Se acaba de producir en Haití (12 enero 2010, 21h 53m GMT) un fuerte terremoto de magnitud 7,3 en la escala Richter del que se dice que es el peor en la zona en los últimos 200 años. Aunque es pronto para evaluar daños, ya se habla de más de cien mil muertos. Si miramos los planetas para ese momento nos encontramos una vez más con la cuadratura entre Saturno y Plutón que lleva ya algún tiempo en los cielos y sobre la cual comenté algo en la entrada anterior en relación con el Sol natal de Berlusconi. El potencial destructivo de esta cuadratura es considerable, pues involucra a los dos planetas más directamente relacionados con la muerte y con las pruebas más duras de la existencia. Además, Saturno se relaciona con la tierra y Plutón con el subsuelo, por lo que no es de extrañar que esa cuadratura tenga que ver con actividad sísmica.
La pregunta es ¿por qué Haití? El equivalente de una carta natal para un país es el tema de su fundación, o bien el de la proclamación oficial de su independencia si se trata de un territorio que previamente formaba parte de otra nación soberana. En el caso de Haití, su independencia se proclamó el 1 de enero de 1804. En esa fecha había otra cuadratura entre dos planetas difíciles, Saturno y Marte, prácticamente en los mismos grados del zodíaco ocupados por la actual de Saturno con Plutón. Las dos cuadraturas se superponen, de forma que la cuadratura en tránsito despierta a la cuadratura radical y la potencia. Además, Saturno acaba de retornar a la posición que tenía en la carta de la independencia de Haití. Esto quiere decir que la configuración transitoria está reforzada por una revolución de Saturno que cristaliza sus consecuencias para mucho tiempo. También la reciente revolución solar contiene, retiene y refuerza la problemática configuración. Junto con todo esto, tenemos a Marte transitando de forma muy cerrada en conjunción al Nodo Sur de la Luna de Haití en el momento del terremoto.
Tránsitos más destacados (12/1/2010)
sobre la carta de la independencia de Haití (1/1/1804)
sobre la carta de la independencia de Haití (1/1/1804)
En 1915 Saturno y Plutón se reunieron en los primeros grados de Cáncer, formando ambos cuadraturas al Plutón radical de Haití y oposiciones a Marte/Quirón. Haití atravesó por una situación muy difícil, que culminó con la invasión de su territorio por parte de los Estados Unidos. Entonces Plutón se encontraba aproximadamente en el punto opuesto al que ocupa ahora.
Todo esto viene a confirmar algo que hemos observado en numerosas ocasiones: que las cartas de fundación o de independencia de naciones funcionan de modo muy semejante a las cartas natales de personas individuales. Pero para que estas cartas funcionen deben "permanecer en algún sitio". Se ha especulado con la idea de que la configuración astrológica del momento del nacimiento de un individuo queda de alguna manera como marcada a fuego por la impresión del trauma de nacimiento, ya sea en su cuerpo, en su alma, en su mente o en su sistema nervioso. Se habla entonces de "la impronta natal". ¿Pero dónde podrían dejar los planetas su impronta en el momento de fundación de una nación? ¿Acaso en sus fundadores? Sabemos que las cartas nacionales sobreviven por siglos a sus fundadores. ¿Acaso en su territorio? En ese caso el territorio tendría que tener "consciencia de sus límites y de su identidad" y alguna forma de actividad mental, capacidad de recordar, impresionabilidad o algo parecido a un alma. Todo esto suena muy extraño. Pero la tierra de Haití ha temblado. Ha temblado como lo haría el cuerpo de un individuo que estuviera viviendo los mismos tránsitos que ahora se ciernen sobre la carta de la independencia de Haití, como si experimentara el mismo pánico, la misma ansiedad, el mismo dolor, la misma desesperación que muchas personas experimentan durante los tránsitos de Saturno, Plutón y Marte. Y muchos millares de personas han experimentado ahora sobre ese territorio el dolor, la pérdida, la perplejidad, la impotencia, el desconsuelo, la rabia y el desamparo propio de unos tránsitos como éstos que, casi con toda seguridad, en muchas de las víctimas no tocaban ningún punto sensible de sus cartas natales.
La fundación de un país no es un fenómeno fisico, sino histórico, político, jurídico y, por tanto, mental. La naturaleza de una carta astral que se configura y desarrolla a partir de ese fenómeno mental tiene que ser también mental de algún modo. Si los tránsitos planetarios sobre una constelación mental de ese tipo pueden expresarse bajo la forma física de un terremoto ¿no será que estos temblores de la tierra son algo más que fortuitos desplazamientos de capas tectónicas? ¿acaso tendrán una dimensión mental? ¿expresarán algo parecido a profundas emociones de la misma tierra o de alguna entidad vinculada a ella?
Parece como si el universo tuviera una memoria en la que queda registrado todo cuanto nace y se desarrolla dentro de él en cualquier plano, sea físico o mental. Pero como el universo no es meramente el espacio en el que están las cosas o donde se producen cambios sino que es, más bien, la totalidad de lo que existe, todo lo que surge "dentro de él" no es en realidad nada más que un movimiento interno del propio universo. El universo no puede entonces dejar una impronta en algo extraño a él, porque nada le es extraño, porque todo es, todos somos, instancias del universo.
Debo felicitarte por el artículo, estabas en estado de gracia cuando lo escribiste.....
ResponderEliminarPara que luego digan que Saturno o Pluton no son tan malos........menos mal.
Todo es mente, el universo es mental ése es el primer principio universal, así que todo es mente, aunque sea una piedra, o un gobierno, o una independencia, o un país, las cosas sólo son formas mentales que vemos y damos nombres. Tampoco hay planetas buenos ni malos. El bien y el mal no existen ¿dónde empieza el bien y acaba el mal? no hay un límite estipulado ni lo habrá porque ambas cosas no existen, el bien y el mal forman parte de algo que llamamos bien o mal, si el bien llega a un grado determinado una persona empezará a llamarlo mal, y otra aún no. El bien y el mal forman parte de una misma naturaleza, lo único que cambia es el grado. Calor o frío, lo mismo. Alto y bajo, etc. Es todo igual sólo difieren las cosas en grado. Y eso en este mundo, porque en el otro ni siquiera existe la polaridad que aquí se empeña el humano en ver, entre el bien y el mal. Los extremos se tocan, en realidad no hay extremos todo es uno. Una vibración que polarizamos en dos extremos, eso es todo, además de que el mundo visible y físico es una pura ilusión.
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