En el ejemplo de carta imaginaria que vimos en la entrada anterior, los planetas van transformando su disposición original (A1) en una serie de curiosas figuras, a medida que duplicamos una y otra vez el número del armónico, hasta llegar, en el armónico 16, a la conjunción de todos los planetas en el grado cero de Aries. En este punto (A16), todos los métodos de ponderación de la fuerza relativa de una carta armónica alcanzan un completo acuerdo: no es posible imaginar otra carta más fuerte que ésta. Pero esta carta, a la que hemos llegado finalmente y de la que hemos supuesto que era la verdadera fuente de la fuerza que hemos ido percibiendo gradualmente a través de los armónicos intermedios, es indistinguible del armónico Cero (A0) tanto de esa misma carta como de cualquier otra con el mismo número de planetas.
En efecto, el A0 de cualquier carta contiene una conjunción de todos los planetas en el grado 0 de Aries. Ya hablé de ello en la entrada sobre El Big Bang armónico del pasado 22 de marzo. Mencioné entonces la semejanza entre la "Gran Explosión" que se supone dio origen a nuestro universo actual (y en la que todavía está inmerso) y la forma en que los planetas se desplazan desde el armónico cero (A0) hasta el armónico uno (A1) a través de todos los armónicos fraccionarios intermedios entre cero y uno. Pero ahora nos hemos tropezado con la situación opuesta: aparentemente todos los planetas regresan a su punto de origen, en un tipo de movimiento que hace pensar en el Big Crunch. Una vez alcanzado el máximo grado posible de expansión, ésta se detendrá y dará paso a un movimiento opuesto de contracción, también conocido como Gran Implosión o Gran Colapso, que culminará en la concentración de toda la materia del universo en un punto, a partir del cual puede generarse de nuevo otra Gran Explosión.
En los ciclos astrológicos -como, por ejemplo, el del Sol y la Luna- partimos de la conjunción, en la cual los dos planetas están reunidos en un mismo punto del zodiaco, y avanzamos hacia la oposición en un movimiento de expansión constante de la distancia angular entre ambos. Una vez alcanzada la oposición -en nuestro ejemplo, la Luna llena- la separación progresiva se detiene y comienza el movimiento inverso de disminución de la distancia angular (contracción) hasta reunir de nuevo a los dos planetas en el mismo punto -en la Luna nueva. En la carta armónica imaginaria de que hablábamos en la entrada anterior, el movimiento de los planetas a través de los armónicos de la edad alcanza, en el armónico 8, una oposición de una mitad de los planetas con la otra mitad. A partir de ese momento, todas las configuraciones que se presentaron a lo largo de los ocho primeros armónicos, tanto enteros como fraccionarios, se reproducen idénticas, pero en forma especular: el armónico 9 será la carta de contrantiscios del armónico 7, el A10 la del A6, el A11 la del A5... y así sucesivamente, hasta las cartas A15 y A16, que representan respectivamente los reflejos (contrantiscios) de la carta radical (A1) y del A0. A partir de aquí, toda esta secuencia de armónicos se repetirá indefinidamente hasta el infinito, reproduciendo la conjunción de todos los planetas a 0º de Aries en todos los armónicos múltiplos de 16.
Movimiento de los planetas a través de los armónicos 13, 14, 15 y 16
de la carta imaginaria comentada en el texto.
(Pulse sobre la imagen si desea verla ampliada)
Por supuesto, esta carta imaginaria es totalmente artificial. No veremos nada semejante en ninguna de las cartas reales con las que trabajamos habitualmente, por lo menos no a tan gran escala, aunque a veces se encuentran acumulaciones periódicas de tres o más planetas dentro de una secuencia armónica. Ignoro si existe alguna fórmula que permita calcular un armónico distinto de cero en el que todos los planetas de una carta natal real se reúnan en una conjunción exacta. De haberla, nos daría la clave del eterno retorno armónico para esa carta.
Pero en el contexto en que surgió la discusión sobre esta carta imaginaria (el de tratar de descubrir cuál era el armónico dominante del nativo -también imaginario- y, por tanto, qué rasgos de personalidad deberían aparecer más acentuados), nos encontramos, finalmente, con una carta armónica prácticamente imposible de interpretar. Como es igual que el armónico cero, que es el mismo para todas las personas, no contiene ningún elemento diferenciador. Todas las energías planetarias están fundidas en un punto, como si hubieran sido tragadas por un irresistible agujero negro. Hamblin apenas podría hacer otra cosa que repetir su consabida cantinela de la enorme carga de Dualidad (16 es 24). Pero, aparte de esto ¿en qué consiste la fuerza de esta carta A16? Podríamos pensar que consiste en una fuerte indiferenciación y en un fuerte desequilibrio. No es una carta desplegada y, por tanto, no parece la más idónea para revelarnos los secretos del armónico 16, en el supuesto de que este armónico tenga una naturaleza propia.
En realidad, el método de la suma de vectores en que se basa la Flor Armónica lo que mide es el grado de desequilibrio de cada armónico. A mayor desequilibrio en una carta armónica, mayor longitud de los pétalos que la representan. Cuando el equilibrio es máximo, los pétalos de esa carta armónica desaparecen. Esto lo ilustra claramente el propio Miguel García mediante algunas de las opciones de su programa Armon, tales como "FABULA Libra en todas direcciones (flor)", que representa una carta vacía en posición de equilibrio, y "FABULA -01- Pesando la carta radical (flor)" que representa el grado de desequilibrio de la carta cargada en memoria.
El artificio para representar esto es una balanza imaginaria, de tipo circular, que simboliza el círculo de referencia (ya sea el zodiaco o algún otro -domal, ecuatorial, etc), sobre cuyos bordes se colocan los planetas en forma de pesas, de tal manera que el disco sobre el que descansan se inclina hacia el lado que contenga más pesas.
¿Pero está justificado suponer que una carta armónica es fuerte si está muy desequilibrada? Podemos usar un símil deportivo para que se entienda lo que quiero decir. Cuando un equipo de fútbol tiene muy buenos delanteros, pero una defensa lamentable, le costará ganar partidos, porque tan pronto como hagan un gol recibirán otro. No estará, pues, en los puestos altos de la tabla clasificatoria, los que están reservados para los equipos más fuertes o mejores. Para estar en esos puestos se necesita un equipo compensado en todas sus lineas, con un buen portero, una buena defensa, un buen centro del campo y delanteros eficaces. Un equipo así podría ser comparado a una carta astral que contiene una Estrella de David, que -como es sabido- es una configuración que une a seis planetas mediante seis trígonos, seis sextiles y tres oposiciones, de tal manera que se reparten uniformemente por toda la carta a intervalos de 60 grados. En una estructura planetaria como esa, hay muy buena circulación de energía (buena circulación de balón), buen entendimiento entre las distintas lineas, funcionamiento colectivo bien integrado. Pero el resultado de la suma de vectores de los planetas que forman una Estrella de David partil es cero. La carta que la contenga recibirá una puntuación muy baja en la Flor Armónica. Sin embargo, en ese equilibrio puede radicar la fuerza de esa carta. Por el contrario, un carta con todos los planetas agrupados en un mismo tercio de la misma, dará una puntuación alta en la Flor Armónica, precisamente por su desequilibrio, pero puede ser comparada con un equipo de fútbol que sólo juega en un tercio del campo, bien porque todos se encierran atrás a defender o bien porque nadie se ocupa de hacerlo.
De todas formas, creo que es importante disponer de un índice de concentración planetaria como un elemento más para valorar una carta, y la Flor Armónica nos lo proporciona. Pero el programa Armon contiene todavía otro recurso para ponderar la fuerza de un armónico, que no se basa en el grado de concentración planetaria, sino que tiene en cuenta los aspectos. Se trata de los armogramas natales. Hasta cierto punto, los armogramas natales constituyen una versión formalizada de los criterios informales utilizados por Hamblin. Hablaré de ellos en una próxima entrada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario