lunes, 19 de noviembre de 2012

Muertes violentas. 2. Suicidios


Suicidios


Podemos concebir el suicidio como un acto criminal en el que el asesino y la víctima son la misma persona. Así entendido, se le podría aplicar el agravante de parentesco en grado máximo, pues nadie hay más próximo a cada uno que uno mismo. Juega como eximente que este acto no atenta contra la voluntad de la víctima, pero eso mismo la convierte en cómplice. Tres personas distintas -asesino, cómplice y víctima- y un solo acto verdadero. A diferencia de lo que sucede con el dogma teológico trinitario, en el que la proliferación de personas expresa la plenitud de ser de la divinidad, aquí la personalidad se escinde con el propósito de desaparecer, guiada por una voluntad de nada. Este sí que es el misterio de los misterios, la aparente excepción a la norma que preside la ética aristotélica que asevera que "todos los seres buscan su propio bien", y la abierta contradicción con la universalidad del conatus de Spinoza, según el cual "todas las cosas se esfuerzan en perseverar en su ser". 

¿Es entonces el suicidio un acto completamente irracional? El suicidio, como cualquier otro crimen, tiene siempre un móvil, pero en este caso no suele ser tanto algo que se quiera conseguir por ese medio como algo que se quiere evitar. Se desea evitar el sufrimiento de una enfermedad incurable, el desvalimiento de una vejez inminente, las calamidades de una ruina económica, la vergüenza de un acto deshonroso, las consecuencias de la incapacidad de hacerse amar por alguien, la soledad, la sensación de fracaso o de impotencia, o cualquier otra fuente de dolor físico o emocional. El suicida, como cualquier otro ser, desea su propio bien, pero ya no se siente con fuerzas para luchar por él o ha llegado a convencerse de que es inalcanzable. Ya no puede amar a los demás, no puede amarse a sí mismo, no puede hacerse amar, no puede amar su propia vida. Por eso se contenta con tratar de eludir su mal, aunque sea a costa de perderse a sí mismo. En ocasiones se pretende, además, algo más que huir de una situación insoportable. Se desea causar un profundo impacto emocional en alguien de quien se esperaba una atención que no se obtuvo, hacerle cargar con un fuerte sentimiento de culpa por todo el resto de su existencia, hacerse así permanentemente presente en la memoria del otro, cumplir de este modo retorcido con la exigencia del conatus de Spinozaporque algunos llegan a creer que no les queda ya otra forma de decir "aquí estoy" que dejar de estar aquí definitivamente.

En nuestra muestra de 103 suicidios se observaron 1577 direcciones entre planetas diferentes vigentes en la fecha de la muerte dentro de un orbe de medio grado, de las cuales 521 corresponden a la clave 360 (un grado por año), 524 a la clave 840 (tres grados cada siete años) y 532 a la clave 1440 (un grado cada cuatro años). La figura 12 muestra el resultado de sumar los porcentajes de desviación respecto de la media obtenidos por estas tres claves de dirección.

Figura 12
 Direcciones observadas en 103 casos de suicidio
 por las claves 360, 840 y 1440 sumadas


Plutón es el planeta que interviene en mayor número de direcciones y es también con notable diferencia el que más direcciones forma como planeta en movimiento. Sin embargo, el planeta natal que más direcciones recibe es Neptuno. Venus es el planeta que interviene en menor número de direcciones y también el planeta natal que menos direcciones recibe, pero es Urano el que menos direcciones hace como planeta dirigido.

Si a ningún astrólogo puede extrañarle que hayamos encontrado a Marte destacado en los casos de accidentes, creo que tampoco serán muchos los que se sorprendan del protagonismo de Plutón en los casos de suicidio. Eloy R. Dumon, por ejemplo, nos dice lo siguiente:
Un Plutón afligido sugiere una posible "dificultad en la eliminación", por ejemplo, de sentimientos desagradables, con el riesgo de estados obsesivos y neuróticos en algunos casos y en los más graves con el estallido eruptivo de violencia y autodestrucción. [Eloy R. Dumon, Manual de astrología moderna, p.76, Buenos Aires, 2004]
Y Helena Martín añade sobre las cualidades de Plutón en estado inarmónico:
(quedan) matizadas por un inconsciente malsano, turbio y que no consigue controlarse. Plutón tiende, en este caso, a potenciar la agresividad de tipo soterrado, es decir, el rencor, la envidia, el deseo de venganza y la autodestrucción [Helena Martín, Los planetas en el universo astrológico, pp. 259-260, Barcelona, 1990]
Por su parte, escribe Robert Hand:
Cuando se enfrenta con las crisis de Plutón, la gente suele recurrir a todas sus reservas para mantener unido lo que se está desintegrando. Pero esto sólo dificulta la crisis, e incluso la hace insoportable, y además frustra el nuevo nacimiento. (...) se ha observado que en la vida de muchas personas aparecen episodios psicóticos cuando el poder de Plutón es fuerte. Llega un momento en que las viejas estructuras mentales ya no funcionan y en que la única esperanza reside en destruirlas y construir otras nuevas. Pero la gente que experimenta crisis psicóticas tiende a dejarse abrumar por lo doloroso de la situación. [Robert Hand, Los símbolos del horóscopo, p.89,]
Plutón puede concentrar la atención obsesivamente en un problema, una persona o una situación, aferrarse a eso compulsivamente dominado por una pasión de control o de poder, generar una situación de dependencia respecto de algo o de alguien y ante la amenaza del fracaso o la separación puede preferir autodestruirse antes que asumir la pérdida.

Venus aparece en esta muestra como el planeta más débil, un dato que es coherente con la incapacidad de amar -o de seguir amando- que he señalado más arriba como precondición habitual del suicidio. Disminuye también la flexibilidad o capacidad de adaptación y se hace muy difícil percibir los aspectos amables de la situación.

La baja incidencia de direcciones formadas por Urano es posible que tenga algo que ver con la falta de interés que demuestra el suicida por experimentar situaciones nuevas, considerar alternativas, abrirse al cambio, darse nuevas oportunidades quizás en otro entorno. Un Urano más activo ayudaría a liberar la atención secuestrada por Plutón obsesivamente sobre una visión monocolor de su problema y a desviar la mirada hacia nuevos horizontes.

Sobre el hecho de que Neptuno sea el planeta que menos direcciones recibe en los casos de muerte natural pero el que más direcciones recibe en los casos de suicidio ya hice un comentario en una entrada anterior (véase Muertes naturales).

Veamos ahora la forma en que cada una de las tres claves ha contribuido al resultado mostrado en la figura 12.

Figura 13 
 Direcciones observadas en 103 casos de suicidio
por las claves 360, 840 y 1440 por separado


Al igual que sucedía con Marte en relación con los accidentes, también aquí es la clave 1440 la que contribuye más decisivamente a que sea Plutón el planeta más destacado en relación con los suicidios. En esta clave Plutón es el planeta que más direcciones hace (+37%), aunque recibe un 4% menos que la media. Por la clave 840 Plutón es el segundo planeta que más direcciones hace (+15%), pero también el que menos direcciones recibe (-12%). Por la clave 360 Plutón también queda por encima de la media como planeta dirigido (+5%), pero aquí se destaca por ser el planeta natal que más direcciones recibe (+21%). Por consiguiente, en cada una de las tres claves Plutón se destaca por algo diferente, y eso complica la tarea de la interpretación, pero al menos nos queda claro que es un planeta a tener muy en cuenta en estos casos. 

Otro planeta que no debemos perder de vista, aunque en el gráfico de la figura 12 pase más bien desapercibido, es Saturno. Sabemos que los tránsitos de Saturno suelen intervenir en los periodos depresivos y que entre la depresión y el suicidio existe una íntima relación. Está claro que ni todos los deprimidos se suicidan ni todos los que cometen suicidio padecen depresiones, pero entre ambas cosas hay un área de intersección lo suficientemente amplia como para permitirnos esperar que Saturno se destaque de alguna manera en una estadística de suicidios. En efecto, aquí lo vemos destacarse por la clave 840 como el planeta natal que más direcciones recibe (+22%), siendo ésta la segunda desviación más importante de todo el conjunto de planetas en cualquiera de sus posiciones relativas, después de la de Plutón como planeta activo por la clave 1440. También se destaca Saturno por la clave 360, pero para aumentar nuestro desconcierto aquí lo hace como el planeta natal que menos direcciones recibe (-18%).

Se observa, además, que Saturno y Plutón casi siempre bailan en pistas diferentes. En la clave 360 Plutón es el planeta natal que más direcciones recibe y Saturno el que recibe menos. En la clave 840 Saturno es el planeta natal que más direcciones recibe y Plutón el que recibe menos; por esta misma clave, Plutón es el segundo planeta dirigido que más direcciones hace y Saturno el segundo planeta dirigido que hace menos direcciones. Por la clave 1440 Plutón es el planeta dirigido que más direcciones hace y aunque aquí Saturno no es el que menos hace sí que queda un 8% por debajo de la media. En relación con el suicidio estos dos planetas parecen comportarse como el agua y la sal en la cocina: poner demasiado de una de estas dos cosas en un guiso tiene un efecto semejante a poner demasiado poco de la otra. ¿Se trata de un capricho del azar o de algo esencial relacionado con el modo en que estos planetas nos hacen actuar o reaccionar cuando son estimulados por las direcciones o estimulan a los otros planetas?

El patrón general (Saturno R+, D-, Plutón R-, D+) es el mismo en las dos claves más lentas, pero la clave 360 rompe este esquema. Al menos Plutón como planeta dirigido da siempre valores por encima de la media en cualquiera de las tres claves, lo que nos permite aventurar la hipótesis de que las direcciones formadas por Plutón sobre los planetas natales entrañan el peligro de producir una profunda crisis en los asuntos relacionados con el planeta que recibe la dirección. Pero no parece que Saturno actúe de la misma manera. La pregunta que se impone es ¿en qué aspectos Saturno y Plutón representan energías opuestas o modos de actuación contrarios?

Se suele entender que Saturno confiere moderación, consciencia de nuestras limitaciones, prudencia, previsión, realismo, seriedad, formalidad, capacidad de planificación a largo plazo, adaptabilidad a los trabajos rutinarios, rigor, moralidad exigente, sentimientos de culpa, temor a lo desconocido, sabiduría desengañada, derrotismo, tristeza, sensación de impotencia, pesimismo. Saturno se ocupa de estructurar cualquier aspecto de nuestra vida, de asegurar unos cimientos firmes sobre los que construir algo duradero. Trata de convertir la aventura amorosa en matrimonio, el trabajo temporal en puesto fijo, la vivienda de alquiler en casa propia. Recela de todo lo que se hace a la ligera o impulsivamente y asume el dolor en la medida en que forma parte necesaria de un esfuerzo sostenido hacia la consecución de un objetivo ambicioso y a la vez realista.

De Plutón se dice que no es moderado en nada, tiende a los extremos, a llevar las cosas al límite. Aunque exteriormente puede parecer más frío que el propio Saturno, es de emociones profundas e intensas. Penetra en el interior de las cosas, ve lo escondido, las intenciones ocultas, desnuda, saca los trapos sucios y, por su misma capacidad para alcanzar las capas más profundas, nadie es más eficaz que él cuando se trata de socavar los cimientos de algo o diluir una estructura, esos mismos cimientos y esa misma estructura que con tanto celo había tratado de construir Saturno. Por otra parte, creo que un Saturno fuerte da un alto grado de tolerancia a la frustración, porque es difícil que Saturno se haga muchas ilusiones o espere demasiado de una empresa o de una persona. Pero Plutón lo espera todo y si se le regatea aunque sea una pequeña parte ya se siente estafado. Ante un conflicto o una decepción Saturno puede tomar cierta distancia, reflexionar detenidamente, tratar de llegar a un acuerdo razonable, pero Plutón puede llegar a tomárselo todo como un asunto de vida o muerte. Ante una propuesta de dudoso interés Saturno adopta la postura defensiva del "de entrada no", pero se reserva en su fuero interno un "ya veremos después, según  lo que me ofrezcas". Sin embargo Plutón rara vez se presta a negociar, prefiere zanjar el asunto con un tajante "por encima de mi cadáver".

Por todo ello, es de esperar que las direcciones que forma Saturno tiendan a poner orden y estabilidad en los asuntos relacionados con los planetas aspectados, a madurar y asumir responsabilidades, a adquirir compromisos y definir las formas. Pero las direcciones que forma Plutón pueden ponerlo todo patas arriba, cuestionar los fundamentos, desenmascarar los engaños, minar la confianza de manera irreparable, llevar las cosas al límite, exagerarlas, hacer de cualquier cosa una tragedia. La función positiva de Plutón es la regeneración de todo aquello que ha entrado en un estado de corrupción. Para ello corta de raíz todas las partes enfermas, elimina sin contemplaciones todo lo que ya no sirve y deja sitio a un nuevo nacimiento. Si el ejercicio de esta función se lleva demasiado lejos o se desenfoca, Plutón puede acabar, como suele decirse, "arrojando el niño con el agua del baño". La escisión de la personalidad del suicida en víctima, verdugo y cómplice le permite ser a la vez el niño arrojado y quien lo arroja.


Siguiendo este hilo de razonamiento, podemos entender que el hecho de que Saturno natal reciba un 22 por ciento de direcciones más que la media de las recibidas por los demás planetas por la clave 840 en los casos de suicidio indica que los planetas dirigidos por esta clave debilitan las virtudes de Saturno o estimulan su lado más sombrío. Es posible que se conmuevan los cimientos de cualquier parcela de la vida, que se reblandezcan las estructuras, que se abra paso el sentimiento de que no hay nada sólido en lo que asentar la existencia personal, que se cuestionen los valores morales que hasta entonces habían guiado a la persona. Es posible que la mente se enfoque en las limitaciones, en lo que no se puede hacer, alimentando el sentimiento de impotencia y frustración. Pero si los planetas dirigidos a razón de tres grados cada siete años pueden hacerle esto a nuestro Saturno natal ¿por qué no se lo hacen cuando se les dirige a razón de un grado por año?

Puede que la respuesta a esa pregunta sea sencillamente que todas las desviaciones observadas son producto del azar y que por eso es imposible que los datos se ordenen de una manera coherente. En ese caso, cualquier esfuerzo por desentrañar el posible sentido de las distribuciones observadas sería una pérdida de tiempo. Pero incluso si esto no es así, si por lo menos algunas de las desviaciones mayores son el resultado de procesos realmente existentes, no podemos esperar ser tan afortunados como para que todo caiga exactamente en su lugar a las primeras de cambio, tras examinar sólo unos pocos centenares de datos. Con toda seguridad el azar está interviniendo en la conformación de estas distribuciones. La única duda es si el modo en que se han repartido los datos obedece íntegramente al azar o si éste se ha limitado a dejar unos cuantos tipos de direcciones fuera del lugar que en realidad les corresponde.

Vamos a suponer de todos modos, con todo el riesgo que ello comporta, que no es casualidad que en los casos de suicidio incluidos en nuestra muestra Saturno natal sea el planeta que menos direcciones recibe por la clave 360 y el que más direcciones recibe por la clave 840. Si esto no es casualidad, entonces sólo puede ser explicado postulando que las dos claves de dirección tienen una naturaleza cualitativa diferente. Ya adelanté en la parte de esta exposición dedicada a las muertes naturales la hipótesis de que la clave 840 puede tener una naturaleza afín a la de la Luna, femenina, receptiva y húmeda. La clave 360, que mueve los planetas aproximadamente a la misma velocidad que se mueve el Sol por progresiones secundarias, podría tener una naturaleza solar, masculina, caliente y seca. En ese caso, los planetas dirigidos por la clave 840 tendrían un efecto disolvente sobre las estructuras representadas por Saturno natal, del mismo modo que la humedad reblandece los cimientos, mientras que los planetas dirigidos por la clave 360 podrían secar, consolidar y reafirmar esas mismas estructuras.

Con Plutón ocurre lo contrario. Es el planeta natal que más direcciones recibe por la clave 360 y el que menos direcciones recibe por la clave 840. Aparentemente la clave 360 lo incendia y la clave 840 lo apaga. Puesto que este planeta tiene ya en sí mismo un poder disolvente y un potencial devastador, cuando es activado por una clave masculina que lo calienta entra en erupción como un volcán. Por el contrario, la clave 840 parece dejar su pólvora mojada y sumirlo en un apacible sueño.


© 2012, Julián García Vara

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