martes, 20 de diciembre de 2011

El armónico de la mayoría de edad



Mientras permanecemos bajo la patria potestad no somos totalmente libres de tomar nuestras propias decisiones, elegir nuestro camino en la vida, nuestra propia pareja, nuestro trabajo o senda de realización, en definitiva, no podemos ser del todo nosotros mismos. Al alcanzar la mayoría de edad se abren muchas puertas que hasta entonces permanecían cerradas; en cierto modo podemos decir que sólo entonces nacemos realmente como individuos independientes y, como tales, irrumpimos en sociedad con nuestra propia voz. Este segundo nacimiento debería llevar asociada una carta astral de la misma manera que el primero, pero en este caso no es tan sencillo determinar el día y la hora que debemos utilizar. Si vivimos en uno de los países en los que la mayoría de edad está fijada legalmente en los 18 años podemos utilizar, en principio, la décimo octava revolución solar como carta de la mayoría de edad. En otros países, sin embargo, la mayoría de edad está establecida antes o después de los 18 años, normalmente entre los 16 y los 21, y en algunos casos se anticipa hasta los 14 o incluso los 13 años, aunque 18 es la cifra elegida por mayor número de países.

Por una parte, parece claro que los derechos que otorga la condición legal de la mayoría de edad pueden ejercerse desde el instante mismo en que se alcanza la edad determinada por la ley o la costumbre de cada país o sociedad. En ese sentido, nacemos como individuos con plena personalidad jurídica cuando lo decida la ley del país en que nos tocó en suerte nacer y vivir. Pero, por otra parte, también parece claro que las leyes que establecen la mayoría de edad pretenden ajustarse lo más aproximadamente posible a un proceso real de maduración biológica y psicológica que capacita al individuo para tomar las riendas de su propia vida. Este proceso no se produce a la misma velocidad en todos los individuos, de manera que los más precoces tendrán que esperar algún tiempo hasta que la ley les reconozca las capacidades que la naturaleza les ha otorgado con anticipación, mientras que los más lentos se encontrarán antes de tiempo con la autorización legal para comportarse con una libertad de movimientos que aún no están preparados para gestionar.

La idea de levantar nuestra "carta astral de la mayoría de edad" es atractiva y, si nos atenemos al criterio de la estricta legalidad, determinar la fecha parece tarea fácil. Sería el día de nuestro décimo octavo cumpleaños o del que corresponda según  el país. Sin embargo, a pesar de lo que he dicho más arriba, esto no tiene por qué coincidir necesariamente con nuestra correspondiente revolución solar, porque en ocasiones la revolución solar no se cumple en el mismo día del cumpleaños, sino en el día anterior o en el día siguiente, y tampoco coincide casi nunca con la hora en la que nacimos. ¿Qué día tomar entonces y, sobre todo, qué hora? Habría que leerse la ley para saber si establece la mayoría de edad a partir de las 0 horas del día del cumpleaños o de la misma hora en la que se nació o de las 24 horas del día del cumpleaños o, simplemente, no especifica nada acerca de las horas. Eso, digo, si lo que queremos es levantar la carta del momento de la adquisición de ciertos derechos legales. Pero si lo que nos interesa es una carta del momento en que alcanzamos realmente el estado de madurez al que la ley intenta meramente aproximarse, entonces el problema es no ya complicado sino simplemente inatacable, porque no existe ningún instrumento capaz de determinar el momento exacto en que una persona alcanza un grado suficiente de madurez que, por otra parte, tampoco es posible definir con precisión.

Hay, sin embargo, algunos ciclos astronómicos y algunas relaciones entre armónicos que se acercan bastante al rango de edades entre las que oscila la mayoría de edad legal en la mayor parte del mundo y que permiten establecer con precisión cartas astrales relevantes para la culminación del proceso de maduración. En primer lugar, debemos citar la primera revolución de los nodos de la Luna, que tiene lugar hacia los 18,61 años de edad. Aquí se nos presenta el problema de si debemos tomar como referencia los nodos medios o los nodos verdaderos. La diferencia entre tomar unos u otros puede suponer una variación de dos o tres meses en la fecha de la revolución, lo cual cambia completamente la configuración de los planetas. Por tanto, es imposible afinar con esta técnica si no se resuelve previamente la cuestión de qué nodos son más precisos y eficaces. La buena noticia es que, en teoría, esa cuestión podría resolverse precisamente experimentando con las revoluciones de ambos tipos de nodos y viendo cuál de ellas explica mejor las cosas.

Por el lado de los armónicos dinámicos tenemos una interesante relación entre los armónicos de la edad de Addey y los armónicos anuales de Hannan que desemboca en una cifra precisa para calcular algo así como "el armónico de la mayoría de edad". Tal como expliqué en la entrada dedicada a Los armónicos anuales de Hannan, éstos constituyen un sistema de armónicos dinámicos retrógrado y de velocidad progresivamente descendente, siguiendo una curva asintótica que tiende a cero. Por el contrario, los armónicos de la edad progresan de manera ascendente o directa a velocidad uniforme. Como uno de los sistemas parte de los armónicos más altos y va retrocediendo a lo largo de los años, mientras que el otro parte de los armónicos más bajos y avanza un armónico por año, hay un punto en el cual se cruzan las dos líneas de desarrollo.


Ese punto coincide exactamente con la raíz cuadrada de 360, que asciende a 18,97367. Por consiguiente, el armónico 18,97367 es el único en el cual los dos sistemas de armónicos dinámicos concuerdan por un instante. En el sistema de armónicos de la edad de origen cero, esa cifra señala la edad del mismo número, pero en el sistema de armónicos de la edad de origen uno (Age harmonic + 1) se aplica a la edad de 17,97367 años, es decir, a unos 9 ó 10 días antes de cumplir los 18.

En el círculo de 360 grados caben exactamente 18,97367 zodiacos armónicos de 18,97367 grados cada uno. Por tanto:
    • un grado = un zodiaco armónico
    • un zodíaco armónico = un año
    • un grado = año
¿Qué puede significar este número de armónico en relación con los dos sistemas diferentes de armónicos dinámicos? 

El sistema de Hannan es apto para representar los vertiginosos procesos de desarrollo que se producen en el organismo y en el psiquismo durante las primeras fases de la vida, porque produce una gran cantidad de revoluciones en poco tiempo, para ir poco a poco, y nunca mejor dicho, "bajando las revoluciones". Desde la concepción hasta el nacimiento y desde el nacimiento hasta la mayoría de edad se generan las estructuras biológicas, se produce la formación y el crecimiento de los órganos, se asimila la herencia cultural y se desarrolla la personalidad. Aunque desde el primer momento hay una cierta interacción con el entorno, incluso muy intensa, todo parece tener un carácter de simple ensayo, de juego, de experimentación, de provisionalidad, de tentativa. El contacto del menor de edad con el mundo no es del todo directo ni del todo real, porque aún permanece dentro de la burbuja familiar que le protege y limita al mismo tiempo. El mundo verdaderamente real parece estar aguardando afuera, en el futuro, es el espacio en el que podremos ser "lo que hemos soñado ser de mayores", pero, de momento, la prioridad es el propio desarrollo, el mundo propio. En el sistema de Hannan, los armónicos evolucionan a una velocidad diferente en función de la edad de cada persona. 


El sistema de Addey, por el contrario, representa un progreso lineal, constante, que evoluciona a la misma velocidad en todas las edades y, por tanto, al mismo ritmo en todas las personas. En ese sentido es más "objetivo", más "socializable", más independiente de la fase de desarrollo que atraviesa cada uno, más fácil de compartir y de integrar en un contexto comunitario.

Hasta la edad asociada al armónico 18,97367 (que será una u otra dependiendo del punto de origen) los armónicos anuales de Hannan se moverán más deprisa que los armónicos de la edad, pero desde ahí hasta el final de la vida se moverán más despacio que éstos. Los procesos de formación y desarrollo pasan justamente entonces a un segundo plano, y los días empiezan a ser más iguales unos a otros. Poco a poco se va abriendo paso la sensación de que el tiempo cada vez cunde menos (los armónicos anuales de Hannan cada vez producen menos novedades) y los movimientos corporales se van haciendo más lentos, según envejecemos.

Los armónicos que se viven en los primeros años por el sistema de Addey son todavía desconocidos por el sistema de Hannan y viceversa. Pero justamente a partir del armónico 18,97367 empezamos a experimentar por el sistema de Addey lo que ya habíamos conocido por el de Hannan y por el de Hannan lo que ya habíamos vivido por el de Addey. Todo lo que habíamos proyectado (Hannan) en la fase de formación podemos ahora llevarlo a la práctica en la realidad del entorno social y de la vida cotidiana. Todo lo que habíamos vivido (Addey) en la fase de formación podemos ahora recordarlo o añorarlo como un paraíso que se aleja. Se ha observado que los ancianos muestran ciertos rasgos de comportamiento que suponen algún tipo de regresión a la infancia. Por el sistema de Hannan a los 72 años conectamos con el armónico 5 y a los 90 años con el armónico 4, mientras que por armónicos de la edad conectamos con esos mismos armónicos a los 5, 4 ó 3 años, dependiendo del punto de origen.

Por supuesto, todo esto, por ahora, no es más que una teoría, pero tiene cierta lógica y puede merecer la pena tenerla presente a la hora de trabajar con armónicos dinámicos de ambos tipos. Cuesta muy poco trabajo introducir la cifra de 18,97367 como valor de armónico en un programa como el ZET o el Astrolog32 y revisar la colección de cartas que tengamos ahí grabadas, tanto en versión geocéntrica como heliocéntrica, para formarse una primera idea y hacer una primera valoración de las posibilidades de este armónico. Por citar algún ejemplo, con este armónico Mariano Rajoy, que hoy mismo inaugura su condición de presidente del gobierno de España, tiene a Saturno heliocéntrico en el Medio Cielo natal, algo que concuerda con la imagen que hasta ahora ha proyectado con sus actuaciones políticas. Y este armónico, según venimos especulando, debe tener especial relevancia en nuestro modo de irrumpir en la organización política y de comportarnos en sociedad. En Landrú encontramos a Venus en el mismo grado del Medio Cielo, algo que no parece concordar con la imagen de asesino en serie que actualmente tenemos de él. Pero esa no era la imagen que él proyectaba en público. Al contrario, todo el mundo le describía como un hombre muy educado, amable, cortés, de modales exquisitos; y supo sacar partido de todo ello. En el ascendente de John F. Kennedy encontramos al mismo tiempo a Marte geocéntrico y Neptuno heliocéntrico, una combinación que puede verse como una forma valiente de actuar en sociedad animada por altos ideales, pero que también puede convertirle en víctima (Neptuno) de la violencia (Marte) ejercida sobre su propio cuerpo (Ascendente). También en el caso de Agata Christie encontramos a Neptuno heliocéntrico en el grado del ascendente natal, lo que cuadra bien con su actitud esquiva y huidiza en su relación con el público y los actos sociales. Y también en el caso del militar y dictador español Francisco Franco encontramos a Marte heliocéntrico en el ascendente, algo que expresa con claridad el modo impositivo de posicionarse en la sociedad. Además, su ascendente dentro de este armónico queda en Aries, que es el signo que mejor encaja con su condición de "caudillo".

@  Julián García Vara, 21 de diciembre de 2011.

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