martes, 17 de noviembre de 2009

¿y si la astrología no existiera...?


La idea más básica de la astrología es que existe una profunda relación entre las condiciones cósmicas que nos rodean y lo que somos, lo que hacemos y lo que nos pasa; una relación que no puede ser adecuadamente descrita como una mera interacción entre fuerzas físicas, sino que entraña una dimensión espiritual o de alto nivel de conciencia. Supongamos que esta idea fuera correcta, pero que nadie hubiera pensado eso hasta ahora y, en consecuencia, nadie hubiera hecho astrología. Si de repente algún ser humano concibiera esta idea como hipótesis con la que guiarse hacia la construcción de una nueva ciencia, una "antropocosmología", ¿cuales serían los primeros pasos a dar?, ¿qué es lo que tendríamos que observar y cómo?

Tenemos, por un lado, todo el material estelar y, por el otro, todo el "material humano". Parece que todo lo que habría que hacer es vigilar los cambios que se producen en las condiciones cósmicas y ver si corren o no parejos a los cambios que se producen en las condiciones humanas. ¿Pero de qué materiales y de qué condiciones estamos hablando? La astronomía y la astrofísica actuales han catalogado tal cantidad de cuerpos nuevos y tal variedad de nuevas clases de objetos cósmicos que es humanamente imposible seguir la pista de todos sus procesos y variaciones de posición. Tampoco podemos abarcar con una sola mirada a todo el género humano y su infinita gama de comportamientos individuales y colectivos; mucho menos la vida interior de las personas, intransferible en sentido estricto. Se impone, por tanto, recortar drásticamente el proyecto para convertirlo en algo mucho más modesto. Hay que seleccionar unos pocos elementos de cada lado. ¿Y qué seleccionamos?, ¿con qué criterios? ...
¿A que no es tan fácil esto de construir la astrología desde cero? Se necesitan muchas generaciones para llevar adelante siquiera una parte de la tarea.

Con seguridad, nuestra vieja astrología no es perfecta, pero parece más práctico retomar el hilo de su línea de trabajo, aprovechar todo su saber acumulado por siglos, que tratar de empezar otra vez desde el principio. ¿Cuanto tiempo tardaríamos, por ejemplo, en darnos cuenta de que el momento del nacimiento de una persona es uno de los factores clave a tomar en consideración? ¿quién sería el primero en sospechar que dos ciclos de diferente naturaleza y duración pueden ensamblarse y proyectarse el uno en el otro, marcando el ritmo de los acontecimientos biográficos de las personas, como sucede en las progresiones secundarias y direcciones terciarias? Y así con todo lo demás. Y esto lo hicieron sabiendo mucha menos astronomía que nosotros y con una precariedad de medios técnicos que les exigía una multiplicación de esfuerzos y una importante inversión en tiempo de cálculos.

Con todo lo que sabemos ahora, con el desarrollo de la astronomía, de la tecnología informática, de la metodología estadística, de la historiografía, de las ciencias humanas y sociales, de la psicología, ... sería no sé si irresponsable, pero al menos sí bastante triste limitarse a mantener el viejo edificio astrológico en el mismo estado (de deterioro, en parte) en que nos lo encontramos. ¿Qué hubieran hecho Ptolomeo, Regiomontano, Morin y tantos otros si hubieran tenido la oportunidad de manejar un ordenador equipado con los mejores programas de cálculos astrológicos?, ¿si hubieran podido acceder en cuestión de segundos a bases de datos con miles de cartas sobre las que realizar comprobaciones? ¿si hubieran podido comunicarse con los mejores astrólogos de su tiempo radicados en otros paises a través de e-mail, chat o web-cam? Creo que ellos serían los primeros en animarnos a aprovechar todas estas posibilidades para impulsar la astrología hacia una nueva dimensión, usando el saber astrológico tradicional como trampolín.



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