viernes, 27 de noviembre de 2009

Libra, Hammurabi y Epicuro.

El código de Hammurabi contiene 282 leyes grabadas en piedra en caracteres cuneiformes. He aquí algunas:


Nadie lo diría, pero parece que lo que pone ahí es lo siguiente:

Ley 1: Si uno ha acusado y ha embrujado a otro y no puede justificarse, es pasible de muerte.

Ley 2: Si uno embrujó a otro y no puede justificarse, el embrujado irá al río, se arrojará; si el río lo ahoga, el que lo ha embrujado heredará su casa; si el río lo absuelve y lo devuelve salvo, el brujo es pasible de muerte y el embrujado tomará su casa.

Ley 19: Si uno guarda al esclavo en su casa y se lo encuentra en su poder, este hombre sufrirá la muerte.

Ley 21: Si uno perforó una casa, se lo matará y enterrará frente a la brecha.

Ley 25: Si se incendió la casa de uno, y otro que fue para extinguirlo se ha apoderado de algún bien del dueño de la casa, será arrojado en el mismo fuego.


No sé muy bien qué tiene que ver todo esto con la justicia, más bien parece un sistema organizado de amenazas, un programa de asesinatos en serie, la institucionalización de la brutalidad sujeta a reglas o un precedente de los juegos de rol. Cualquier pretexto era bueno para matar a alguien. La ley 2 recuerda un poco las reglas de algún juego de mesa con fichas, dados y casillas. Pero no, no era un juego, esto iba muy en serio. A pesar de todo, parece que este código facilitó la convivencia armónica de los babilonios... al menos de los supervivientes. Desde luego, poder disuasorio no le faltaba.

Pero lo que me interesa destacar aquí no es el contenido de las leyes, sino la forma lógica en que se encuentran formuladas. Casi todas las leyes del código de Hammurabi se atienen aparentemente a la estructura de un enunciado condicional [1]:

Si... entonces...

A los juicios lógicos construidos en base a este esquema los llama Kant juicios hipotéticos y los define como aquellos que expresan la relación del fundamento con la consecuencia. Dice Kant:

La proposición hipotética: "Si existe una justicia perfecta, se castiga al malo obstinado" comprende propiamente la relación entre dos proposiciones: "Existe una justicia perfecta" y "Se castiga al malo obstinado". El que sean verdaderas en sí ambas proposiciones es algo que queda aquí sin decidir. Lo único que se piensa mediante el juicio es la consecuencia. (Crítica de la Razón Pura, B 98).

Esta estructura gramatical es común a las leyes y a los contratos. Un contrato viene a decir: "si tú me das esto, yo te daré esto otro; si tú cumples con tu parte, yo cumpliré con la mía; si tú me respetas, yo te respetaré". La astrología relaciona los contratos y las leyes con el signo de Libra y con la casa séptima de una carta astral. También el matrimonio, porque es un contrato. Por otra parte, se atribuye a los nativos de Libra la característica de la duda y la indecisión, pues necesitan considerar todos los pros y los contras de cada posible línea de actuación. Esta evaluación consiste precisamente en una comparación de enunciados condicionales: "si decido hacer esto, se seguirán estas consecuencias; si opto por esto otro, se seguirán estas otras". Los juicios hipotéticos forman la columna vertebral del modo de pensar característico de Libra.

Epicuro hizo consistir su ética en un cálculo de consecuencias en términos de placer y dolor. Para este filósofo griego, 43 años más joven que Aristóteles, buena es aquella acción de la que nos cabe esperar obtener más placer que dolor: por el contrario, si entendemos que una acción nos acarreará más consecuencias penosas que placenteras, entonces debe ser evitada. El hedonismo de Epicuro, a pesar de su máxima "busca el placer y evita el dolor", no era una búsqueda desenfrenada de sensaciones intensas; al contrario, recomendaba los placeres suaves y la moderación en todo: alimentación sana y frugal, placeres intelectuales, lectura, conversaciones amables, evitación de conflictos, relaciones armónicas y cumplir con las obligaciones políticas de un ciudadano honesto. El jardín de Epicuro fue una comunidad que éste fundó en las afueras de Atenas donde hombres y mujeres llevaban una vida dedicada al estudio, al arte y al desarrollo de la virtud de la ataraxia, es decir, de un estado de ánimo sereno, tranquilo, libre de toda perturbación, dulce y amistoso, sin reprimir las inclinaciones naturales básicas de alimentación, cobijo, sexo y afectividad. "El dulce Epicuro", como le llamaban sus contemporáneos, no cerró las puertas de su escuela ni a las mujeres ni a los esclavos, quienes hasta entonces no habían sido admitidos en ese tipo de instituciones; promovía la igualdad entre sexos y desarrolló una filosofía afín en casi todo a los ideales típicos del signo de Libra, que es precisamente el signo que corresponde a su acmé según el esquema del ciclo de Sofía. Epicuro nació hacia el 341 a.C, por lo que su acmé se sitúa en torno al año 301, muy cerca del momento en que abrió su escuela en Atenas. Vivió hasta el 270 a. C., lo que significa que conoció también la primera mitad de la fase Escorpio del ciclo de Sofía.

Un ciclo de Sofía completo más tarde, es decir, en el siglo II, el epicureísmo experimentó un renacimiento gracias a Diógenes de Enoanda, ciudad del interior de la Turquía moderna, quien hizo erigir una enorme inscripción filosófica, esculpida en una gran muralla de piedra, con un sumario de las enseñanzas de Epicuro. Se desconoce, sin embargo, el año exacto, aunque algunas fuentes señalan el año 100 como el del nacimiento de Diógenes de Enoanda y Long dice que ya era anciano cuando mandó poner la lápida, por lo que es muy probable que quede dentro de la fase Libra (150 - 190).

Dos ciclos de Sofía después de Diógenes de Enoanda, Guillermo de Conches (1080 - 1154) retomó la filosofía física de Epicuro, y un ciclo de Sofía después de Guillermo de Conches sería Pierre Gassendi (1592 - 1655) quien rescataría una vez más la filosofía epicúrea.

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[1] En sentido estricto, los enunciados normativos (éticos y jurídicos) no son propiamente hablando juicios lógicos, porque no se les puede asignar un valor de verdad. No son verdaderos ni falsos, sino que ordenan algo o anuncian una acción que se llevará a cabo en el futuro si se dan determinadas condiciones. Pero lo que aquí nos interesa poner en relación con el signo de Libra es precisamente ese matiz de planificación controlada del futuro mediante el cálculo de las consecuencias de las acciones.

© 2009, Julián García Vara

1 comentario:

  1. EL MITO DE PERSÉFONE(decide dividir su vida en dos para el bien de todos, resulta ser el ejemplo de lo que es capaz un nativo del signo de Libra)

    Perséfone fue secuestrada por su tío Hades, dios de los infiernos, del mundo subterráneo y los muertos, mientras recogía flores con unas ninfas en la llanura de Enna, en Sicilia.
    Al perder a su hija, Deméter partió en su búsqueda. Durante 9 días y 9 noches, sin beber ni comer, sin tregua ni descanso, sosteniendo dos antorchas con ambas manos, recorrió el mundo en busca de Perséfone. Al 10º día, se encontró a Helio, el sol que le informó del secuestro. Furiosa, Deméter, la diosa maternal de la tierra fecunda, decidió exiliarse hasta que le devolvieran a su hija, provocando la esterilidad de la tierra. Para acabar con este desastre, Zeus exigió a Hades que pusiese en libertad a Perséfone, y aquél lo hizo de inmediato. Pero, a su vez, Perséfone, durante su secuestro había quebrantado el ayuno obligatorio en el infierno comiendo un grano de granada, lo cual la ataba para siempre a ese oscuro reino.
    Finalmente, se llegó a un acuerdo: Perséfone pasaría medio año en el infierno y el otro medio con su madre. De ahí que las plantas broten en primavera, bajo tierra, para ascender hacia el cielo y vuelvan a ser enterradas en otoño durante la siembra.

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