jueves, 19 de noviembre de 2009

Cáncer y Sócrates.


Sócrates se dispone a tomar la cicuta, en cumplimiento de la sentencia que le condenó a muerte.


En el comentario de ayer señalé algunos notables paralelismos entre el arquetipo astrológico asociado al signo de Géminis y las características generales de la figura histórica del sofista. En cualquier manual de historia de la filosofía, el capítulo siguiente al de los sofistas suele estar dedicado a Sócrates, que hasta cierto punto no era más que un sofista tardío, pero se diferenciaba de los otros en varios detalles esenciales. Sócrates no cobraba por sus enseñanzas; bueno, en realidad él no pensaba que estuviera enseñando nada. Él hacía, según sus propias palabras, "profesión de ignorancia" -expresión ésta que no deja de ser un juego de palabras típicamente sofístico, con el que trataba de desmarcarse burlonamente de los otros sofistas, los que hacían "profesión de sabiduría". Irónicamente declaraba que él no sabía nada y se acercaba a los otros sofistas o a sus alumnos con la aparente intención de aprender de ellos. Pero tan pronto como, a requerimiento de Sócrates, éstos se arriesgaban a dar la definición de un término cualquiera (qué es la justicia, o la piedad, o el amor), Sócrates encontraba un ejemplo con el que la definición no cuadraba y su interlocutor se veía obligado a reformar la definición. De nuevo Sócrates encontraba defectos en la nueva formulación y otra vez había que buscar una tercera, y luego una cuarta, y así hasta que el otro perdía la paciencia y acababa por reconocer que en realidad no sabía la respuesta. Una vez admitido esto, Sócrates proponía buscar esa respuesta juntos o, más bien, se ofrecía a ayudarle a dar a luz en su mente la verdad guiándole mediante las preguntas apropiadas. Al hacer esto, el propio Sócrates se comparaba con su madre, la comadrona Fenarete. Así como ésta ayudaba a otras mujeres a traer hijos al mundo, Sócrates ayudaba a los hombres con inquietudes filosóficas a alumbrar las ideas o pensamientos adecuados sobre los más elevados asuntos. Por eso, al método de Sócrates se le conoce con el mismo nombre que los griegos daban al arte de la comadrona: la mayéutica.

La evocación de la figura de la madre y de las funciones de la maternidad ponen al método socrático en conexión con el arquetipo astrológico del signo de Cáncer. En el diálogo platónico Critón las leyes de Atenas toman figuradamente la palabra y se dirigen a Sócrates en estos términos:

"¿Desconoces acaso que no es piadoso maltratar a una madre o a un padre, y mucho menos aún a la patria? (...) nosotras te trajimos al mundo, te criamos y educamos y consideramos si (un ciudadano) es desobediente, que delinque por tres motivos, ya que no obedece a sus progenitoras, que somos nosotras; ni a sus nodrizas, que somos también nosotras (...). Sócrates, grandes son las pruebas que tenemos de que la ciudad y nosotras te eramos gratas. En efecto, no pasarías en Atenas más tiempo que cualquier otro ateniense si no te agradase más, pues la verdad es que jamás saliste de la ciudad ni siquiera para acudir a una fiesta."

La devoción de Sócrates por su madre-patria Atenas, que le mantuvo protegido en el interior de sus murallas durante toda su vida, le lleva a acatar sin protesta la condena a muerte que los legisladores de la polis habían decretado para él, rechazando el plan de fuga que Platón y otros discípulos habían preparado para salvar su vida. Sócrates fue acusado de impiedad y de corromper moralmente a los jóvenes. Aunque estos cargos fueron un simple pretexto, tras los que se ocultaban motivos políticos, no deja de haber algo de cierto en que el método socrático contenía un elemento corrosivo. La mayéutica era precedida por la ironía, que es la fase en la que Sócrates pone a prueba las convicciones de sus interlocutores, mostrando sus contradicciones internas y su endeblez. Es una fase depurativa, cuyo objetivo es desprenderse de las falsas creencias y de los errores aprendidos, para dejar el alma tan dispuesta y receptiva a los verdaderos conocimientos como la de un recién nacido. ¿A dónde irá el alma de un recién nacido a buscar los conocimientos? Podríamos pensar: "al mundo, a la experiencia, a los hombres sabios...", pero esta no es la respuesta de Sócrates. Lo que éste nos dice es que el alma debe mirar en su interior. Sócrates adopta como lema la inscripción que coronaba el pórtico del Oráculo de Delfos: "Conócete a ti mismo". Esto representó el primer giro hacia la interioridad registrado en la historia de la filosofía occidental. ¿Y qué puede encontrar el alma dentro de sí misma antes de haber experimentado nada? Sócrates creía que el alma era inmortal y que antes de encarnarse en un cuerpo había llevado una existencia espiritual durante la cual había alcanzado a conocerlo todo. La conmoción de la encarnación provoca el olvido de la existencia anterior. Así pues, conocer no es más que recordar. El objetivo de la mayéutica es despertar la anámnesis (el recuerdo, la curación de la amnesia).

En la astrología los procesos depurativos como la ironía socrática, las purgas, están representados por los signos y casas de agua (el purgatorio interior): Cáncer, Escorpio, Piscis y las casas IV, VIII y XII. La función del agua es disolvente, reblandece las estructuras rígidas, las distinciones nítidas y los esquemas artificiales. Son los signos encargados de hacernos soltar lastre. La mirada interior es igualmente propia de los signos de agua. La mirada hacia el pasado es característica del signo de Cáncer, y esto Sócrates lo conduce hasta el límite retrocediendo hasta una existencia previa al nacimiento.

En los aspectos que acabamos de señalar, la transición de la sofística a Sócrates es análoga al paso de Géminis a Cáncer.


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