martes, 24 de noviembre de 2009

Astrología y otras mancias




No es raro escuchar en boca de profanos en materia astrológica declaraciones como la siguiente:

-eso del tarot, los posos del té y la bola de cristal no son más que tonterías, pero la astrología me parece más confiable, porque se basa en los planetas.

Detrás de esta frase parece adivinarse un razonamiento de este tipo: "Si los astrólogos se basan en la astronomía y la astronomía es una ciencia, entonces la astrología tiene una base científica". ¿Es éste un razonamiento válido o es un sofisma? Tomado al pie de la letra, el razonamiento es impecable. El problema no está en lo que se dice, sino en lo que se sugiere. Técnicamente, tal como lo analizaría un lógico, se trata de un enunciado condicional. No se afirma en él categóricamente que los astrólogos se basen en la astronomía, sólo se dice que si lo hacen entonces su actividad está basada en una ciencia. Tampoco se dice explícitamente que lo que los astrólogos construyen sobre esa base tenga que ser una ciencia. Sobre una base firme se pueden levantar construcciones muy endebles. No se dice ninguna de estas dos cosas, pero ambas se dan a entender. Parece darse por hecho que, en efecto, los astrólogos se basan en la astronomía y que, además, con unos cimientos tan sólidos cabe esperar que el edificio astrológico construido sobre ellos sea igual de resistente y digno de confianza. Interpretado de esta manera, el razonamiento se convierte en un sofisma y los astrólogos que lo esgrimen con la esperanza de suscitar esta interpretación se convierten en sofistas que tratan de tapar sus vergüenzas bajo el manto robado del prestigio del astrónomo.

Pero entonces ¿no es verdad que los astrólogos se basan en la astronomía? Pues y no. Es verdad que los astrólogos utilizan algunos datos astronómicos -muy pocos en relación a lo que actualmente se conoce- para elaborar con ellos sus cartas astrales y calcular las fechas de vencimiento de un pronóstico. Pero el uso que hacen de esta información astronómica no está mucho mejor fundamentado que el que hacían los antiguos arúspices romanos del aspecto de las entrañas de los animales sacrificados o la echadora de cartas de la disposición de los naipes en una tirada de tarot. ¿Qué diferencia esencial hay entre fijarnos en los posos del té o del café y mirar la configuración de los planetas en un momento dado para, a partir de ahí, elaborar un discurso sobre algo -el futuro profesional de alguien, la evolución de su salud, etc.- que no guarda ninguna relación natural reconocible con lo que estamos mirando? Desde este punto de vista, tan gratuita parece una cosa como la otra. El hecho de que los movimientos de los planetas sean regulares y puedan ser calculados con precisión mientras que en las otras formas de adivinación el comportamiento del objeto observado sea imprevisible no añade un ápice de legitimidad al salto lógico cualitativo que el astrólogo se ve obligado a dar de todas formas para dotar de significado humano a un cuadro astronómico. Precisamente porque sin ese salto no hay astrología podemos decir que, en realidad, la astrología no se basa en la astronomía. Más bien vuela sobre ella.


1 comentario: