos simbólicos, resultan, a la postre, mucho más determinantes que su ubicación material, porque se ajustan con una precisión infinitamente mayor a la fecha real del acontecimiento. 

La posición de Júpiter en las cuatro últimas conjunciones depende siempre, de un modo u otro, de la que ocupaba en la carta natal, es decir, de su ubicación material en el momento del nacimiento de la persona. Pero justo en ese momento parece tener lugar una especie de "desdoblamiento" de Júpiter, el cual, por un lado, continúa moviéndose en el cielo natural de acuerdo con sus elementos orbitales, pero, por otro lado, se interna en un microcosmos específico de la persona dentro del cual parece preferir un tipo de movimiento más regular definido a partir de sus ciclos armónicos. Lo asombroso es que estos "movimientos de Júpiter en el cielo interno de la persona" parecen tener suficiente poder como para modificar o atraer ciertas condiciones de lo que llamamos "el mundo externo". ¿Cómo es posible algo así? 

Salvo que prefiramos atribuir todo a la casualidad y no reconocer ningún tipo de relación entre las conjunciones observadas y el acontecimiento de cambio de fortuna material que se correlaciona con ellas en el tiempo según las fórmulas explicadas, casos como éste reclaman una revisión en profundidad de algunos supuestos más o menos ingenuos que forman parte de nuestra cotidiana concepción del mundo. Si lo que ocurre "dentro de mí" puede condicionar lo que sucede "fuera de mí" sin mi aparente intervención ¿será que en realidad todo sucede dentro de mí? Algo así fue sugerido por Leibniz cuando definió las almas como "mónadas que no tienen ventanas", universos completos cerrados en sí mismos que no pueden entrar en contacto con nada exterior, pero que reproducen en su interior los movimientos de las otras mónadas por un proceso de armonía preestablecida.

© 2011, Julián García Vara.

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