Todas las personas son diferentes y sus energías vibran en diferentes longitudes de onda. Por eso, cuando dos personas se encuentran deben realizar un esfuerzo que les permita sintonizar la una con la otra, de la misma manera que movemos el dial de una radio para sintonizar una emisora.
Para la Teoría Armónica aplicada a la astrología, una carta astral no es otra cosa que el conjunto de todas las longitudes de onda en las que una persona vibra de manera natural en función del "contexto vibratorio cósmico" al que hubo de acoplarse en el instante de su nacimiento. Esta especie de "melodía personal" que comienza con el nacimiento conserva durante toda la vida un sello peculiar y un ritmo propio que nos distingue como individuos: nuestras específicas "cadencias microcósmicas".
Sin embargo, este concierto vibratorio no permanece siempre idéntico a sí mismo, repitiendo con monotonía la misma secuencia de frases una y otra vez, sino que se altera al menos de tres maneras. En primer lugar, por el desarrollo mismo de las propias energías internas, que son múltiples y dinámicas y evolucionan a ritmos diferentes, dando lugar a diversas combinaciones y cambios de modulación. Una parte de este proceso se pone de manifiesto en algunas técnicas astrológicas de prognosis, tales como las direcciones simbólicas, armónicas y algunas otras. En segundo lugar, por acomodación a los cambios del entorno cósmico (tránsitos y revoluciones solares, lunares y planetarias). Y en tercer lugar, por acomodación a las cadencias microcósmicas de las demás personas con las que cada uno se encuentra (sinastría). Estos tres agentes moduladores no actúan de manera totalmente independiente los unos de los otros, sino que, por el contrario, se interpenetran entre sí. Un encuentro importante y transformador con otra persona no puede suceder en cualquier momento, sino solamente cuando la disposición interna está abierta a ello y las condiciones externas vibran ya de manera natural en sintonía con los ritmos internos. En otras palabras, es necesario que las direcciones y los tránsitos activen los posibles puntos de contacto entre las cartas natales de dos personas en el momento apropiado.
En la entrada anterior de este blog he presentado una técnica a la que he denominado Arcos de Venus en Sinastría que sirve precisamente para localizar la longitud de onda en la cual Venus natal de dos personas diferentes vibra en la misma frecuencia. Ahora vamos a ver cómo los tránsitos del momento del primer encuentro entre dos personas pueden acoplarse también a estas cartas de transformaciones de arcos de Venus, potenciándolas y poniéndolas en actividad. Para ilustrar esto, examinaremos las cartas natales de la modelo Claudia Schiffer y el ilusionista David Copperfield.
Carta natal de Claudia Schiffer
Carta natal de David Copperfield
El 10 de octubre de 1993 David Copperfield actuaba en Berlín como ilusionista y entre el público se encontraba Claudia Schiffer. Él la invitó a subir al escenario y allí mismo se produjo la conmoción del primer encuentro.
"Me tomó de la mano y en ese instante pasó un milagro" -dijo Claudia- "Sus ojos me atraían, me hipnotizaban. He visto en ellos tanta ternura, tanto calor humano, tanto amor". "Yo me hundí en los ojos de Claudia, -comentó David- caí en este abismo, sin querer pararme".La carta que deja a los Venus de ambos en la misma posición es el armónico 5,183721
Carta de transformación de los arcos de Venus
de Claudia Schiffer y David Copperfield
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David tiene en su carta natal una conjunción de Lilith (Luna negra o apogeo lunar) con la Luna en los primeros grados del signo de Acuario, algo que se suele asociar con un ideal de mujer independiente, algo morbosa y dispuesta a experimentar formas de relación poco habituales. En el corazón de esta conjunción se ubica precisamente Venus en la carta de transformación de arcos, a 5º 25' de Acuario, de tal manera que lo que sea que signifique ese contacto en la carta natal de David, es estimulado por su relación amorosa con Claudia. Además, en la carta natal de Claudia Lilith está en conjunción con el Sol y con Marte, por lo que también ella busca en los hombres algo semejante a lo que David busca en las mujeres. Por si no bastara con esto, en la carta de arcos de Venus Lilith y la Luna de Claudia reproducen la misma conjunción que David tiene en su carta natal, por lo que ella se convierte de hecho en la encarnación de su ideal.
Esta carta en la cual se acoplan los dos Venus provoca un efecto bastante extraordinario: la reunión de las luminarias (Sol y Luna) tanto en la carta de Claudia como en la de David. Como ya comenté en la entrada anterior, he encontrado con frecuencia en las cartas de arcos de Venus de parejas la formación de contactos entre luminarias que no estaban en las cartas natales originales, especialmente conjunciones y oposiciones Sol/Luna, Sol/Sol o Luna/Luna. Pero siempre se trataba de contactos entre una luminaria de un miembro de la pareja y otra del otro miembro. Por primera vez me he encontrado aquí con nuevos contactos entre las luminarias de cada uno de los dos miembros de la pareja por separado dentro su misma carta. En el caso de Claudia, no sólo se reúnen el Sol y la Luna, sino también el Ascendente, es decir, los tres elementos más sobresalientes de la carta. Esto mismo sucedería también en la carta de David si se diera el caso de que hubiera nacido unos quince o veinte minutos antes de lo que registra su certificado de nacimiento, algo que no es en absoluto imposible. En ese caso, su Sol natal quedaría exactamente sobre el grado del Ascendente, lo que podría justificar mejor su gran éxito personal que la posición del Sol en casa 12, de acuerdo con la hora registrada. En todo caso, si la hora declarada es la correcta, entonces el Sol de David en la carta de arcos de Venus (29º 37' de Virgo) queda muy cerca de su ascendente natal (27º 14' de Virgo).
Esta situación sugiere que al sintonizar Claudia y David a través del amor o el placer o la fruición estética (Venus) se produce en cada uno de ellos por separado una especie de matrimonio interior entre su Animus y su Anima, su parte masculina y femenina (Sol y Luna), de tal manera que cada uno de ellos se siente interiormente bien consigo mismo en presencia del otro, pero no realmente con el otro. La relación finalmente naufragó y la separación definitiva se produjo en 1999. Entretanto, la prensa alimentó rumores de que el noviazgo era una farsa escenificada públicamente detrás de la cual había fuertes intereses económicos y promocionales, pero el asunto no se pudo demostrar. Independientemente del beneficio personal que cada uno de ellos pudo obtener de esta relación, creo que la atracción existió, por lo menos al principio, y el análisis de los tránsitos de su primer encuentro nos lo confirma plenamente.
En la noche del 10 de octubre de 1993 el Sol transitaba por el grado 17 de Libra, el mismo grado del zodiaco ocupado por Venus en la carta natal de Claudia. Esto admite al menos dos lecturas, que no son mutuamente excluyentes. Una es que la belleza de Claudia debía estar esa noche especialmente iluminada, por lo que muy probablemente se vería más espléndida que de costumbre. La otra es que una figura masculina (el Sol) podía irrumpir esa noche en su vida amorosa (Venus). Este tránsito se produce un día cada año, y en 1993 se dio exactamente en la noche del 10 de octubre. Al mismo tiempo, Venus transitaba el grado 23 de Virgo, el mismo grado del zodiaco ocupado por el Sol en la carta natal de David. También esto admite al menos dos lecturas, que tampoco se excluyen mutuamente. Una es que David debía estar esa noche especialmente atractivo, amoroso y tierno, tal como Claudia declaró percibirlo. La otra es que una figura femenina (Venus) podía irrumpir esa noche en su vida y cautivar su corazón (el Sol). También este es un tránsito relativamente frecuente, que se produce una vez cada trece meses aproximadamente. Pero la coincidencia de ambos tránsitos al mismo tiempo es un acontecimiento único, que hacía de esa noche la gran oportunidad para un encuentro mágico.
Tránsitos del 10 de octubre de 1993 (círculo externo)
sobre las cartas natales de David Copperfield (círculo medio)
y de Claudia Schiffer (círculo interno)
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Los efluvios de Venus y del Sol se mezclaban, por tanto, entre ambos en aquella noche tan especial, de modo que había estímulos suficientes como para poner en marcha el mecanismo de ajuste armónico de la vibración de los Venus natales de ambos. Este acoplamiento se produce, como hemos indicado, en el armónico 5,183721. Nos queda por ver qué sucede si calculamos también las posiciones de los planetas en el cielo de esa noche para este mismo número armónico, es decir, si consideramos los tránsitos directamente en el armónico 5,183721 sobre las cartas de Claudia y David calculadas para el mismo armónico, teniendo en cuenta que una vez que ambos entran en vibración con ese número armónico han de volverse sensibles a la vibración de la misma frecuencia emitida por el entorno cósmico de ese momento.
Armónico 5,183721 de los tránsitos del 10 de octubre de 1993
(círculo externo)
y de las cartas natales de David Copperfield (círculo medio)
y de Claudia Schiffer (círculo interno)
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Nos encontramos de nuevo con el Sol transitando sobre Venus de Claudia, pero ahora lo hace también sobre Venus de David. Esto no tiene nada de extraordinario por dos razones. La primera es que si una conjunción por tránsito es muy exacta en el armónico 1, como lo era la del Sol con Venus de Claudia aquella noche, se mantendrá dentro de orbe durante un gran número de armónicos. La segunda es que si en esta carta, por definición, los Venus de ambos han de ocupar la misma posición, lógicamente todo aspecto sobre Venus de Claudia lo será también sobre Venus de David. Por la misma razón, no debemos admirarnos de que también se mantenga aquí el tránsito de conjunción de Venus sobre el Sol de David, pero ahora Venus se encuentra también en conjunción con la Luna de David, y este contacto sí es nuevo.
Hay, también, varios contactos nuevos más. Lilith en el armónico 5,183721 de esa noche ocupaba el grado 22 de Tauro y en el mismo armónico de Claudia ocupa también ese mismo grado 22 de Tauro. Además, Urano, Neptuno y Marte transitan también dentro del orbe de una conjunción sobre Lilith de Claudia, muy estimulada aquella noche, y al mismo tiempo sobre Plutón de David, ya que hay un contacto Lilith/Plutón muy estrecho entre las cartas natales de ambos. Los mismos planetas se encuentran transitando también dentro del orbe de una conjunción con la Luna de Claudia. La conjunción Luna/Lilith que David tiene en su natal es estimulada no sólo por la conjunción de los Venus de ambos en medio de ella, sino también por el tránsito del Sol en el armónico 5,183721. Y la conjunción Luna/Lilith que se le forma a Claudia en este armónico es estimulada, al mismo tiempo, por los tránsitos que hemos indicado de Lilith-Urano-Neptuno-Marte en el mismo armónico, encontrándose, por tanto, en plena efervescencia. Además de todo esto, se forma también una conjunción muy exacta por el tránsito de Plutón sobre Júpiter de David.
He aquí una muestra muy elocuente de cómo los mecanismos de adaptación mutua entre las energías astrales de dos personas son capaces de modificar, al mismo tiempo, el modo de vibración del cielo mismo de un momento dado o, más bien, la forma de percibir esa vibración y de responder a ella.
Los arcos de Venus y, sin duda, también los de otros planetas, nos transportan hacia una nueva dimensión en la astrología que nos permite comprender de manera mucho más profunda y exacta lo que sucede entre dos personas que mantienen un contacto significativo. Ambas conforman todo un nuevo universo particular, no sólo entre ellas, sino también con el entorno, que evoluciona y responde a tránsitos como si de una tercera persona se tratara.
© Julián García Vara, septiembre de 2011.
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