viernes, 1 de junio de 2012

Direcciones de clave armónica

Direcciones simbólicas, IV



Hemos observado que todas las multiclaves de Raitzin y Kores proceden de divisiones armónicas que son múltiplos de 9. El armónico 9 es de una importancia capital en la astrología védica y las especulaciones de Raitzin partieron de claves basadas en divisiones del zodíaco usadas en la India. Además de la clave duodenaria de Carter o dwadashamsa, derivada de la división armónica 144, que es múltiplo de 9, los hindúes usan una subdivisión que Carter transformó en su clave subduodenaria de 0° 12’ 30” por año. Esta clave se obtiene a partir de la división armónica 1728, que es también múltiplo de 9. Raitzin la menciona, pero cómo ninguna de sus medias armónicas conduce a esa división, se contenta con señalar que una de las claves de la serie Numeha tiene un valor próximo a ella. Se refiere a la derivada del armónico 1710. Entre ambas hay nada menos que 18 armónicos de diferencia. La observación de Raitzin es peligrosísima para su propio sistema, porque parece sugerir que 18 armónicos de más o de menos no tienen importancia. Pero en la suma de sus tres series de claves, sólo 27 armónicos separan dos claves contiguas. Si a cada clave se le otorgara un “orbe” de 18 armónicos, entre los anteriores y los posteriores serían un total de 36 armónicos los que podrían, más o menos, asimilarse a cada clave. De este modo, no quedarían huecos entre dos claves consecutivas, y cualquier velocidad de giro, armónica o no, sería igual de válida. Las multiclaves se desvanecen si tomamos en serio la desafortunada observación de Raitzin. Sin embargo, la clave subduodenaria quedaría perfectamente integrada en un sistema completo de claves armónicas múltiplos de 9, donde todas las multiclaves caben con milimétrica precisión. Esta es la primera ampliación que la teoría armónica propicia y ampara. De este modo triplicamos las series de Raitzin, que salen del dique seco en que se habían atascado. La nueva serie de divisiones armónicas múltiplos de 9 que, repetimos, engloba dentro de sí la totalidad de las multiclaves, se genera así:


La progresión puede, en teoría, prolongarse hasta el infinito, pero no parece recomendable ni práctico llevarla mucho más allá de unos 200 ó 300 valores. Para ajustarse a la tabla de multiclaves, tal como aquí ha sido presentada, debería incluir 244 valores. Esta nueva serie no había sido hasta ahora propuesta ni está todavía comprobada experimentalmente, por lo que carecemos de testimonios acerca de su eficacia, a excepción hecha de la clave subduodenaria hindú y de los valores que ya formaban parte de las series anteriores. El lector puede efectuar por sí mismo las comprobaciones que considere oportunas, si bien pronto daremos razones que sugieren que los añadidos de esta serie, en conjunto, no son demasiado importantes.

Claves armónicas sin restricciones

¿Hemos alcanzado, ahora sí, el límite de ampliaciones posibles de claves armónicas para direcciones simbólicas presuntamente eficaces? El criterio de privilegiar las divisiones armónicas múltiplos de 9 no puede, lógicamente, ir más allá. Además, muy bien puede tratarse de una estrategia equivocada, pues no se apoya realmente en razones más sólidas que las que indujeron a Raitzin a privilegiar las medias armónicas. Pero nada impide, dentro del marco de la teoría armónica, ensayar la totalidad de las divisiones armónicas posibles. De este modo, cada número entero definirá una división armónica del círculo en partes iguales y, por tanto, una nueva clave de dirección simbólica. 


Podemos continuar la serie hasta el valor  2196, si queremos ajustarnos a los límites de la tabla de multiclaves en el formato que aquí mostramos, o llevarlo, incluso, un poco más allá. Si con la anterior ampliación triplicábamos las multiclaves, con ésta multiplicamos por 9 esa triplicación. Tenemos, pues, 27 veces más claves que Raitzin. En este punto sí que hemos llegado al final. La vía de las divisiones armónicas está agotada. 

Métodos de selección de claves armónicas

Un sistema que, llevado a sus últimas consecuencias, propone millares de claves de dirección operativas, no es, desde luego, fácil de aplicar. Tampoco es sencillo verificar experimentalmente su eficacia. Pero todo sería un poco más fácil si hubiera razones para sostener que unas claves son más potentes que otras y dispusiéramos de algún medio de adjudicar un peso aproximado a cada una de las claves respecto de las demás. Por otra parte, si fuera posible relacionar cada clave o, por lo menos, algunas de ellas, con sucesos de una cualidad determinada, podríamos dar preferencia a una clave o a otra en función del asunto a investigar. A continuación, se sugieren algunos criterios que pueden guiar el proceso de selección de claves de dirección.

1. Velocidades de giro de rango medio

Una primera acotación se puede establecer a partir de las velocidades de giro. Las claves basadas en divisiones armónicas bajas, es decir, en los primeros números enteros, dan velocidades de giro muy rápidas. Esto supone que los aspectos que así se forman serán demasiado efímeros como para ocasionar episodios dignos de mención. Si funcionan será más bien como detonantes, como “la gota que colma el vaso” de algo indicado por otra clave más lenta o por otro sistema de prognosis. Por tanto, de entrada, no parece buena idea trabajar con las primeras claves de la lista total. Por otra parte, las claves basadas en enteros muy altos dan velocidades de giro tan lentas que apenas tienen tiempo de llegar a producir algún aspecto que se cumpla dentro de los límites de una vida humana. Dicho de otra manera, cuando los armónicos son excesivamente altos, la carta permanece prácticamente inmóvil, dado que el número de direcciones obtenidas está en relación inversa al número del armónico base. De todas formas, con esta acotación no ganamos mucho, pues ya se aconsejó, al definir cada serie, no rebasar cierto límite superior. El grupo de los valores de velocidad media sigue siendo, en todo caso, demasiado alto.


2. Resonancia con ciclos astronómicos

La segunda sugerencia que nos puede ayudar a seleccionar claves es dar preferencia a aquellas cuyas velocidades se aproximen más a las de ciertos ciclos astronómicos conocidos o a periodos resonantes con esos ciclos. Así, por ejemplo, puesto que el ciclo de revolución de Plutón es de unos 248 años, la clave derivada de la división armónica 248 se ve fortalecida por la resonancia con el ciclo de Plutón y, además, muy posiblemente teñida de características plutonianas. Pero no sólo la de 248, sino también las de sus múltiplos (496, 744, 992...) y submúltiplos principales (124, 83, 62...), pues unos y otros guardan entre sí relaciones parecidas a las de los aspectos de una misma serie. La clave 164 tendrá connotaciones neptunianas, por su resonancia con el periodo de revolución de Neptuno, pero también las tendrán las que sean múltiplos o submúltiplos de ésta. La clave 84 se correlaciona con Urano, lo mismo que la 168, la 252, la 336, la 420... etc, y también la 42, la 28, la 21, etc. Y así con los demás ciclos. Obsérvese que la clave 252, que contiene tres revoluciones de Urano,  es precisamente la primera clave adicional eficaz hallada por Raitzin, es decir, la media armónica entre la clave ptolemaica de 1 grado por año y la duodenaria hindú.



3. Resonancia con otros ciclos naturales

La tercera idea que puede valer como criterio de selección es la de tomar en consideración la duración natural de los procesos a los que deseamos aplicar una investigación astrológica. Así, por ejemplo, si las expectativas de vida para un ciudadano medio de un país desarrollado están en torno a los 80 años, las claves que definan períodos próximos a esa duración pueden resultar especialmente descriptivas, por su misma resonancia con el ciclo natural.



4. Familias cualitativas

Otra idea que puede ayudar a organizar las claves armónicas es agruparlas y caracterizarlas en función de los primeros armónicos con los que coinciden o de los cuales son múltiplos. Uno de cada n armónicos es múltiplo de n. Si atribuimos características propias a los primeros armónicos, tal como hicieron Addey y Hamblin, los que sean múltiplos de un mismo armónico deben tener algo en común. Claro que, generalmente, un armónico medio o alto será múltiplo de varios armónicos menores a la vez. O bien no lo será de ninguno, en caso de ser un número primo. De esta forma, resulta difícil caracterizar cada armónico por esta vía. Sin embargo, si no nos interesa tanto definir el perfil cualitativo de cada clave direccional como su intensidad relativa, a fin de seleccionar las claves más potentes, el estudio de las cadenas de múltiplos puede prestar una inestimable ayuda, como pronto veremos.


5. Familias cuantitativas (armodinas)

Si consideramos la duración de un ciclo completo por cada una de las diferentes claves que resultan de dividir el círculo por números enteros podemos agruparlas al menos de dos maneras distintas que nos pueden ayudar a hacernos una idea del peso específico de cada una. Podemos usar el nombre "armodinas" para referirnos a los valores relativos estimados para cada división armónica del círculo, según los criterios que exponemos a continuación.

1) Por una parte, cada cadena de múltiplos reúne en un mismo grupo una serie de claves que mantienen entre sí una cierta proporcionalidad que posibilita fenómenos de resonancia de ciclos. Más concretamente, cada vez que un ciclo se completa por una clave cualquiera todos los ciclos correspondientes a los submúltiplos de ella se completarán también al mismo tiempo. Así, por ejemplo, cuando se complete por primera vez el ciclo correspondiente a la clave armónica 12 (12 años) se completará también por segunda vez el ciclo de la clave 6 (6 años), por tercera vez el de clave 4 (4 años), por cuarta vez el de clave 3 (3 años), por sexta vez el de clave 2 (2 años) y por décimo segunda vez el ciclo de la clave 1 (1 año). En total, seis ciclos completándose al mismo tiempo. Sin embargo, cuando se complete por primera vez el ciclo de 11 años (clave 11) el único ciclo que se completará al mismo tiempo es el de 1 año. Esto hace pensar que la clave 12 acumula más potencia que la clave 11 y que, en general, el peso de una clave puede estar en proporción directa al número de submúltiplos o partes alícuotas en que puede dividirse.

Un listado completo de las partes alícuotas correspondientes a las 3600 primeras claves de dirección armónica puede hallarse en el archivo de armodinas que acompaña al programa Direcciones simbólicas de clave armónica

2) Por otra parte, debemos considerar la posibilidad de que diferentes claves de dirección puedan actuar no solamente sobre la carta natal, sino también unas sobre otras. Esta idea  fue ya vislumbrada por Carter, quien escribe en el cp.2 de su Symbolic Directions:
Un planeta movido por la medida de un-grado puede, por supuesto, formar un aspecto con otro progresado por las medidas novenaria o duodenaria, pero es poco probable que tales direcciones tengan algún valor.
El apresuramiento con que Carter desdeña indagar más por ese camino le privó de la posibilidad de descubrir las armodinas de equivalencia de pares. Básicamente se trata de lo siguiente.

Para cualquier clave de dirección que mueva los planetas x grados por año será un par equivalente suyo cualquier pareja de claves cuya diferencia de movimiento anual sea de x grados. Así, por ejemplo, la clave armónica 144, que mueve los planetas a razón de 2º 30' por año,  es equivalente al par de claves 18 y 16, porque por la clave 18 los planetas se mueven 20º por año y por la clave 16 se mueven 22º 30' por año. La diferencia de 2º 30' entre las claves 18 y 16 constituye la misma cantidad de movimiento que un planeta dirigido por la clave 144 respecto de la carta natal. Por consiguiente, todos los aspectos al radix que se formen por la clave 144 se formarán al mismo tiempo entre las posiciones dirigidas por la clave 16 y las dirigidas por la clave 18.

La importancia de los pares equivalentes estriba en que para cada una de las claves hay un número distinto de ellos, lo que permite clasificarlas en función de este número. Como es lógico, cuantas más veces se produzca al mismo tiempo un mismo aspecto por diferentes combinaciones de claves con tanta más fuerza es de esperar que actúe este aspecto.

Un listado completo del número de pares (positivos) equivalentes a las 3600 primeras claves de dirección armónica puede hallarse en el archivo de armodinas que acompaña al programa Direcciones simbólicas de clave armónica.

© 2003, 2012, Julián García Vara


3 comentarios:

  1. Don Julian, maravillosa la forma como usted expone y desglosa todo este tema tan apasionante de las direcciones simbólicas y sus diferentes claves. Me gustaría saber si todo este arsenal de claves, tanto las de Carter, como las de Spicasc, se pueden incorporar en el programa ARMÓN, y en caso afirmativo, cómo se realiza el proceso. Por su respuesta, le quedo de antemano muy agradecido.

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    1. Sí que se puede y he explicado cómo en la entrada titulada "Programas y utilidades para calcular direcciones" ( http://astrologia-viva.blogspot.com.es/2013/07/programas-y-utilidades-para-calcular.html ) en julio de 2013.
      Gracias por el comentario.

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  2. Muy amable de su parte, y muchisimas gracias por la respuesta. Me remitiré entonces al artículo en cuestión

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