viernes, 10 de septiembre de 2010

Armónicos fuertes y débiles



Quienes hayan leído los textos de Hamblin que en los últimos meses he venido traduciendo para este blog habrán tenido numerosas ocasiones de comprobar que dicho autor afirma con frecuencia que, en relación a un determinado personaje, hay un armónico que es el más fuerte de todos. El personaje en cuestión se convierte, entonces, en un ejemplo paradigmático de la naturaleza de ese armónico dominante. Se podría decir, por ejemplo, que es un "nativo del armónico cuatro" o del siete o del que sea, de la misma manera que hablamos de nativos de Aries, de Tauro, etc. Y así como nadie es un ejemplo puro de ninguno de los signos del zodíaco, porque además del Sol están los ángulos, los planetas y todo lo demás, tampoco nadie será nunca un ejemplo puro de ningún armónico en particular, porque cada uno de los demás armónicos tendrá también algún grado de fuerza.

Es muy fácil saber cuál es nuestro signo solar, porque las efemérides nos lo indican de manera inequívoca, pero ¿cómo determinamos nuestro armónico dominante? Esta pregunta no admite una respuesta clara y simple, aunque podemos señalar al menos tres modos diferentes de afrontar esta cuestión: la comprobación informal, el cómputo de aspectos y el cálculo de vectores.

La comprobación informal es el método que sigue Hamblin. Se trata simplemente de mirar los primeros armónicos y dejarse llevar por la impresión personal acerca de lo más o menos impactante que parece cada una de las cartas armónicas. Para establecer, aunque sea de manera difusa, este grado de impacto, Hamblin se fija exclusivamente en los aspectos que se forman en el interior de cada carta armónica. Si son muchos, la carta es más fuerte que si son pocos; la presencia de aspectos mayores (conjunciones, oposiciones, trígonos y cuadraturas, especialmente) da más fuerza a la carta que la presencia de aspectos menores; los aspectos de orbe cerrado o estrecho dan más fuerza a la carta que los aspectos de orbe más amplio; la integración de aspectos en configuraciones que atan entre sí a varios planetas da más fuerza a la carta que la suma de varios aspectos sueltos; las conjunciones presentes en un armónico primo dan más fuerza a ese armónico, siempre y cuando no estuvieran ya presentes en la carta radical; por último, los aspectos que involucran al Sol, la Luna o los ángulos (Ascendente o M.C.) dan más fuerza a la carta que los que sólo afectan a otros planetas.

Hamblin no tiene para nada en cuenta el "estado cósmico" de los planetas, las llamadas "dignidades planetarias", ni la presencia en signos o en casas, ya que considera que los signos y las casas son elementos extraños en las cartas armónicas y que únicamente tiene sentido mirarlos en la carta radical. Por supuesto, no todo el mundo está de acuerdo con esto. De hecho, la mayoría de los astrólogos que trabajan con cartas armónicas utilizan -siguiendo al propio Addey- el sistema de casas iguales a partir del Ascendente armónico o del M.C. armónico. Aunque yo sería el último en defender el uso del sistema de casas iguales en las cartas armónicas, lo menciono para que se advierta que el método de la comprobación informal o la impresión personal admite otras variantes, además de la forma en que lo emplea Hamblin. En esas otras variantes se puede tomar en consideración el estado cósmico del regente del Ascendente armónico, las cadenas de disposición, las recepciones mutuas, la mayor o menor afinidad de un planeta con la casa que (supuestamente) ocupa, etcétera.

Como por medio de este método no se alcanza ninguna cuantificación precisa del peso de cada carta armónica, es perfectamente posible que dos astrólogos discrepen respecto de cuál es el armónico dominante en una natividad determinada. O también que un mismo astrólogo tenga sus dudas. Por eso se han realizado algunos intentos de definir métodos de cuantificación que asignen un valor numérico determinado a cada carta armónica, por un procedimiento mecánico y programable en una computadora. El más sencillo de estos métodos formales es el del cómputo de aspectos que, en su versión más simple, consiste en contar el número de conjunciones que aparecen en cada carta armónica. Pero hasta el modelo más sencillo presenta una ingente cantidad de problemas. ¿Cuántos planetas debemos incorporar en cada carta? ¿Sólo los siete tradicionales? ¿También Urano, Neptuno y Plutón? ¿Qué hacemos con Quirón, los asteroides, los planetas recientemente descubiertos, como Sedna, Quaoar, etc.? ¿Debemos contar las conjunciones a los ángulos o a las cúspides de las casas? ¿Y a los nodos, la Luna negra, la Fortuna y las otras partes árabes? ¿Debemos dar el mismo peso a todas las conjunciones o, por el contrario, dar más peso a las de orbe más cerrado o a las que involucran al Sol o la Luna? ¿Se debe utilizar un orbe fijo o, por el contrario, siguiendo a algunos autores antiguos, dar más orbe a las conjunciones del Sol o de la Luna o uno diferente para cada posible combinación de planetas? En cualquier caso, ¿qué orbe u orbes habría que utilizar? ¿Se deben descontar de los armónicos primos aquellas conjunciones que aparecen ya en la carta radical? ¿Se deben descontar de los armónicos no-primos aquellas conjunciones que aparecen ya en algún armónico primo que abre una serie a la que pertenece el armónico considerado -por ejemplo, descontar del armónico diez aquellas conjunciones que ya aparecen en el armónico cinco? ¿Cuántos armónicos debemos evaluar? Si hacemos una selección previa ¿qué armónicos incluiremos en ella?, ¿los nueve primeros? ¿los doce primeros? ¿los que recomienda Hamblin -el 4, el 5, el 7 y el 9- al principio de su libro o los que recomienda al final -añadiendo el 3 y el 11 a los anteriores? ¿Debemos limitar la selección previa a armónicos de números primos?

No me parece realista pensar que todos los astrólogos -ni siquiera unos pocos- puedan ponerse de acuerdo en dar una respuesta común a cada uno de estos interrogantes. Al final cada astrólogo tomará sus propias decisiones y, si sabe programar, diseñará una rutina que asignará automáticamente un número a cada carta armónica. El número más alto se entenderá que señala directamente al armónico dominante. Pero, dada la amplia variedad de criterios que es posible adoptar para diseñar una rutina de este tipo, no debemos dar por hecho que esos números representen necesariamente un grado de objetividad mayor que el que puede obtenerse por otros medios más informales. Además de eso, está el problema añadido de que el armónico uno juega con ventaja, puesto que en este armónico las conjunciones entre Sol-Mercurio, Sol-Venus y Mercurio-Venus tienen una mayor probabilidad de aparecer que en los otros armónicos.

La otra solución formal -el cálculo de vectores- no está basada en los aspectos, sino en la asignación de un vector a cada planeta y en la suma de todos estos vectores. El resultado final de esta suma de vectores es otro vector cuya longitud determina la fuerza relativa de la carta armónica sobre la cual se aplica. Al no tratar directamente con aspectos, este sistema evita la espinosa cuestión de los orbes. Los resultados de estos dos métodos formales (el cómputo de aspectos y el cálculo de vectores) suelen ser similares, pero en algunos casos discrepan considerablemente. La razón de esta discrepancia es que estos dos métodos no miden lo mismo de dos formas diferentes, sino que miden dos cosas diferentes. Si los aplicamos, por ejemplo, sobre una carta A5, el número total de conjunciones de esta carta que no estuvieran ya presentes en la carta radical (A1) equivale a la suma de quintiles y biquintiles de la carta radical. Por tanto, este método mide la fuerza del quinto armónico por la cantidad de aspectos de la serie del 5 presentes en la carta radical (A1). Pero lo que mide el cálculo de vectores es el grado de concentración de los planetas dentro de cada carta armónica. Cuanto más concentrados estén, más alto será el vector. Ahora bien, puede ocurrir que, por ejemplo, en una carta A5 todos los planetas entén en una misma mitad de la carta, cercanos entre sí, pero todos ellos fuera del orbe de una conjunción. En este caso, el método del cómputo de aspectos declarará esta carta A5 como muy débil (de "peso cero"), mientras que el cálculo de vectores le asignará una puntuación alta.

Quizás la mejor solución sea dejar la última palabra a la impresión personal, pero sin dejar que ésta se pronuncie hasta después de haber tenido en cuenta los resultados de las mediciones de los métodos formales.

La técnica del cálculo de vectores es la base de la construcción de las flores armónicas que calcula y dibuja el programa Armon de Miguel García, al escoger la opción "Carta con Flor Armónica (Función de Onda Planetaria). Esta opción asigna un valor numérico a cada una de las doce primeras cartas armónicas, por el procedimiento de la suma de vectores. La veremos con algún detalle en la próxima entrada.





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